En países como Argentina y Chile su densidad poblacional es alta, pero en Ecuador es una especie en peligro de extinción. Aunque esta categoría es alarmante, la lucha de diversos frentes por salvarla le está permitiendo recuperarse y renacer desde el interior de los Andes ecuatorianos.

Es el cóndor andino (Vultur gryphus), el ave símbolo del país que desde el 2009 cuenta con una Estrategia Nacional de Conservación para manejar, conservar e intentar aumentar su población –que se estima abarca a 50 individuos en estado natural– a través de programas de reproducción en cautiverio.

El pasado 7 de julio se desarrolló, en el auditorio de la Universidad del Azuay, la Primera Conferencia Nacional de Conservación del Cóndor Andino, para fortalecer y actualizar la estrategia. La cita coincidió con la celebración del Día Nacional del Cóndor Andino y con la inauguración del primer refugio para la especie en el sur del país, esto es en el zoológico Amaru, en Cuenca.

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En la reunión, organizada por el Grupo Nacional de Trabajo del Cóndor Andino (GNTCA), participaron las demás organizaciones que trabajan para su recuperación, entre ellas, las fundaciones Zoológica del Ecuador, Parque Cóndor, Galo Plaza Lasso, Jocotoco, Centro de Rescate Ilitío, The Peregrine Fund y los zoológicos de Baños y Cuenca.

Juan Manuel Carrión, secretario del GNTCA y director de la Fundación Zoológica del Ecuador, cuenta que los ajustes a la estrategia responden a la mayor disposición de datos con los que actualmente se cuenta gracias a que el conjunto de instituciones que viabilizan la conservación del cóndor trabajan bajo un esquema de integración y consenso para no dispersar esfuerzos y optimizar acciones.

Esa concertación, sostiene, les ha permitido avanzar “muchísimo” en el campo de investigación, uno de los cuatro programas planteados en la estrategia que ha permitido ubicar cuatro nidos activos en la naturaleza, monitorear las salidas de los pichones de los nidos y marcar a tres cóndores con rastreadores satelitales.

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Esta última acción ha proporcionado nueva información (rutas de vuelo y sitios de anidación) que permitirá que en el 2015 se pueda elaborar un censo en el norte, centro y sur del país con una metodología de observación adecuada. Esta medida es fundamental para poder determinar cuántos cóndores quedan en Ecuador, ya que la cifra que se maneja es una estimación, no una certeza.

Señala que también se ha progresado en el componente de la estrategia concerniente a “educación, difusión, información, capacitación, comunicación e integración”. Las muertes a causa de la cacería –la principal amenaza de la especie– que se han registrado en los últimos dos años han generado “una conciencia de indignación pública”. “La gente, sin lugar a dudas, está empoderada ya del valor patrimonial del cóndor”, opina Carrión.

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Asimismo, resalta con un tono esperanzador, la reproducción en cautiverio mencionada dentro del programa de manejo ex situ (fuera del hábitat natural) de la estrategia. En el zoológico de Quito, por ejemplo, hay dos cóndores a la espera de ser liberados.

Entre los puntos que los participantes de la Primera Conferencia del Cóndor Andino acordaron que deben incluirse en la estrategia figura una campaña de educación dirigida al medio rural, es decir, las comunidades remotas de los páramos, donde todavía se sigue atentando contra la integridad de los cóndores.

Otra urgencia, sostiene Carrión, es adelantar la liberación de los cóndores nacidos en cautiverio y la integración de nuevas parejas reproductivas.