Ya pasó al terreno del olvido el paseo del grupo de asambleístas a la Rusia putinesca. Las autoridades legislativas deben haber calculado los escasos días que debían pasar para no tener que rendir cuentas del asunto, y todo parece indicar que la artimaña fue efectiva. Después de un par de titulares en los periódicos y alguna foto –en que la conocida pequeñez humana de los (y las) integrantes del grupo se hace más evidente por el fastuoso escenario– nadie se ha preocupado de pedir explicaciones. Todos los partidos y grupos representados en la Asamblea han ignorado el tema. Muchos de ellos deben haber sucumbido al temor de terminar salpicados, porque el grupo, hábilmente escogido por el financista del viaje, cubrió buena parte del espectro político. Otros seguramente dirán que se trató de un acuerdo entre privados, como fue aquel millón de dólares depositado en un banco andorrano.

Asambleísta Daniel Noboa costeó el viaje de siete asambleístas a Rusia para reunirse con sus similares en ese país

Si se impusiera la ética, el hecho debería ser rescatado de ese agujero negro. Llama la atención que Pachakutik, Izquierda Democrática y CREO no hayan movido un dedo hasta el momento. Mover un dedo significa, en este caso, ir más allá de las declaraciones y activar los procedimientos legales y legislativos para que se apliquen las sanciones correspondientes. Es muy claro que hubo por lo menos dos tipos de irregularidades. El primero –y más grave– fue la ubicación de la Asamblea en una posición contraria a la del Estado ecuatoriano ante la invasión rusa a Ucrania. Tanto en declaraciones públicas como en foros internacionales (especialmente en las votaciones en Naciones Unidas), la posición ecuatoriana ha sido de condena, no de neutralidad. La visita oficial de un grupo que representa a lo que rimbombantemente llaman primer poder del Estado contradice esa posición. Con ese viaje fracturaron la tradición ecuatoriana (mantenida desde el inicio del período democrático con la Doctrina Roldós) de respeto a principios básicos como la soberanía, la libre determinación de los pueblos y el respeto a los derechos humanos.

Empieza fiscalización del viaje a Rusia de siete legisladores cuyos gastos fueron pagados por asambleísta Daniel Noboa

La segunda irregularidad es el posible tráfico de influencias que se esconde detrás de los pasajes y los viáticos de este largo viaje. Todos esos gastos, y quizás otros más, corrieron a cargo del mayor exportador ecuatoriano de banano. Los viajeros los justifican con proclamas patrioteras que aluden a la defensa de la producción nacional, lo que solamente tiene cabida en su amplia y profunda ignorancia respecto a las funciones del órgano legislativo. Claramente, hubo un acto de lobby destinado a obtener apoyo político para una empresa cuasi monopólica en la compra y exportación de esa fruta. Desafortunadamente, porque se imponen intereses que este episodio deja al descubierto, no se ha logrado aprobar una ley al respecto.

¿A qué se dedican los grupos parlamentarios ‘temáticos’ y ‘de amistad’ que actúan en la Asamblea Nacional?

Además de la ausencia de ética y de los procesos judiciales que podrían impulsarse, se destaca la incoherencia del correísmo, comenzando por la vicepresidenta de la Asamblea. En el gobierno de su líder convirtieron la expropiación de una hacienda de Álvaro Noboa en el emblema de la lucha contra la oligarquía explotadora y hambreadora. Ahora extienden la mano, reciben sus centavos y proclaman su nacionalismo. Moscú bien vale un banano, parafrasearían estos Enriques y Enriquetas equinocciales, mientras su jefe estará pensando en la manera de quitarle el título al único libro que suscribió. (O)