Desde la desaparición de la señora María Duarte de la residencia de la Embajada de Argentina en Quito, se han producido varios hechos graves, incluido el de la declaración de persona non grata formulada por la Cancillería ecuatoriana al embajador argentino. Hemos conocido, luego de varios acontecimientos adicionales, que nos han permitido apreciar la existencia de una trama que revela un acuerdo de al menos dos países que han conspirado para burlar al Estado ecuatoriano, lo que obligará a adoptar medidas aún más enérgicas que la inicial de la declaratoria de persona non grata al dicho embajador.

La información tardía de la desaparición de la persona que había recibido un asilo del gobierno extranjero ya era sospechosa, pero lo fue más cuando se conoció que al tiempo de la información argentina, la señora Duarte ya se encontraba en Caracas con el embajador argentino en Venezuela. No sabemos por qué ruta llegó hasta ese país, pero no es aventurado deducir que lo hizo sobrevolando Colombia en avión privado, y este país debería tener información de ese vuelo que debe haber quedado registrado. Para facilitar la salida de la señora Duarte, en los días previos a la notificación oficial, en la residencia de la Embajada, con toda desfachatez, hubo una especie de invitación oficial donde se encontraban diplomáticos con sus vehículos portando las respectivas placas de diplomáticos. Se presume que la señora Duarte fugó en uno de esos vehículos de placas diplomáticas. La oposición argentina ha reaccionado con indignación ante esta burda acción de su Gobierno, ha dicho que el territorio argentino no debe ser empleado para proteger a delincuentes.

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Hasta aquí, la Cancillería ha reaccionado declarando persona non grata al embajador argentino, lo que inicialmente estuvo bien, pero que no es suficiente ante las nuevas informaciones que evidencian una acción deliberada del Gobierno argentino.

El presidente Guillermo Lasso en un breve comunicado dice que le “apena mucho que el presidente (Alberto) Fernández haya puesto por delante su amistad personal e identidad política con (Rafael) Correa por sobre la relación fraterna entre los pueblos de Argentina y Ecuador”. El presidente Lasso ha ubicado el motivo de la acción del presidente argentino, pero una declaración de pena significa muy poco ante la gravedad de la ofensa. Debe haber una reacción vigorosa, y no se ve otra que dar por terminadas, romper, las relaciones diplomáticas entre los dos países. Si no procedemos así, cualquiera nos ofenderá mañana.

La Cancillería tiene cada día nuevas informaciones sobre este acuerdo entre los países del “socialismo del siglo XXI”, lo que incluye también, hasta aquí, a Venezuela, que protege a la señora Duarte. La Cancillería debe presentar esas informaciones ante la Fiscalía General del Estado para que investigue y determine la participación de ecuatorianos en este delito que es realizado demandando el apoyo de potencias extranjeras en contra del honor, la soberanía, la seguridad, y las decisiones judiciales del Ecuador.

Esta afrenta y la reacción del Gobierno quedarán registradas en la historia. (O)