Esta semana se difundió un análisis realizado por el investigador Arduino Tomasi en el cual muestra que, de acuerdo a las cifras de defunciones publicadas por el INEC hubo un total de 7.379 muertes de intención no determinadas durante el periodo 2007-2018. Ese es el dato principal. Ese es el hecho desde el cual luego se ha construido un relato que incluye el ocultamiento de una masacre y el encubrimiento sistemático de homicidios relacionados con el narcotráfico. Suena fascinante y macabro, pero ¿qué sustento tienen estas interpretaciones? Examinémoslo críticamente.
Primero, entendamos qué son las muertes de intención no determinadas. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), esta categoría se la utiliza “cuando la información disponible es insuficiente para que la autoridad médica o legal pueda distinguir entre accidente, lesión autoinfligida y agresión”. Es decir, cuando no se puede determinar por qué murió. En el Ecuador, esta categoría se la registra mediante un formulario en el cual la presunta causa de muerte accidental y/o violenta solo puede ser establecida por un médico legista realizando, o no, una autopsia/necropsia. Este proceso es muy complejo –pregúntenle a un médico forense– ya que, dependiendo de las circunstancias de la muerte, involucra a varios actores públicos y privados de distintas instituciones donde además intervienen dinámicas ligadas a intereses familiares.
A esto tenemos que añadirle que según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (2019), “la evaluación más reciente indica que menos de la tercera parte de los países disponen de datos de buena calidad de las causas de muerte”. En el caso de Ecuador su calidad es mediana, con una utilidad entre el 56 %-77 % de la data. Incluso, si se revisan los datos de defunciones publicados por el INEC, se encuentran ciertos elementos que al menos te hacen pensar con recelo acerca del proceso de determinación de las causas. Por ejemplo, que entre el 2010 y 2018 del total de muertes accidentales y/o violentas, en promedio solo al 12 % se le realizó una autopsia/necropsia. ¿Cómo se determinan las causas de muerte del 88 % restante?
Por otro lado, y para contextualizar, cabe señalar que la categoría de muertes de intención no determinadas se usa internacionalmente por los organismos públicos. Es así que, por ejemplo, según la OPS (2014) entre el 2005-2009, en América del Sur el 10% de muertes por causas externas fue de intención no determinada. En algunos Estados llegó hasta el 25 %. ¿Significa esto que los países esconden o encubren datos de homicidios? En el Ecuador, del total de las muertes durante el periodo 2010-2018, las accidentales y/o violentas representaron el 12,1%; y de estas, el promedio de muertes de intención no determinada fue de 7,6%.
Entonces, tenemos varios elementos que nos muestran las características y complejidades de la producción y manejo de estos datos. Me parece que las narrativas construidas no consideran la base conceptual, capacidades estatales ni circunstancias operativas locales. Así, crean relatos que están desconectados de los datos y la realidad. (O)