La conformación de autoridades y comisiones de la Asamblea Nacional, así como las primeras leyes aprobadas en el Legislativo daban la idea de un cambio, de trabajo conjunto con el Ejecutivo que en encuestas la ciudadanía calificó positivamente, más allá de las dudas por el pacto político que el mismo régimen aclaró tiene líneas rojas.

Un sondeo de Comunicaliza realizado los últimos días de enero daba cuenta de que el 62 % de la gente calificó entre bien y muy bien a la Asamblea Nacional y el 76 % dio tales valoraciones al Gobierno nacional. Sin embargo, la noche del pasado miércoles la imagen parlamentaria se pudo desdibujar abruptamente por un incidente que se inició cuando la asambleísta de la Revolución Ciudadana Mónica Palacios hizo insinuaciones graves contra la ministra de Gobierno, Mónica Palencia, quien reaccionó indignada y se retiró del Palacio Legislativo. En las redes sociales no faltaron los cuestionamientos y se viralizaron videos del incidente.

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Todo ocurrió durante una sesión de la comisión ocasional que investiga el crimen del excandidato presidencial Fernando Villavicencio.

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Un día después, en la Asamblea se hacían esfuerzos por evitar que su reputación caiga como en el pasado. La acción de uno de sus miembros o si fuera el caso incluso de una bancada no debería dañar la confianza que empezaba a recuperar el Parlamento, pero todo dependerá de sus labores y acciones presentes y futuras.

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El movimiento Construye anunció que llevará al Comité de Ética a Palacios por su desacierto contra la ministra.

En general todos los políticos tienen la obligación de mantener el respeto entre sí y para la población que aspira a que cumplan sus tareas con responsabilidad. El momento histórico exige a los líderes dejar de lado viejas prácticas, el escándalo solo trae bochorno y repudio ciudadano cuando lo que se requiere es unidad y trabajo por la paz y la economía. Acusaciones sin pruebas, riñas y desatinos provocan vergüenza y los ecuatorianos no están dispuestos a aceptarlos. (O)