Después de la realización de cinco asambleas territoriales de Cultura en todo el país, con la participación de miles de actores, gestores y trabajadores de la cultura, representantes de colectivos culturales, asociaciones y varias instituciones del Sistema Nacional de Cultura, se declara a la cultura en emergencia nacional, con el fin de visibilizar las necesidades históricas existentes, agudizadas en la pandemia, con los estados de excepción, toques de queda, con una ley de cultura inexistente, desarticulación sectorial con las políticas públicas y desconocimiento de la importancia de la cultura en la construcción del tejido social, asociada a solo entretenimiento y eventos.

Urge revertir la precarización laboral de miles de familias vinculadas a la gestión cultural y a la creación artística. Las provincias de Guayas, Esmeraldas, Santo Domingo, comunidades donde la violencia y desesperanza aumentan día a día, con niños, jóvenes y familias enteras que son víctimas de pobreza extrema sin acceso a la cultura, donde los vínculos humanos se debilitan, ciudades débiles sumergidas en la violencia de todo tipo, son provincias que necesitan atención emergente de procesos culturales, presupuesto y atención inmediata.

La cultura debe ser una política de Estado donde se establezcan construcciones sectoriales, así también de ordenanzas de fomento permanente a las artes y cultura. Debe ser declarada un sector prioritario, articulador de la gestión pública, con carácter integrador, con la función de conectar los ámbitos sectorial y territorial para el desarrollo nacional. Para lo cual se debe contar con el presupuesto y financiamiento adecuados para desarrollar programas con proyectos desde las instituciones culturales.

La crisis cultural es más peligrosa que cualquier tipo de crisis, es la que conduce nuestro destino desde nuestras prácticas culturales, que en otras palabras son nuestros hábitos. No podemos continuar el enfoque de la cultura solo en el patrimonio cultural y natural, eventos, idealizando industrias culturales inexistentes en nuestro territorio, sin crear las bases de su desarrollo. El enfoque de cultura debe estar en su gente, en el fomento de prácticas culturales que desarrollen la construcción de vínculos humanos sólidos, respeto a toda forma de vida, principios, valores, ética, transparencia, productividad, inclusión, desarrollo, innovación, bienestar, pertinencia, equidad, progreso, entre otras.

Una sociedad está condenada sin prácticas culturales saludables, sustentables, sostenibles, donde primen la empatía, capacidad crítica de discernir el bien del mal, habilidad comprensiva, cognitiva que se logra a través de la lectura, escritura, actividades artísticas, investigación, desarrollo de la creatividad, la sensibilización, respeto a toda forma de vida, solidaridad. etc. Desconocimiento y prejuicios son hilos conductores a la corrupción y violencia. Estamos viviendo la pandemia de la inseguridad, hemos perdido la paz, tenemos un escenario de muerte y desolación cultural, social y jurídica, al estilo sálvese quien pueda. Creo que si el sector cultural no es considerado como un sector prioritario y se trabaja de maneracoordinada e integral, la sociedad seguirá arrastrada por la violencia y desesperanza. (O)