Cuando salga de ver Wonka en cines, muy probablemente se retire a su casa igual de emocionado, fascinado y encantado como estaría un infante luego de un recorrido por una fábrica de chocolates. La dulzura y calidez de la cinta, dirigida por Paul King (Paddington), abraza a ese niño que todos los adultos llevan dentro (o le recordará que sigue allí).

La producción que se estrenó este jueves 7 de diciembre en Ecuador entrega la posta del chocolatero más famoso del cine y de la literatura al actor de 27 años Timothée Chalamet, quien propone una interpretación más radiante y optimista de Willy Wonka, personaje que en este filme llega a Londres con el objetivo de revelar sus chocolates (aún desconocidos) al mundo.

Esa actitud positiva será el combustible que ayudará a Willy a seguir peleando por cumplir sus sueños pese a los obstáculos (y muchos) con los que se topará tras su arribo a la ciudad. A medida que avanza la trama, la audiencia descubrirá además que la nostalgia ya habita en el corazón del protagonista y que las lágrimas también pueden brotarle de los ojos.

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Algunos podrían decir que Wonka funciona como una clase de emprendimiento, pues el camino de Willy no es muy distinto al surgimiento de un negocio de la actualidad. Él tiene un producto, un sueño y una estrategia de mercado (por supuesto, marcada por sus excentricidades). Sus competidores no quieren que triunfe, lo sabotean (“la codicia abusa de la pobreza y así es como funciona el mundo”).

Pero entonces se revela el punto de inflexión: jamás dejar de creer. O en palabras de la madre del protagonista: “Todo lo bueno que sucede en este mundo fue un sueño alguna vez”. ¿Pero será suficiente la determinación e ingenio de Willy? No.

Todos los trucos y el carisma del chocolatero solo se encaminan al éxito cuando Noodle (Calah Lane) le ofrece su ayuda y reciben el apoyo de otros personajes que comparten la misma difícil situación en la que se encuentra atrapado Willy.

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Mejor recuerde la canción de los Oompa Loompas, porque un pequeñito (pero muy intrépido) Hugh Grant se robará el show cuando haga su aparición.

Los otros temas del compositor británico Joby Talbot para el filme completarán esa mágica atmósfera. No escapará del efecto Wonka.