Un reciente informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) revela que las emisiones de dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O) siguen en aumento luego del corto periodo de placidez atmosférica en el periodo de confinamiento por la pandemia que redujo efluvios dañinos, en que quedó claro que no es el sector agropecuario el mayor contaminador; en tanto que el secretario general de la ONU ratifica que la adicción al uso de combustibles fósiles, propio de una sociedad consumista, no se atenúa, agravando el impacto del cambio climático reflejado en diversos fenómenos causantes de eliminación de seres vivos y destrucción de valiosos activos.

Una sola Tierra

No es tan cierto que las labores agrícolas son actividades productivas que desmejoran el ambiente, deben ser apreciadas como mitigadoras con la incorporación de materia orgánica en la faja fértil del suelo propiciando tal captación de carbono del aire que es capaz de equilibrar y dejar un superávit en el flujo de emisión versus el volumen de carbono orgánico retenido, acción que conlleva enriquecimiento del estrato deseable del perfil del suelo que se manifiesta en estímulos a la nutrición de las plantas y al trabajo de microorganismos determinantes de los rendimientos de las cosechas.

Reiteramos la urgencia de que los organismos públicos y las empresas privadas se adhieran a la iniciativa “4 por 1.000 de suelos para la seguridad alimentaria y clima”...

La función de la fotosíntesis que realizan las plantas emplea carbono del firmamento cercano, pudiendo una significativa proporción de ese elemento llegar al suelo con la incorporación de los residuos de cosechas y acumularse por mucho tiempo, ejerciendo un típico almacenamiento que contribuye de manera efectiva a reducir los daños del cambio climático y su efecto inmediato el calentamiento planetario, como lo señala la Agencia Europea del Medio Ambiente en una publicación del año 2015, además disponible para la materialización de otros servicios indispensables para la subsistencia de los seres vivos en la Tierra.

Es por esto que los suelos son considerados sumideros con gran capacidad para acopiar carbono en forma orgánica e inorgánica que supera en volumen a las propias áreas verdes con sus bosques y el de la atmósfera, siendo superada solo por los océanos, lo cual implica practicar un manejo adecuado de labranza cero o semilabranza y colocación directa de materiales como compost para incrementar el contenido de sustancias carbónicas, indicador clave determinante de la calidad de substratos cosecheros y revalorización de las tierras de cultivo.

Desesperación latinoamericana por fertilizantes

Reiteramos la urgencia de que los organismos públicos y las empresas privadas se adhieran a la iniciativa “4 por 1.000 de suelos para la seguridad alimentaria y clima”, que tiene como gran objetivo el aumento mundial del 4 por mil del contenido orgánico en los suelos equivalente a un 0,4 % al año, meta perfectamente alcanzable y gran solución para reducir la concentración de CO2 atmosférico, tarea emprendida por un buen número de ministerios de Agricultura de los países suscriptores del convenio ambiental 2015 en París, lo cual iría en la línea de la Constitución Política del Ecuador y de diferentes disposiciones legales nacionales relativas a la conservación del más preciado segmento del estrato labrantío. (O)