El pasado 18 de junio se presentó el libro Una lucha inconclusa, cuyo autor es Luis Felipe Duchicela, a quien se lo conoce como un intelectual que proviene de una estirpe indígena aristocrática de la comunidad de Cacha, cerca de Riobamba. El libro sale publicado en un momento en el cual pareciera que el movimiento indígena ha perdido la brújula y que además no hay iniciativas para encauzarlo. El autor sostiene que los cimientos del movimiento comenzaron a debilitarse el año 2000, cuando los indígenas entraron al gobierno y adquirieron los malos hábitos de los políticos tradicionales.

El libro es un compendio de cien artículos que Duchicela publicó en EL UNIVERSO entre los años 1996-2000, cuando al mismo tiempo era secretario de Asuntos Indígenas. El esfuerzo editorial ha sido enorme, pues los artículos son coyunturales y costó trabajo hilvanarlos como un constructo teórico sobre el movimiento indígena. La publicación de este libro para su posteridad es merecida, pues la pluma de Duchicela es culta y amplia.

Armay tuta/Baño ritual

Entre otros temas está el de la importancia demográfica de la población indígena. Según datos de los censos que se basan en la autodeterminación, hay solo 1,4 millones de indígenas, 12,6 de mestizos y 3,5 de otras razas. Con estas cifras se puede concluir equivocadamente que los indígenas no tienen el quorum necesario para proponer una agenda nacional. Para rebatir esta inexactitud Duchicela cita, aunque en una nota a pie de página, la investigación del Dr. César Paz y Miño de la UTE, en la que en una muestra de 2.000 autodenominados como mestizos, la carga genética indígena es del 61 %. Es decir, las personas que se consideran mestizas llevan un componente mayoritario indígena.

Aritméticamente se puede calcular a cuántos indígenas equivaldría la carga genética del 61 % en los 12,6 millones de mestizos. La respuesta es 7,7 (12,6 x 0,61), a lo que hay que añadir los 1,4 que sí se autodenominan como indígenas, lo cual daría un resultado de 9,1 (7,7 + 1,4) millones. Haciendo este cálculo se concluye que la población del Ecuador está conformada en un 52 % por indígenas. Es decir, son la mayoría.

Palo Quemado y la consulta previa

Otro tema en el libro es el lingüístico. Duchicela no solo defiende la educación bilingüe, sino que propone la trilingüe, incluyendo el inglés. Menciona una anécdota que ilustra su posición. En una reunión en la cual negociaban organismos multilaterales con funcionarios paraguayos, estos últimos usaban el guaraní para coordinar posiciones entre ellos, tomando así ventaja en la negociación. Es conocido que en aquel país más del 87 % de la población habla el idioma autóctono, incluyendo las clases educadas y profesionales.

La agenda indígena en el Gobierno de Daniel Noboa es débil. No se percibe ningún acercamiento cultural y menos político. El presidente habla un inglés perfecto, pero no podría ni saludar en kichwa a sus mandantes. Ojalá que no se piense que este es un tema que se puede excluir del “nuevo Ecuador” y que se descarta como un asunto generacional. Si esto es así, no pasará mucho tiempo hasta que esta masa de la población venga a tocar las puertas. (O)