Cayó el telón del Clásico Mundial de Béisbol con un brillante partido final en el que Japón consiguió, por tercera oportunidad, el título de  campeón. Los asiáticos superaron 3-2 a Estados Unidos la noche del martes, en Miami.

Pudimos disfrutar de muchos juegos de altos quilates,  algunos de ellos resueltos por la mínima diferencia, y gozamos conjugadas extremas y emocionantes. También quedó en la retina la triste eliminación de República Dominicana, que llegó como uno de los favoritos, con una nómina de peloteros estelares, pero que no pudieron amalgamar como una gran novena. Cayeron frente a Puerto Rico en el llamado grupo de la muerte en el que estaban tres  países de estupendo nivel (llaneros, quisqueyanos y boricuas) y clasificaban para las siguientes etapas únicamente dos.

Venezuela, que logró juntar a extraordinarios peloteros, estuvo muy cerca de eliminar a Estados Unidos. En el último tramo ganaban 7-5, pero  en una mala combinación de un lanzamiento, con ventaja de cero bolas y dos strikes (es decir, el lanzador  tiene la opción de engañar al bateador rival con algunas variantes y sacarlo de paso) el pitcher se equivocó. El serpentinero sudamericano le  dejó un envío en la zona buena a Trea Turner, quien  pegó jonrón con bases llenas. Aquello significó la victoria de 9-7 de Estados Unidos de manera sensacional en la ronda de cuartos de final.

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México llegó a cuartos de final y estuvo a punto de quitar del camino a Japón. Los aztecas estaban arriba en la pizarra 5-4 y en el último turno Munetaka Murakami disparó doblete con dos hombres en circulación e impulsó un par carreras. Los nipones dejaron tendido en el terreno a los mexicano y la victoria 6-5 protagonizaron uno de los choques más dramáticos del Clásico Mundial.

Los japoneses arribaron a la final con seis victorias y sin conocer la derrota; y Estados Unidos con cinco triunfos y una pérdida. Dos escuelas de béisbol distintas, pero ambas con gran nivel técnico.  La ofensiva norteamericana abrió la pizarra con cuadrangular, otra vez, de Trea Turner, en el  segundo episodio, pero en el mismo cierre los asiáticos marcaron una con cuadrangular de Munetaka Murakami. Con las bases  Lars Nootbaar  falló con rodado a primera y Kazuma Okamoto anotó la segunda (2-1).

En el cuarto capítulo un tablazo de cuatro esquinas de Okamoto puso a Japón 3-1 arriba, mientras que el dueño de casa descontó (3-2) con un jonrón solitario de Kyle Schwarber en la octava entrada.

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Faltaba el último turno de los estadounidenses y el alto mando nipón mandó para que se encargue  del episodio, desde la loma, a  Shohei Ohtani. La super estrella otorgó una base por bolas, pero luego forzó a Mookie Betts a pegar un rodado para una doble matanza. Faltaba un out y el turno fue para Mike Trout, uno de los más poderosos bateadores de las Grandes Ligas, y compañero de Ohtani en los Angelinos.

La  cuenta se puso en tres y dos y todo se resolvió con un espectacular y enorme ponche. Japón ganó el Clásico Mundial por tercera vez.

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Fue designado como Jugador Más Valioso, Shohei Othani por su función como lanzador al ganar dos partidos, conseguir un rescate, y en la tarea ofensiva promediar .475. Conectó cinco extrabases, anotó nueve carreras, e impulsó ocho y recibió diez boletos gratis. Ohtani es un gran deportista, en toda la extensión de la palabra.

Con la presencia total de 1,3 millones de fanáticos el Clásico Mundial de Béisbol fue un éxito en taquilla y audiencia televisiva fuera de Estados Unidos. La siguiente edición se jugará en marzo del 2026, pero por ahora queda el recuerdo de una extraordinaria fiesta pelotera. Pese a las regulaciones que ponen los equipos de Grandes, que se alistan para el arranque de su temporada, beisbolistas super profesionales tuvieron el honor de representar a sus respectivos países. (O)