Putin encontró una resistencia bélica mayor que la esperada en su ataque a Ucrania y, a la vez, una reacción importante y unificada de los países de la OTAN y de sus países aliados. En este escenario, Putin anunció el 27 de febrero que ha aumentado el nivel de alerta de las fuerzas nucleares rusas. Sin embargo, esta amenaza es más difícil de hacerse realidad basado en la larga experiencia de la Guerra Fría desde 1949 hasta los años 80, en que la activación del “botón rojo” llevaría a una destrucción de la humanidad.

Conociendo estos efectos, la amenaza de Putin se limita al uso del armamento nuclear con sus vecinos, como Ucrania. Probablemente su expectativa es que Estados Unidos y la OTAN apoyen a Ucrania solo con armamento convencional y no lo extiendan a armas nucleares. Sin embargo, si la OTAN declarase que no sería el primero en usar armas nucleares, ni aun en el caso de un ataque a Ucrania, bajaría la tensión con Putin y, a la vez, enfatizaría que el uso de armas nucleares representa un crimen que condenaría a cualquier líder que intente usarla. Con base en estos argumentos, la opción nuclear, aunque peligrosa, no es tan realista.

La otra alternativa de cómo Putin ha extendido y va a seguir aumentando la influencia rusa en el resto del mundo es a través de la guerra cibernética. De hecho, Rusia es el Estado nación hacker más activo del mundo. Su infraestructura cibernética es altamente desarrollada, y es responsable del 58 % de los ataques cibernéticos por Estados nación según el informe de Defensa Digital de Microsoft del 2021. El principal objetivo de estos ataques es la recopilación de información de instituciones clave no gubernamentales y gubernamentales vinculadas con temas de defensa, seguridad y política externa. Aunque es muy difícil que Rusia realice un ataque masivo contra un país de la OTAN, sí ha afectado al Reino Unido, Estados Unidos y Ucrania. En el caso de este último, es muy notable el malware NotPetya, el cual en el 2017 originó daños de alrededor de $ 10 millardos, inicialmente en Ucrania, pero se expandió a Europa, el Reino Unido y otros países. Adicionalmente, los grupos rusos como Nobelium han tenido un efecto devastador en las cadenas de suministro, como fue el ataque al software SolarWinds Orion en Estados Unidos, que afectó a 18.000 entidades a nivel mundial.

Los países que le siguen a Rusia como líderes en ataques cibernéticos son Corea del Norte, Irán y China. China ha usado sus grupos de hackers para recoger información de los países bajo su área de influencia en Asia, África y Latinoamérica. Nickel, uno de los actores chinos, se ha concentrado en penetrar los ministerios de Relaciones Exteriores de países europeos y de Latinoamérica para aumentar su influencia en estas regiones y maximizar el beneficio de sus inversiones.

En conclusión, la guerra de Ucrania es la punta del iceberg de una nueva versión de la Guerra Fría que se ha expandido al mundo cibernético y ha incorporado a nuevos actores muy poderosos, como China, que trata de dominar el mercado mundial tanto en la guerra arancelaria con Estados Unidos como a través de su influencia en las economías de los países en desarrollo. (O)