El clima caluroso persiste en Chile, que enfrenta su peor y más aterradora emergencia desde 2010. Hasta la mañana del 4 de febrero de 2024, incendios forestales habían consumido 25.567 hectáreas en las regiones del centro del país (Valparaíso, Metropolitana, O’Higgins), así como al sur (Maule, La Araucanía y Los Lagos). Las autoridades contaban más de medio centenar de personas fallecidas e incalculables daños materiales, pérdida de flora y fauna.

La ficción se queda corta frente al panorama que se puede observar en videos y fotos que llegan a los servicios de noticias del mundo. El Gobierno anticipaba a la medianoche que el número de fallecidos podrá dispararse, pues hay zonas inaccesibles por la fuerza de las llamas.

“Después del terremoto del 2010 (que dejó 525 muertos), los incendios forestales en Valparaíso serán la situación de emergencia que más víctimas ha generado en Chile en el último tiempo”, dijo a la prensa la ministra del Interior, Carolina Tohá.

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La solidaridad para con Chile se expresa desde diferentes países, con oraciones y ayuda. El presidente chileno Gabriel Boric se movilizó a la zona de la tragedia, no controlada hasta la tarde del domingo.

Lo inmediato en Chile es frenar el fuego, pero la tarea posterior es larga. Los Gobiernos deben observar con atención para no replicar una dolorosa tragedia como la que alarma a los países hermanos.

En Ecuador, las semanas recientes, los incendios forestales han afectado reservas ecológicas y parques nacionales, también se atraviesa por una ola de calor, por lo que es menester prevenir cualquier nueva afectación. Adicionalmente, seguir preparando al personal de auxilio para reaccionar ante una eventualidad de este tipo. Una campaña ciudadana de prevención y respuesta sería oportuna. Acciones negligentes pueden agravar una situación.

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Ya Chile tendrá tiempo para determinar responsabilidades, ahora todos hacemos fuerza por el control del fuego, que se evite más víctimas y se inicie de inmediato la reconstrucción y recuperación de áreas afectadas. (O)