La visión de aquel instante memorable de nuestras vidas, que significó la adopción de una profesión a la que nos parecía estar destinados, la compartimos con emoción y nostalgia Luigi Pescarolo y yo cuando parados en la entrada de Diario EL UNIVERSO, nuestro joven entrevistador, Antonio Romero, pidió que se abriera la puerta de acceso al añoso edificio de la calle Escobedo. Nos saltó vertiginoso el corazón porque esos peldaños guardaban la memoria de nuestros primeros pasos. Por ellos ascendimos de novatos aspirantes en la profesión más bella del mundo a veteranos periodistas hoy, muchas décadas después de aquel primer acceso. El edificio fue primero templo masónico y EL UNIVERSO lo adquirió en 1931.