La primera vez que el cantante peruano Gianmarco se presentó ante el público guayaquileño fue en 2015, en el Centro de Convenciones, y de ese momento conserva un recuerdo en video, la sorpresa de que el público cantara a capela uno de sus temas que él asegura que no había podido promocionar antes de interpretarlo en el escenario.

“Me pasó algo increíble, es uno de los recuerdos más lindos que tengo de Ecuador. Me trajeron a Guayaquil, cuando estaba presentando mi disco Libre (2015), pero nunca antes había venido”. Al comenzar su intervención, eligió una canción de inicios de la década de 1990 que resucitó entre la nueva generación de alguna manera que solo puede imaginar. “Dije: ‘¿A ver, ustedes pueden cantarla?’”, recuerda, mientras reproduce el video de ese público coreando su letra. “Eran 7.000 personas y yo me preguntaba: ‘¿Qué está pasando?’. De eso se ha tratado mi carrera siempre”.

Foto: Francisco Verni

Ahora que visita nuevamente Ecuador con la gira Cuarteto Acústico, será la primera vez que cante en Quito, en el Teatro San Gabriel (3 de agosto). Antes visitará el Teatro Casa de la Cultura de Cuenca (2 de agosto) y finalmente el Teatro Centro de Arte, en Guayaquil (4 de agosto). Las entradas están en TicketShow.

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“Somos cuatro en escena, pero parecemos quince″, dice del cuarteto. Se refiere a Gisella Giurfa en la batería, Omar Rojas en el bajo, Kenneth Saravia en el piano y Gianmarco en la guitarra y el charango. Este tour ha recorrido ya doce ciudades en Estados Unidos, Santiago de Chile, Ciudad de México y seis ciudades en Perú, “y cada versión es muy potente”, asegura el artista, que ha ganado tres Grammy Latinos en la categoría mejor álbum cantautor en 2005, 2011 y 2012, y acaba de celebrar sus 30 años de carrera en el Estadio Nacional de Lima ante 50.000 personas, con invitados como Pandora, Luis Fonsi, Nicole Zignago y Sofía Reyes.

Aun así, parece fascinado cada vez que prepara otro espectáculo, al pensar en que nuevas personas irán a escucharlo. “Para que pueda existir una gira tiene que haber las ganas de un público de verte. El hecho de traer un artista a otro país es complejo, sobre todo porque después de la pandemia hay mucha oferta, todos salieron corriendo a trabajar. Ya el hecho de encontrar trabajo en tu propio país es difícil, imagínate afuera. Cuando pasan este tipo de cosas, uno lo agradece mucho”, dice el representante de Perú en el festival de la OTI de 1993.

Otro suceso grato ha sido ver llegar a otras generaciones a las salas de conciertos y estadios. “Es una generación de chicos que tienen veintitantos años que me descubren, y cuando empecé en esta carrera, soñaba con que eso ocurriera; yo no quería una carrera de inmediatez”, rememora Gianmarco. “Quería una carrera longeva, y reinventarse como artista tampoco es fácil”. Sin embargo, su satisfacción es que todos van por el mismo motivo: “La música que hago, he intentado crear un nicho, que más allá de la edad alguien quiera escucharme”.

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Está consciente de que en la música hay posibilidades, como la de hacer concesiones y seguir las tendencias. Hay a quien le resulta, reconoce, y hay quien no lo necesita. “Pero como artista, estás en el derecho y en el deber de hacer lo que genuinamente eres. No me preocupa si algo está o no está de moda, porque si te pones a pensar en lo que hace el otro, te vuelves loco”, dice el cantautor limeño, cuyo nombre es Gian Marco Javier Zignago Alcover. Sus hijos, Nicole, Fabián y Abril Zignano, también se dedican a la música.

Entonces, más que subirse a las olas, gusta de escribir, componer y de usar folclore en sus canciones. Eso trae en el repertorio que presentará en Cuarteto Acústico, un show de aproximadamente dos horas y media, que incorpora lo que su público de Ecuador quiere escuchar. Será un programa musicalmente distinto al de 2015, pues se desarrollará en tres de los teatros ecuatorianos más representativos. Salvo algunos clásicos como Canción de amor o Parte de este juego, y favoritos propios como Canta corazón y Sentirme vivo, incorpora material de sus últimos discos, cada uno de los cuales tiene su faceta acústica, en especial Intuición (2018) y Mandarina (2021), que viene a ser su decimosexto álbum de estudio.

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Llegar hasta allí ha sido un “trabajo de filigrana”, que no es insistencia, sino hacer música constantemente, explica Gianmarco, quien indica ser discográficamente independiente desde 2005, año en el que ganó su primer Grammy Latino. “Creo que lo genuino ha primado en esta relación entre el público y mis canciones”, considera, incluso en momentos en que como artista no ha podido estar del todo presente, como en los años de irregularidad por la pandemia. Sigue trabajando en un nuevo disco aún sin título, que verá la luz en noviembre de este año, con producción de Julio Reyes.

Mientras tanto, se divierte interactuando con sus seguidores (suman dos millones en Instagram, pero se resiste a la idea de convertir a las personas en números). “Es un planeta diferente, de alter ego, un mundo paralelo, de bipolaridad; los chicos están muy pendientes de cuánta gente los sigue, cuántos streamings, cuánto engagement; temen que si dejan de postear, los olviden. Es un mercado diferente. No es esto”, dice señalando el entorno, “no es la realidad. Nada como el escenario”.

Y aun así, prefiere vivir lo más aterrizado posible. “Una vez que termina el concierto, les digo a mis chicos: ‘Se acabó'. Si te quedas pegado ahí, nunca vas a bajar. Te la crees demasiado”. (E)