Indudablemente la guerra entre Rusia y Ucrania ha representado un cambio en el desarrollo económico mundial pospandemia. Por ejemplo, para el 2022 se espera que el volumen del comercio mundial de mercancías crezca solo un 3 %, por debajo del pronóstico que fue de entre el 4,7 % y el 3,4 %. No obstante, estas cifras pueden seguir tendiendo a la baja dada la incertidumbre que rodea al conflicto. Uno de los principales ámbitos a los que este ha afectado es el sector de la exportación. Según la Federación Ecuatoriana de Exportadores, se registran pérdidas de exportaciones a Ucrania por $ 2,5 millones semanales, ya que los productos no pueden ingresar a ese mercado debido al conflicto. Por ejemplo, entre los principales sectores afectados están el bananero, el floricultor y el camaronero. Solo los tres sectores representan casi el 96 % de las exportaciones a países euroasiáticos. También cabe mencionar que Ecuador es el primer proveedor de banano, rosas y camarón en Rusia. Antes del conflicto, el sector bananero enviaba a Ucrania alrededor de 180.000 cajas de banano por semana. Desde el 24 de febrero pasado, cuando se inició el ataque, se pararon las exportaciones a ese país. No obstante, este conflicto no solamente afecta al sector de exportación, sino que encarece los insumos de producción de bienes y servicios, e inclusive afecta a la productividad y disponibilidad de los sectores estratégicos del país. Por ejemplo, los tiempos de importación se ven afectados y por ende la confiabilidad de los sistemas automáticos que están implementados en el sector petrolero, minero, eléctrico y demás.

A la vez de este fenómeno, se da el aumento de los costes de materia prima, en el caso de los vehículos, por ejemplo, se ha atrasado la entrega del parque automotor de algunas marcas y esto incide directamente en la economía que mantiene la estructura de recursos humanos de este sector. Aunque el precio del petróleo se ha visto en alza, es importante prestar atención a este tipo de situaciones que también representan un egreso importante en el Ecuador, sobre todo, cuando aún no hemos logrado la capacidad de ser un país industrializado y somos consumidores de materia manufacturada. Mientras dure este conflicto, y se termina el efecto pospandemia, es responsabilidad de las entidades gubernamentales dedicadas a mejorar las relaciones entre países poder gestionar que los insumos que el país produce tengan un mayor beneficio al ingresar a otros mercados, para poder aumentar la exportación y la producción.

Sin embargo, la solución de fondo para esta guerra silenciosa es empezar a dinamizar la producción de bienes y servicios automatizados en el país. Colocar una base legal que permita la implementación de fábricas a todo nivel, no solamente que manejen los sectores estratégicos, sino que permitan la inserción laboral a nivel de las pequeñas y medianas empresas. Tenemos que empezar a manejar patentes, ser competitivos en precio y desarrollo, y a la vez mejorar las condiciones laborales en función de la producción alcanzada. Es hora de empezar a implementar soluciones que perduren en el tiempo. (O)