Los montañistas coinciden en que el K2 es la montaña más difícil de subir en la Tierra.

La técnica que se requiere, las ‘heladas’ temperaturas y los peligros de avalanchas son algunos de los factores que hacen que se la denomine “la montaña salvaje”.

El ecuatoriano Mario Villagrán, de 67 años, alcanzó su cumbre el pasado 27 de julio y está totalmente de acuerdo con esa denominación. Dice que luego de subir el K2, podría ascender a cualquier otra cumbre.

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Aunque aún no ha obtenido la certificación del récord Guinness, Mario afirma que es la persona con más edad en haber coronado este nevado, de 8.611 msnm, ubicado en la cordillera Karakórum de Pakistán. El récord oficial lo tiene el conocido montañista español Carlos Soria, quien subió en el 2004 cuando tenía 65 años de edad.

El primer ascenso al K2 se realizó en 1954. Foto: Shutterstock Foto: Hussain Warraich

El K2 es el segundo ochomil, como se conoce a las más altas del planeta, en el palmarés de Mario Villagrán. El año pasado logró el ascenso al monte Everest, el más alto (8.848 msnm), en su segundo intento.

“No podría dar un porcentaje, pero hay una gran diferencia entre las dos montañas. Quizás en el Everest la parte más difícil es la zona del escalón de Hillary, pero la última parte del K2 es interminable, allí fue donde tuve problemas”, cuenta el montañista oriundo de Bolívar.

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La ruta a los ochomiles

Su camino hasta el K2 ha sido vertiginoso, pues Mario recién comenzó en el mundo del montañismo en el 2018. Y lo hizo mientras vivía en Guayaquil.

Tras una ruptura sentimental, Mario buscaba la forma de levantar el ánimo. Realizó el Camino (francés) de Santiago en España y al regresar a Ecuador, se unió al grupo Cumbre Tours para realizar trekkings en montañas de dificultad media, como el Pichincha y el Corazón.

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Se fue adentrando en la alta montaña y logró coronar los volcanes Cotopaxi, Cayambe y Chimborazo. “Fue cuando subí el Cotopaxi en el 2018 que me di cuenta de que quería continuar haciendo esto, lo considero mi inicio como montañista”, explica.

Luego de realizar un trekking hacia el campo base del Everest, Mario se quedó con la ‘espina’ de llegar hasta su cima, pero guardó silencio porque recién llevaba seis meses en este deporte. Temió que la gente creyera que estaba yendo muy rápido, pero un encuentro con el montañista Iván Vallejo en Guayaquil fue el empujón que necesitaba para perseguir sus sueños de montaña.

Él le aconsejó ir al Aconcagua, en Argentina. Entonces viajó al sur de continente y en el Aconcagua, en donde tuvo una gran experiencia de cumbre, sintió que tenía las condiciones necesarias para continuar con esta práctica e intentar ascender a un ochomil.

“Pero llegó la pandemia y tuve que parar un año entero”, cuenta recordando su desilusión.

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A pesar de las restricciones de movilidad, Mario no dejó de entrenar. Lo hacía en un gimnasio que tiene en casa o en los terrenos de un negocio familiar de banano. Cada cierto tiempo, viajaba a la Sierra para no perder su aclimatación a la altura.

Primer intento en el Everest

Acabadas las restricciones de esta emergencia mundial, buscó al guía de alta montaña quiteño Oswaldo Freire. Con él realizó su primer intento de ascenso al Everest, en el que avanzaron hasta el campo 4, en donde los sherpas del grupo se enfermaron de COVID-19 y tuvieron que regresar.

No se rindió y empezó a planificar su siguiente intento. En el primer intento había conocido al sherpa Pen Chirie, quien actualmente forma parte de la empresa de alta montaña Elite Exped, y le pareció la persona adecuada para que lo acompañe en el nuevo proceso.

Juntos, llegaron a la cúspide del Everest el 15 de mayo del 2022.

Mario Villagrán logró llegar a la cumbre del Everest en su segundo intento. Fotos: cortesía

Al lograr esta cumbre, Mario solo quiso más: las seven summits, las montañas más altas de cada continente. Entonces subió el Kilimanjaro en África, el macizo Vinson en la Antártida, repitió el Aconcagua en América del Sur, viajó hasta Australia para ascender al Kosciuszko y a Rusia para llegar a la cima del Elbrus.

