La manera en que Barcelona encaró el partido que perdió 2-0 en el Maracaná ante el Flamengo contraría la idea de que la derrota se debe a que enfrentó a un rival que se da el lujo, en plena crisis económica, de hacer gala de su riqueza al contratar jugadores con megasueldos, simbolizando una desmedida soberbia financiera. Este club, en época de vacas flacas, hace ostentación de su poderío ante la pasividad de la Confederación Brasileña de Fútbol y la indiferencia de la Conmebol, que disimulan ante el irrespeto del fair play financiero.

Además, el equipo carioca amparado en un ilógico reglamento de Copa Libertadores, ficha e inscribe futbolistas para semifinales, argumentando que si se permite ellos son capaces de hacerlo al tener ingresos descomunales, como por derechos de TV ($ 77 millones) y por patrocinios ($ 35 millones), que lo hacen el club con más ingresos de la región.

En la cancha del mítico estadio Maracaná observamos que Barcelona le demostró al mundo que sin tener la chequera de Rico McPato y sin hacer uso de la irracional norma de reforzarse a partir de las semifinales de la Libertadores, pudo dejar bien en alto su abolengo y vendió cara la derrota.

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El Ídolo del Astillero tuvo un planteamiento aceptable, pero corrió riesgos que costaron caro (como errores por falta de prudencia defensiva). Pero al margen de esas contrariedades defensivas, me quedo con la entereza de Barcelona, que respetó al rival pero sin un temor reverencial, ese miedo escénico que significa jugar en el Maracaná en una etapa significativa de la Copa. Al analizar el partido se pueden desglosar aspectos que justifican el nivel canario como el planteamiento desinhibido, espontáneo y desenvuelto con que el DT Fabián Bustos imaginó que sería válido medir al más importante equipo de nuestro continente.

Hubo varios minutos en que Barcelona se dio el gusto de mostrar las costuras deshilachadas del Flamengo, tanto así que los implacables comentaristas argentinos que transmitieron para una cadena internacional reconocieron lo que nosotros también confirmamos: que figura destacada del Flamengo fue el portero Diego Alves, quien gracias a tres intervenciones magistrales dejó en la garganta el ansiado grito de gol amarillo. Además de la crítica sobre la imprudencia defensiva que mostró el sector posterior canario, en los dos goles recibidos, también es menester mencionar la irresponsable acción del volante Nixon Molina, que en una decisión inapropiada, a sabiendas de que tenía una tarjeta amarilla, con una temeraria carretilla en un sector de la cancha en que el rival no representaba mayor peligro se encontró la roja. Con un agravante: sabía que el árbitro estaba a punto de dar por terminada la primera etapa.

Como era de esperarse, los comentarios al final de la fase inicial prevenían sobre un horizonte complicado. Las señales indicaban que una tormenta estaba por llegar. En sus charlas técnicas los discursos de Bustos y de Renato Gaúcho seguro tuvieron una mezcla de sensaciones diferentes. La del DT canario debió ser más complicada porque no solo debía manejar la parte emocional, sino también alistar las sustituciones adecuadas para no perder el equilibrio y con uno menos no era una tarea fácil.

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De esas charlas sobre lo que va ocurriendo, que acostumbramos a tener quienes analizamos partidos como tarea, me quedó con una que me ofreció Ricardo Vasconcellos Figueroa, en el ínterin reglamentario: “No es posible determinar a estas alturas si Barcelona ganará, perderá o empatará. Para terror de algunos y orgullo de millones de sus hinchas, más allá del resultado, BSC está jugando sin miedo reverencial. Ni el transitorio resultado adverso desmerece su desempeño. Barcelona está jugando como lo obliga su historia y como debe jugar un equipo grande y que ambiciona más gloria. Ninguna pero ninguna de las grandes actuaciones internacionales del club amarillo, ninguno de sus partidos inmortales, ni ninguna de sus clasificaciones a finales de Copa América, las consiguió jugando como equipo chico. Las protagonizó tomando riesgos, con obvios recaudos defensivos, pero siendo atrevido, osado, audaz y con espíritu de equipo grande. Es el punto de partida de lo que se le debe exigir. Ninguna participación estelar de Barcelona ha tenido el miedo como ingrediente. Pierde (en el primer tiempo) con un equipo terrenal que se ampara en un nombre famoso. No está en el ADN de Barcelona el miedo. Que debe ser precavido es lógico, pero debe tener mayor eficacia en la definición”. Comparto totalmente esa apreciación. Si hubiera existido efectividad con goles, la historia podría ser diferente. Pero lo más importante es que el aficionado amarillo ha sobrellevado la derrota con la esperanza de que en Guayaquil llegue la hazaña monumental. El triunfo brasileño en Río no sentencia ni sella la clasificación a la final de la Copa.

Como lo aseguró el experimentado periodista Patricio Cornejo: “Haber asumido esa estrategia, sin ese complejo ratonil, deja como resquicio que se puede revertir el resultado”. También estoy de acuerdo porque conocido es que muchas veces los DT de selecciones y equipos nacionales fracasaron por cobardía al mutilar la capacidad que tiene el fútbol ecuatoriano de mostrarse más atrevido. Hoy BSC, gracias a que se despojó de esos complejos de inferioridad, recibirá al Flamengo en su estadio, al que ha hecho respetar venciendo a Boca Juniors, Santos y Fluminense. La frustración por ahora es justificada porque aunque nunca es un buen resultado perder, la esperanza no está sepultada. Bustos dice que jugar con la presencia de la hinchada no es poco, es muchísimo, porque con casi 17.000 privilegiados durante 90 minutos se mantendrá la fe encendida de poder atestiguar, presencialmente, una hazaña.

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El 2-0 es complicado, pero hay que reconocer que haber llegado a semifinal implica poseer argumentos dentro y fuera de la lógica futbolística, que a estas alturas otros importantes equipos de Sudamérica sabemos que no demostraron. Para ellos la Libertadores 2021 terminó hace un buen rato.

El momento estelar podría llegar el próximo miércoles 29, siempre y cuando la inteligencia emocional y una estrategia inteligente sean aplicadas. En Barcelona saben que esas son las armas adecuadas para conseguir la remontada ante Flamengo, pero también conoce a plenitud que el aplauso y el reconocimiento por el esfuerzo forman parte de la historia. Es ahí cuando el tiempo hace imborrables esos momentos en que la derrota permite también salir victorioso. (O)