Pese a haber nacido sin brazos, encadena largos en la piscina olímpica de Sarajevo. Ismail Zulfic, de 6 años, aprendió a nadar gracias a su entrenador, que con escasos medios desafía la falta de apoyo público a las personas con discapacidad en Bosnia.

La Organización de Naciones Unidas organiza hoy el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, uno de cuyos objetivos es la mejora de su acceso a la vida en sociedad.

Tres veces a la semana, los padres de Ismail se desplazan desde la ciudad industrial de Zenica, a 70 kilómetros de la capital. Un esfuerzo económico considerable para este obrero y su esposa en paro.

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Su hijo percibe 400 marcos (200 euros) al mes del Estado, lo que supone la mitad de un salario medio en Bosnia. Una suma insuficiente según ellos para la compra de material médico y el pago de la asistencia.

Siete chicas y chicos hacen largos en la piscina junto a Ismail. Son los jóvenes nadadores del Spid, el único club de natación para personas con discapacidad en Bosnia.

Amel Kapo, entrenador de natación, creó en febrero un club para ellos, convencido de que nadie rechazaría apoyar ese proyecto, y menos las autoridades. Pero se equivocó. Solo recibió 1.000 euros del ministerio de Cultura, única subvención de los poderes públicos.

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La escuela es gratuita, pero la factura mensual por el uso de la piscina asciende a 650 euros. Una suma sufragada por dos empresas, una de telecomunicaciones y otra farmacéutica.

Amel Kapo y otros tres ayudantes entrenan a los niños mientras los padres toman un café o siguen sus evoluciones desde las tribunas.

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“Nos hemos convertido en una familia”, se felicita Amel Kapo.

Él mismo contactó con los padres de Ismail luego de verlo en un concurso fotográfico. Y como él otros 50 niños más de todo el país.

Bosnia cuenta según un censo reciente con 300.000 personas consideradas con discapacidad en una población de 3,5 millones de habitantes, 84.000 de ellos veteranos de la guerra de los Balcanes 1992-1995. (I)