Cuando el papa Francisco llegó a Colombia fue recibido con uno de los platos más emblemáticos de la nación: la sopa de ajiaco.

La receta consta de papas, pollo, maíz, unas hierbas conocidas como guascas y ha mantenido en calor a quienes viven en la fría capital colombiana al menos desde el siglo XIX.

El origen del plato se desconoce, pero hay sopas similares que utilizan vegetales ricos en almidón en otros países de Latinoamérica.

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El ajiaco bogotano se sirve con crema, aguacate y alcaparras, lo que le da un sabor contrastante y un toque ácido. Es común encontrarlo en las cocinas familiares y las cafeterías de la clase obrera, por lo que quizá sería un platillo ideal para un pontífice como Francisco, conocido como “el Papa del pueblo”.

Carmenza Morales, la chef que cocinará para el papa, dijo que prepara una versión que se mantiene acorde con la receta tradicional bogotana, pero también respeta la dieta del pontífice. A sus 80 años, Francisco suele comer comidas simples y bajas en grasas.

“(Me) he estado preparando también espiritualmente. Para saludar al papa uno tiene que tener su alma tranquila, su alma en paz”, aseguró.

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El término “ajiaco” viene de la palabra “ají”, un ingrediente picoso. A grandes rasgos, el ajiaco se considera un ejemplo de la diversidad cultural latinoamericana. (I)