La última que debía subir era el Denali, en Alaska, pero se quedó a 200 metros de lograrlo, pues las condiciones climáticas no le favorecieron cuando estuvo allí, en mayo pasado.

Además, debía llegar a tiempo a su siguiente ochomil: el abrumador K2.

Mario partió hacia Pakistán el 8 de junio y su expedición duró casi dos meses. Cuando llegas al campo base de una montaña hay un tiempo de aclimatación a la altura, en la que subes hasta una determinada altura de la montaña y bajas al lugar de partida a descansar.

Este año las condiciones climáticas fueron duras y la ventana (días de clima adecuado) que se abrió para los ascensos fue corta. El grupo del ecuatoriano, en el que intentaban cumbre tres montañistas acompañados de un sherpa y dos porteadores, partió de la base del K2 el pasado 23 de julio.

En total, permanecieron cuatro noches en la montaña, durante el ascenso. “Dormimos en el campo 1, en el campo 2, en el 3 normalmente solo se descansa, pero por el clima nos tuvimos que quedar dos noches allí”, relata Mario.

A las 8 de la noche del 26 de julio comenzaron la última parte de la ruta para hacer cumbre el 27 de julio, aproximadamente a las 2 de la tarde.

“Silvia, la chica de Bulgaria, era fuerte, llegó primera y los demás unos 15 minutos después”, recuerda. Mario había hecho un gran esfuerzo y vivió el momento con cansancio y emoción, aunque arriba las nubes y la neblina tapaba todo el paisaje de las montañas pakistaníes.

Entre las anécdotas de la ruta, el montañista cuenta que vio un hombre agonizante en el camino. Días después, un video de ese hecho se viralizó en redes sociales. Muchos internautas criticaban que quienes buscaban llegar a la cumbre no hayan intentado ayudar a la persona. Pero a esa altura, es muy difícil prestar ayuda a alguien. Mario comenta al respecto: Coincido con lo que dijo Carlos Soria en Antena 3, no se puede juzgar a la ligera las acciones de la noruega Kristin Harila y su equipo, pues a 8 mil metros de altura, nadie está capacitado, o difícilmente, de levantar un cadáver.

Por su parte, Harila expresó que sí había ayudado al sherpa que murió posteriormente, pero que se retiró tras el aviso de posibles avalanchas por parte de su equipo.

El regreso

Luego del corto momento de victoria en la cima, Mario y su grupo emprendieron el regreso de tres días hasta el campo base. Como la salud del deportista quedó descompensada, fue trasladado en helicóptero a Skardu, el primer pueblo cercano, y después hacia Islamabad, capital de Pakistán, en donde estuvo hospitalizado hasta restablecerse.

Mario volvió a Ecuador agotado, delgadísimo y feliz. “El cansancio no duró tanto, ahora ya estoy pensando en mi siguiente montaña”, dice convencido. Como ya ha logrado llegar a la cumbre de dos de las montañas más altas de la Tierra, entre esos el más difícil, le entusiasma ascender los otros que completan la lista de los 14 ochomiles.

Por los problemas que tuvo cerca de la cima del K2, la mano izquierda del ecuatoriano se congeló y perdió la mitad de dos dedos. Los doctores le dijeron que puede usar prótesis, aunque él prefiere ver su mano así, y recordar lo sucedido.

Por esto, y por la dificultad de cada travesía, sus hijos quieren que abandone sus aventuras como montañista. Mario no quiere dejar este camino de enseñanzas. La montaña te obliga a enfrentarte a tus miedos: Mario llegó a ella enfrentando el miedo a la soledad y parece haberlo vencido.

Hoy está seguro de que aún tiene mucho por recorrer.

Datos

Una expedición al K2 puede costar entre $ 40 mil y $ 60 mil. Solo la tasa que cobra Pakistán por el ascenso ronda los 6 mil dólares.

Para conseguir el certificado Guinness, la compañía certifica que el montañista ascendió y luego la empresa dueña de los récords hace una investigación para certificar el logro.

El certificado de ascenso al K2, con la hora de llegada. En el círculo, los dedos del deportista antes de someterse a la amputación.

El próximo año, Mario intentará subir dos ochomiles más. Antes de ello, buscará llegar a la cima del Denali y terminar una de las maratones ‘major’, la de Boston. Anteriormente ya corrió las de Nueva York, Chicago, Berlín y Tokio. (D)