Estamos siendo testigos de la invasión militar, cruenta y destructiva, de Rusia a Ucrania, en que es dominante en el mundo la condena a los invasores, con puntuales excepciones y con abstenciones que en algo responden a posiciones ideológicas y más a condiciones de relaciones políticas y económicas.

A la agresión bélica de Rusia, desde el sistema económico mundial, controlado por los principios y gobiernos de democracia occidental, se responde con sanciones económicas y en otros órdenes, cuales son los casos de certámenes deportivos internacionales.

¿A quiénes más afectan las represalias económicas, vinculadas con flujos de materias primas, alimentos, productos terminados y servicios, en que hay partes y contrapartes, con los pagos financieros correspondientes? ¿A Rusia, a sus productores y consumidores?, o ¿a los oferentes o demandantes de bienes y/o servicios de otros países?

Los productos perecibles no pueden conservarse sino en determinadas condiciones, caso contrario perecen, se descomponen, no son recuperables, siendo muy afectados los productores.

¿Es una locura la decisión de Putin –que en octubre llegará a los 70 años y quien puede extender su gobierno hasta el año 2036, después de la consulta que se efectuó en Rusia el 2020– que lo lleva a invadir a Ucrania?

La posible motivación sí lo es.

La frase que repite Putin, “rusos y ucranianos son un solo pueblo”, evidencia su decisión de recuperar lo que fue la URSS, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, disuelta en 1991, cuando lo acordaron las tres repúblicas que aún la formaban: Rusia, Bielorrusia y Ucrania.

La URSS se integró el año 1922 –se está por llegar a los 100 años– bajo el impulso del modelo comunista liderado por Lenin, por la unión de esos tres países europeos –Rusia se extiende a Asia, por Siberia– y Transcaucasia. Pero, en su auge, llegó a integrarse con quince repúblicas en Europa y Asia. Su territorio fue de 22,4 millones de kilómetros cuadrados, su población estuvo en el orden de 293 millones de personas, solo superada por China e India, con cientos de etnias.

El riesgo lo perciben los países del este de Europa que fueron incluidos en la URSS y que luego dejaron de depender de Rusia, por eso su demanda acelerada –igual que la de Ucrania– de que se les permita ser parte de la Unión Europea, en lo político y en lo económico. Unos ya lo lograron, Moldavia y Georgia; en la primera semana de marzo del 2022 han formalizado su petición.

Otra demanda es el ingreso a la OTAN, en que, además de los países de Europa está Estados Unidos de América. Lo que para pueblos y países es posibilidad de protección, para Rusia, por ser vecinos, constituyen amenazas.

Personalmente, valoro como positivas las decisiones del gobierno del presidente Lasso sobre pluralismo ideológico y los contactos en los primeros meses con los gobiernos de Rusia y China, para llegar a acuerdos de inversiones y de comercio internacional. Pero, en el momento que la definición esencial es por la paz y contra la guerra, así se la ha tomado. La preocupación por el retorno de los ecuatorianos que se encontraban en Ucrania también ha sido positiva. (O)