Por primera vez la Copa América y la Eurocopa se disputan cabeza a cabeza. Es difícil seguir todo, hay muchos días de tres partidos allá y dos acá. Pero no deja de ser fascinante igual. Y quedan cantidades de conclusiones, sensaciones, momentos inolvidables.

La nueva Italia. Es la gran noticia futbolística mundial: el notable momento de la Azzurra, su transformación. A cuatro años de su fuerte desencanto -quedar eliminada del Mundial de Rusia por una discretísima Suecia- la etapa del técnico Roberto Mancini ya alcanza el calificativo de “obra”. Italia parece haber archivado para siempre el catenaccio, incluso el espíritu defensivo que estaba impregnado en su gente, y refloreció en una versión magnífica, de buen fútbol, de toque, con varios exponentes de calidad como Barella, Insigne, Locatelli, Berardi, Spinazzola… El país entero está feliz, pero sobre todo orgulloso de este nuevo rostro, como lo muestran los titulares de La Gazzetta dello Sport, Tuttosport, el Corriere

Número demoledores. No solamente juega bien la patria del Calcio, también aplasta. Disputó diez partidos por la Eliminatoria de la Euro y ganó los diez, con 37 goles a favor y 4 en contra. “Pero no jugó contra nadie”, se dijo. Comenzó la clasificación para el Mundial de Catar y ganó sus tres compromisos (los tres por 2 a 0); arrancó la Eurocopa y goleó 3 a 0 a Turquía y a Suiza. Una topadora. Defiende bien, domina los partidos, trata la bola con delicadeza, propone y ataca con eficiencia.

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El gol moderno. Manuel Locatelli, volante derecho, señaló ante Suiza un gol que define al fútbol actual: diez metros antes del círculo central recibió desde la izquierda una bola alta y, sin dejarla caer, de aire, hizo un pase precioso de treinta metros a la derecha al puntero Berardi, este controló, encaró, desbordó, centró y, en el corazón del área, apareció Locatelli para romperle la red al arquero Sommer. Armó la jugada en un sector defensivo y corrió 60 metros para ir a buscar el gol. Una postal del futbolista todoterreno, mixto, que marca y juega, lleno de dinámica y entrega. Y con alta técnica…

Ay, Milan... La impactante Euro que está jugando Locatelli va a traer cola en el AC Milan, seguro. El muchacho, 23 años, se inició en las inferiores rossoneras, pero después de tres temporadas no confiaron en él (prefirieron llevar a un veterano como Lucas Biglia) y lo dieron a préstamo dos años al Sassuolo, que ahora hizo uso de la opción y lo fichó definitivo por 13,5 millones de euros. Hoy vale cinco veces más y lo pretende Juventus.

Ay, Juventus... Lo mismo ha pasado con Óscar Romero, el crack que encontró Scaloni en Argentina, un zaguero de superclase. Juventus compró su pase a Belgrano de Córdoba, lo cedió por dos años al Atalanta con opción y el club bergamasco ha tomado la misma por apenas 15 millones de euros. Lo quiere el Manchester United y se habla de, mínimo, 45 millones.

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Hermosa Euro. Al margen de Italia (a la que vemos para llegar muy alto), se vieron partidos espectaculares como el del sábado Alemania 4 - Portugal 2, Dinamarca 1 - Bélgica 2 (con dos goles fabulosos de Thorgan Hazard y De Bruyne), Holanda 3 - Ucrania 2. Más allá de los marcadores, fútbol dinámico, atractivo, con público en los estadios (en Budapest con 56.000 asistentes y en otras, como Copenhague, con 25.000). Como siempre, la puesta en escena en Europa es impecable.

Brillante el VAR. Siempre lo tuvimos claro: el VAR es lo más grande que le pasó al fútbol mundial. Está siendo utilizado con criterio y moderación. ¡Y con acierto…! Ha corregido y aplicado justicia en todas sus intervenciones, demorando cada vez menos. ¡Incluso en Sudamérica…! La tendencia es que no haya un show del VAR, que arbitre el árbitro, pero que se lo ayude cuando pueda fallar. Para eso se creó esta maravillosa herramienta. Tampoco se están sancionando esas manos mínimas, casuales e inevitables donde no hay dolo y no se merecen el castigo de un penal. En un par de años, hasta quienes se horrorizaban por la llegada del VAR serán sus fervientes defensores.

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¿Y nuestra copa...? De momento, vemos un nivel inferior de espectáculo en la Copa América. Está claro que, hoy, marchamos con una vuelta menos que Europa. Tampoco ha defraudado. Pero no ayudan los goles (apenas 2 por juego en promedio), se juega sin nada de público, Venezuela presenta un equipo emergente sin sus 16 mejores jugadores (excepto Wilker Faríñez, que sí está). Y los escenarios… Los estadios son magníficos, los que dejó el Mundial 2014 en Río de Janeiro, Brasilia, Goiania y Cuiabá, los campos de juego son lamentables. A los diez minutos de cada partido hay mil panes de pasto levantados, los jugadores no hacen buen pie y es difícil brillar así.

El acierto: jugar. Pese a todas las protestas, nos parece bien que se dispute la Copa América. El fútbol es una actividad como cualquier otra y todas continúan, merece seguir desarrollándose como las demás. Nadie muere porque se celebre tal o cual torneo y, sin público, no representa peligro alguno. Los protocolos de bioseguridad son estrictos. Quizás fue desprolijo el cambio de sedes, la incertidumbre previa, pero ahora que se está cristalizando vemos que no había motivos reales para cancelar el torneo.

Dos genios. Brasil está un escalón por encima del resto, aunque es cierto que enfrentó a una Venezuela B (tirando a C). Y a un Perú debilucho. Pero le sobran jugadores para armar un once ganador y posee a Tite, tremendo conductor. Sin sobrarle mucho, Argentina viene inmediatamente después. En lo que están parejos es en Neymar y Messi. Ney quiere ser campeón de la Copa que se le negó por lesión en 2009, ha compuesto dos partidos maravillosos, plenos de fantasía y lujos. Leo mantiene su regularidad genial. Está en un punto de sabiduría cumbre. Hace todo brillante, es protagonista. Rara vez aparece situado en ataque, inicia todas las jugadas desde atrás con una clarividencia majestuosa. A los 34… (O)