Ni bien sentado en el potro, Guillermo Lasso tendrá que enfrentar tres desafíos económicos.

Primero, la pandemia. Es un problema primordialmente de salud, pero su combate requiere confinamiento y aislamiento social, que reducen la actividad económica, merman los ingresos de la población y causan desempleo. Para combatir la pandemia es necesario vacunar a la población lo más rápidamente posible. El primer paso es conseguir las vacunas, algo en que estamos atrasados frente a otros países. Lasso está haciendo contactos para conseguir más. Los productores, sobre todo EE. UU., Europa e India, restringen las exportaciones para tener suficientes dosis para vacunar a la población propia y hacer reservas para cuando se autorice la vacunación infantil. Pero está previsto que pronto comiencen a abrir las exportaciones.

Para cuando lleguen las vacunas será necesario ya tener montado un más eficiente sistema de vacunación, multiplicando los centros de atención. El presidente electo designó a un exitoso empresario de la distribución farmacéutica para que lidere el proceso.

Hay que estar conscientes de que el problema no termina ahí. Chile conduce una ejemplar campaña de vacunación, y sin embargo, sufrió una nueva ola pandémica peor que la inicial. La llamada “inmunidad de rebaño” se torna más escurridiza de lo estimado inicialmente, porque si no se vacuna a los niños, no se llega al 70% de la población inmunizada. Además, las nuevas variantes del virus son más contagiosas, por lo que la inmunidad comunitaria requiere 80% o más de inmunizados. La vacunación va a atenuar la pandemia, pero no se prevé su desaparición en un futuro próximo.

La segunda tarea es acabar con el déficit fiscal. Con el reperfilamiento de la deuda en bonos hay un respiro, y otro con el alza del precio del petróleo, que debe generar un incremento de ingresos del sector público de unos $ 3.000 millones sobre 2020 (el doble de lo previsto por el plan trazado con el FMI). Pero la decisión de última hora de crear por ley gastos no financiados de $ 3.000 millones anuales en beneficio del magisterio dificulta la tarea. Habrá que demandar la inconstitucionalidad de esta última medida. Llevamos 20 años dolarizados y todavía no aprendemos que ya no es posible que el Estado gaste sin límite imprimiendo billetes y creando inflación.

El Gobierno saliente se comprometió con el FMI a que el Gobierno entrante suba el IVA al 15%. Lasso Mendoza es contrario, y los acontecimientos de Colombia demuestran que tiene razón. Simón Cueva, quien conoce al Fondo desde adentro, estará a cargo de acordar con el FMI la modificación del plan económico para poner énfasis en reducir gastos más que en crear nuevos ingresos.

Hay que tener en cuenta que pasar de déficit fiscal a superávit requiere ahorrar para pagar, no invertir. Como cuando trabajamos más duro para reducir el saldo en la tarjeta de crédito. Por lo que el necesario ajuste fiscal no contribuye a la reactivación económica.

La tercera tarea es tornar a la economía más atractiva para la inversión privada, porque es esta la que reactivará la producción y creará empleos. Aquí se requieren reformas legales. La tarea más difícil es convencer a una mayoría de la Asamblea de que apoye esta agenda legislativa. Pero sin ello no hay recuperación. (O)