Manuela, la hija menor del narcotraficante Pablo Escobar, perdió a su padre cuando tenía solo nueve años. Ella nació el 25 de mayo de 1984.

Al igual que su hermano Juan Pablo (quien actualmente se llama Juan Sebastián Marroquín Santos), por razones de seguridad, las autoridades de Colombia le cambiaron el nombre al de Juana Manuela Marroquín Santos.

La mujer vive en Buenos Aires, Argentina, donde también residen su hermano y su madre. Al contrario de su hermano, ella ha querido permanecer en el anonimato, sin usar redes sociales y alejada de su pasado. Por esta razón, son pocos los datos que se conocen sobre su vida actual, se indica en una publicación de El Tiempo.

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A su hermano, quien tiene redes sociales y ha dado varias entrevistas, se la ha consultado sobre ella y la razón por la que se ha alejado del ojo público.

Pablo Escobar junto a su esposa y sus hijos. Imagen: Instagram Juan Pablo Escobar Henao

“Mi hermana NO es una persona pública, disfruta de su privacidad y de tener el privilegio de llevar una vida normal. No le debe nada a nadie y vive tranquilamente alrededor nuestro y de los que la queremos. Nosotros respetamos su privacidad.”, indicó Juan Sebastián Marroquín en una publicación de Instagram.

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Los hijos del capo Pablo Escobar, quien tiñó de sangre una etapa de la historia de Colombia, tomaron caminos diferentes a los de su padre.

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Juan Pablo Escobar junto a su madre y su hermana. Imagen: Instagram Juan Pablo Escobar Henao

Sobre Manuela se pudo conocer un poco más por el escritor José Alejandro Castaño, quien convivió con la familia Escobar y publicó el libro Cierra los ojos, princesa, el cual trata acerca de la vida de la hija del narcotraficante colombiano. Manuela era la adoración de Escobar y por eso él cumplía cada capricho de su pequeña.

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“Bajo la almohada de su hija ponía fajos de billetes del ratoncito Pérez por cada diente que se le caía. A los cinco o seis años de edad, su padre le explicaba que tenían tanto dinero porque ellos eran mágicos, poseían un don que les hacía ganar decenas de millones en la lotería”, rememora José Alejandro Castaño. Otra vez quiso regalarle una nevada y trasladó a su famosa Hacienda Nápoles, enclavada en una región tórrida, la máquina que hacía el hielo en su pista de patinaje en Medellín.

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Castaño la describe como alguien con una personalidad melancólica, quien pasó de ser una niña que lo tenía todo a tener que enfrentarse a varios limitantes después de que a su familia le negaran asilo en Estados Unidos y Alemania tras la muerte de Escobar, se indica en el artículo de El Tiempo.

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“El drama para Manuela comienza cuando el padre muere y ella no tiene manera de agarrarse a la realidad, era demasiado pequeña para comprender”, afirma el escritor, quien en una entrevista contó que, de hecho, la mujer, incapaz de rehacer su vida, habría intentado suicidarse. Escobar falleció en 1993.

Pablo Escobar y la pequeña Manuela. Imagen: Victoria Eugenia Henao – Editorial Planeta

En la publicación de El Tiempo se menciona además que después de que en en 1999 detienen a su madre y hermano, al ser acusados de lavado de dinero y falsificación de documentos, Manuela cayó en una gran depresión y tuvo que acudir a tratamiento psicológico. También, abandonó el colegio y comenzó a ver clases particulares desde su hogar. (I)