Los niños Steven, Saúl, Ismael y Josué que tienen entre 11 y 15 años jugaron fútbol el 8 de diciembre. Iban hacia una panadería cuando fueron detenidos violentamente por dos patrullas de la Fuerza Aérea: tiros al aire, golpes y al balde de una de las camionetas estatales. Ismael llama a su padre y pide que los vayan a rescatar a Taura, donde están desnudos y juntos. Hoy, no aparecen estos cuatro jóvenes.

Los padres comienzan la dolorosa odisea de buscar a sus hijos, algo inimaginable para cualquier persona, excepto para las autoridades gubernamentales que casi a las dos semanas se presentan en una desdichada rueda de prensa del Bloque de Seguridad, sin aceptar preguntas. Allí el general de las Fuerzas Armadas descarta “cualquier participación de la fuerza pública en hechos posteriores a la referida intervención y que sería causa de la desaparición” dice que están investigando sin encubrir nada, pero ya descartó la participación de sus subordinados. Si no fuera porque leía lo que decía, una pensaría que fue un error inconsciente que devela sus deseos: que no sean sus militares culpables del secuestro y desaparición de estos jóvenes. Pero leía; el Bloque de Seguridad así descarta una de las tesis más probables: los militares rompieron la ley y son responsables de la desaparición.

Si quedaba alguna duda de que la investigación en manos del Gobierno pudo estar mal construida, se disipa cuando el ministro de Defensa descarta otra hipótesis: que malos elementos militares entregaron los niños a grupos de organizaciones delictivas. Eso no es así, dijo Loffredo sin pestañear, acusando a quienes protestamos por la desaparición como cuasi cómplices de criminales al pretender desmoralizar a sus FF. AA. en la lucha contra aquellos. Por cierto, el general también señaló que se conformó un tribunal militar para determinar responsabilidades dentro de su institución… sí, esto 3 segundos después de descartar la participación de militares.

Todo empeora cuando dicen que se trata de un tema politizado por opositores a Noboa. El presidente Noboa pocas horas más tarde repite esa tesis y empeora la angustia de todos al decir que declarará a los niños héroes nacionales. Me imagino a las madres llorar y gritar sin consuelo al escuchar semejante frase, ¿qué sabe el presidente para anunciar algo así cuando apenas iniciaron las investigaciones del paradero de los chicos? Los militares, otra vez, han cometido delitos contra la ciudadanía, contra niños: ¿qué norma legal permite a militares o policías a perseguir niños y adolescentes que caminan por la calle? ¿Qué mandato les permite a esos uniformados detener por la fuerza, llevarlos a cualquier lugar que no sea los hogares de las criaturas, golpearlas, desnudarlas y ni siquiera contactar a los padres?

La gran escritora Irene Vallejo lo señala justamente en estos días: “Hoy crece en las encuestas el número de personas, sobre todo jóvenes, que aceptarían gobiernos no democráticos, siempre que garanticen ciertos niveles de bienestar. El atractivo de la mano dura parece aumentar entre quienes nunca la experimentaron. En su imaginación es solo una idea, y se permiten el lujo de idealizarla”. (O)