Con una sutil, pero efectiva dirección, Federico Luis desembarcó en la Croisette para presentar Simón de la montaña, cinta que se alzó hoy con el premio de la Semana de la Crítica en el Festival de Cine de Cannes.

El cineasta argentino es una de las escasas presencias latinoamericanas en esta 77.ª edición de Cannes. La trama se sumerge en la vida y las luchas internas de su protagonista, Simón, un joven que decide aislarse en las montañas tras una serie de eventos traumáticos en su vida.

La montaña, con su soledad y desafío, se convierte en un espejo de su estado emocional. A través de su tiempo en la naturaleza, el protagonista enfrenta sus demonios internos, y busca un sentido de paz y propósito.

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“La montaña es un lugar que me hace entrar en un estado de meditación y de reflexión profundo. Quizás quienes vivimos en ciudades estamos acostumbrados a no ver más que a diez metros a la distancia, pero en la montaña tenemos la suerte de poder ver hasta muy lejos. Esa distancia me hace volver a la escala que tengo como humano. Por eso situé la historia en este paisaje natural, para poder tratar de devolverles a los personajes una escala humana”, explicó Luis en esta exclusiva para EL UNIVERSO.

P: Simón goza de una actuación convincente y matizada, que transmite sus luchas internas y su eventual crecimiento personal. ¿Se trata de una vivencia real?

R: El personaje se parece un poco a mí, como creo que suele pasar en todas las películas con los directores, de formas más abstractas o menos. En este caso, estoy muy interesado en poder hacer el mismo viaje de Simón, el de intentar salir de la lógica en la que yo siento que estamos muchas veces atrapados en el mundo actual, el de relacionarse con las personas parecidas a nosotros mismos. De ese modo, muchas veces sin darnos cuenta entramos como una especie de fascismo moderno en el cual, no de una manera violenta físicamente, terminamos como despreciando a la otredad, simplemente a través del hecho de no relacionarnos con eso. Siento que, en general, las personas no tienen amigos que sean muy distintos a ellos mismos. Es un gran problema de la actualidad.

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P: En tu caso, ¿cuál sería tu escape?

R: Creo que Simón es un intento de escapar del mundo del cine porque esta película, en particular, luchó muchísimo para poder existir, ya que tuvo que enfrentarse sistemáticamente a miradas que consideraban que esto era o una ofensa o algo inviable a nivel productivo. El gran trabajo que considero que hice aquí ni siquiera tiene que ver con la dirección, o con la puesta en escena o la estética, sino con el lograr que exista la película.

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P: ¿Cuáles fueron esas grandes dificultades que enfrentaste para lograr tu producción?

R: Más allá de la financiación, la existencia, porque yo podría haberla filmado también sin nada. En realidad, lo que yo intento es crear una película que pueda dialogar con el cine. Si yo la hubiese filmado con mi teléfono, no creo que hubiese podido entrar en Cannes. Hago Simón con la intención de comunicarme con el resto del mundo y de poder ocupar el espacio que ocupan películas convencionales con una menos convencional o que trata de poner en valor personajes distintos a los que suelen estar en el resto.

P: ¿Documental o ficción?

R: A pesar de que tiene sus dimensiones más documentales, hay una intención de tratar de situarlo dentro del mundo de la ficción y dentro de una creación fantástica, como si fuera un cuento, en donde viven estos personajes. En particular, Simón es netamente una creación fantástica que reúne una cantidad de preguntas, inquietudes y ocurrencias que yo tengo alrededor de los temas que la película trata.

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P: Para encontrar a los protagonistas, ¿hiciste algún casting especial?

R: Trabajé un tiempo como asistente de una amiga, profesora de teatro para personas con discapacidad, y allí descubrí que las personas que estaban actuando en ese curso tenían un gran potencial para la actuación que no tenía una ventana ni en el cine ni en el teatro. Me empezó a gustar mucho más ir a ver obras de teatro hechas por grupos con discapacidad que las obras convencionales. Y me resultó muy grato el proceso de encontrar a estos personajes. La profesora es la misma tanto en la vida real como dentro de la película. Hay enseñantes que intentan hacer que las personas con discapacidad se parezcan o traten de imitar a los actores convencionales y hay otras escuelas, otra corriente de pensamiento de cómo podría ser el teatro diverso, que tratan de encontrar el brillo en las particularidades de las personas. Trabajé mucho con esa idea de poder crear como una mezcla de dirección en la cual yo dirijo a la profesora y ella, a su vez, dirige a su grupo. Lo mismo hice con Simón, con el personaje que hace Lorenzo Ferro, quien dentro del set, dirige a los actores mientras yo lo dirigía a él también.

P: ¿Por eso Simón tiene, más que un problema físico, un conflicto emocional?

R: Simón lo que tiene es un problema conceptual con la humanidad. Siente disconformidad con lo que el mundo espera que él sea y encuentra en estos personajes, con los que se empieza a relacionar en la película, un mundo de libertad en donde no tiene la obligación de cumplir con un montón de roles y papeles que la adultez, o que el trabajo, o que otras instituciones fuerzan a las personas para tratar de encajar. Y él está de una manera bastante intuitiva y no tan premeditada intentando escapar. Quizás lo que resulta sorprendente es el camino que él encuentra para ello.

P: ¿Cómo se siente dar el salto en tu carrera de exitosos cortometrajes a un largo?

R: Bueno, es lo mismo, pero con más tiempo. Los cortos son como aventuras en las que uno se zambulle con mucha intensidad en una historia, en un personaje y luego se va. Me gusta mucho. Espero poder seguir haciendo cortos, porque no creo que empezar a hacer largometrajes tenga que quitarme la oportunidad de también tener relaciones cortas con personajes. El cortometraje es un formato hermoso para el cine, ojalá pudiese tener más visibilidad y distribución. Me encanta la idea de hacer largometrajes porque son unas aventuras mucho más profundas y mucho más largas. Pero bueno, también teniendo en cuenta el momento en el que el cine argentino está, y que muchos de mis compañeros tienen que irse a vivir a otros países, y que yo mismo me lo pienso si voy a poder seguir viviendo en mi país o si decido quedarme, voy a tener que encontrar formas aún más alternativas para hacer películas. Todas mis obras tienen modos de producción bastante alternativos y creo que hacer cortos también es una forma de poder hacer cosas más accesibles en este tiempo que va a ser tan difícil.

P: A propósito de eso, se habla mucho sobre el inminente fallecimiento de la industria cinematográfica argentina debido a las medidas económicas del presidente Milei…

R: Obviamente creo que se abren como dos caminos, que es lo que propone el Gobierno argentino hoy para todas las instituciones que son el libre mercado, en donde se va a volver una cosa salvaje. Los actores más conocidos van a seguir haciendo sus películas comerciales; y los cineastas que tratamos de hacer cine de otra forma, como yo, vamos a tener que inventar fórmulas nuevas. Siento que realmente suena cómodo decir ‘el futuro fallecimiento del cine argentino’, pero no creo que vaya a suceder. Sí creo que la situación de adversidad es única, que nunca antes hubo un nivel de adversidad como el que hay ahora, pero eso también crea la posibilidad de pensar muchas cosas desde cero y eso es favorable para la creatividad.