¿Qué puede hacer que un presidente como Daniel Noboa, con poca experiencia político-electoral, haya alcanzado en dos meses de trabajo el 80 % de aceptación, es decir, un 60 % más de lo que tenía cuando ganó las elecciones de segunda vuelta, pero también el equivalente a un 200 % más que la votación que logró en primera vuelta, considerando que esos votos iniciales eran los realmente suyos?

¿Lo que muestra ese 80 % es una situación válida, sólida, con proyección, o solo es circunstancial, visceral, reactivo, de quienes han sido consultados por encuestas tradicionales, de esas que a veces aciertan y a veces no?

#DefiendeTuBandera

Lo cierto es que tan alta cifra de popularidad ha sido acogida sin mayores miramientos por la opinión pública y el joven presidente se atreve ahora mismo en Madrid hasta a pedir a los turistas e inversionistas europeos que vengan. Cómo no, si Noboa ha mostrado claras intenciones de tomar el toro de la inseguridad por sus afilados e irreverentes cuernos y parar con acción armada un desangre que ya se estaba volviendo parte del paisaje y que, en su último acto de horror, aquel 9 de enero cercano, dejó muertos, heridos y a toda una población secuestrada en su propia casa.

Diseccionando ese 80 % vale reparar en si refleja o no, insisto, un prestigio consolidado, a sabiendas de que el joven mandatario ha hecho pública su intención de reelegirse el próximo año. Y con una rival electoral en plena campaña, como es la candidata de la RC5, Luisa González, y sus recorridos dentro y fuera del país. Y otros precandidatos ya calentando motores.

Decisión política

Para que ese 80 % le sirva, debe Noboa fundirlo con prestigio, aquella pública estima que deriva en respeto, reconocimiento, fama, y en las urnas, en votos. Siendo fiel a su origen en latín, donde praestigium equivale a un acto de magia, que además al usárselo como verbo es praestringere, que equivale a amarrar, atar anticipadamente a quienes aplauden su accionar.

Pero aunque parezca tan simple como dar órdenes correctas y hacer lo que la población estaba ansiando,

en nuestro caso en materia de seguridad, y que otros no hicieron, hay que tener presente que tan duro como puede llegar a ser un prestigio, puede ser su caída hasta las profundidades. Lo vemos a diario en versiones light de autodenominados influencers que en cuestión de horas pueden ser héroes y villanos.

Liderazgo confiable

Para entenderlo mejor, me gusta lo libreteado por el equipo del laureado director londinense Christopher Nolan, y puesto en boca del actor Michael Caine, en su cinta de 2006, justamente The Prestige.

Expresó Caine que ese ansiado nivel demanda de un acto de magia en tres pasos: la promesa, donde el mago muestra un objeto común y corriente; la vuelta, donde lo ordinario se vuelve extraordinario; y finalmente el prestigio, donde esperas adivinar el secreto de la vuelta, pero el mago te impacta con algo que nunca has visto en tu vida.

Esperemos que las acciones reales y sostenidas de lucha contra el crimen organizado y contra todo el espectro de corrupción a altísimo nivel que le sirve de apoyo lleguen a ser de verdad algo nunca visto. Y que quien lo logre se lleve los méritos que le correspondan. (O)