El presidente, aprovechando el marco de la muerte cruzada, ha planteado ya dos leyes cuya constitucionalidad debe ser revisada por la Corte, a la que se le pide agilidad.

Primera ley: reforma tributaria. Vuelve la deducción de gastos personales más elevados, basados en el número de cargas familiares y para enfermedades catastróficas, así el pago de impuestos bajará para muchos contribuyentes. La tabla se hace más justa y progresiva en el Rimpe para ventas hasta $ 20.000 anuales. Entran a pagar impuestos los pronósticos deportivos (15 %, tarifa especial) y habrá IVA para espectáculos públicos.

Segunda ley: zonas especiales de desarrollo y zonas francas. Ya existen desde hace tiempo. Ahora aparentemente se precisa mejor su conformación, estabilidad jurídica, minimización de trámites y ventajas tributarias (no pago de impuestos, sobre todo ligados al comercio exterior, y exoneración de impuesto a la renta por largos periodos).

¿Mi apreciación sobre las dos leyes? Tener en mente mi idea básica en el tema impuestos “que sean razonables, se apliquen por igual a todos todo el tiempo, con excepciones muy específicas, y minimicen la relación burocrática con el Estado”.

Lo malo... Seguimos con la tendencia de una reforma tributaria cada año...

Primera ley.

Lo bueno. a) Es sano bajen los pagos de impuestos, obviamente esto aumenta un poco el déficit fiscal, pero hay tanto gasto improductivo del Estado que se puede (y debe) compensar por ese lado. b) Se toman en cuenta las cargas familiares y la progresividad en el Rimpe. c) Es lógico espectáculos y apuestas paguen lo suyo, aunque las últimas deberían pagar como cualquier otro actividad e ingreso (en lugar de una tarifa especial).

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Lo malo. a) Seguimos con la tendencia de una reforma tributaria cada año (habrá otra en 2024 con el nuevo gobierno), y es sorprendente que el Gobierno justifique con la misma facilidad la elevación de hace 1 año y medio como la baja de ahora. b) En conjunto seguimos pagando más que antes de la reforma del 2021. c) Las tasas de impuesto a la renta no cambian y son demasiado altas: 25 % para empresas y hasta el 37 % para personas; máximo el 20 % sería sano, así se podría incluso ampliar más fácilmente la base de contribuyentes (algunos dirán es demasiado bajo, no creo). d) En lugar de limitar el Rimpe debería aplicarse a mucha más gente (profesionales por ejemplo).

Segunda ley.

Lo bueno. a) Todo estímulo a la inversión privada es sano, en particular para que el sector exportador no compita con una gran carga de impuestos. b) Y es sano lo planteado: “Los procedimientos que para el control establezca la administración no constituirán obstáculo para el flujo de los procesos productivos que se desarrollen en las ZEDE o Zona Franca”.

Lo malo. a) ¿No sería bueno que el principio anterior se aplique efectivamente a toda la burocracia estatal? ¿O son solo palabras? b) Mantengo mi duda de fondo, de por qué unos (los que están en Zonas Francas o ZEDE) no pagarían impuesto a la renta y los que están fuera sí, ¿acaso unos son más importantes? Existe el argumento de que así al menos unos logran pagar menos, pero no me convence. Si los impuestos fueran sensatos para todos, no habría que bajar a cero a nadie para estimularlos.

...En definitiva, están bien las nuevas leyes, pero es un paso mínimo. (O)