Con su lente ha retratado cientos de rostros de personajes públicos y de gente de a pie que ha cruzado por la plaza Vicente Rocafuerte (San Francisco), ubicada en la avenida 9 de Octubre y Pedro Carbo, en el centro de Guayaquil, a lo largo de 40 años.

A Marcos Izurieta Scarlett las personas le han regalado minutos para que él haga magia con su cámara y así se mantenga latente el icónico oficio de la fotografía al aire libre.

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Y es que, tal como lo dice el fotógrafo de 63 años, él puede considerarse un patrimonio viviente de la plaza. Las cuatro décadas que lleva ejerciendo el oficio lo han colocado en el imaginario de los guayaquileños como el ‘fotógrafo de la plaza’.

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A diario, frente a la pileta donde está ubicada la estatua de bronce de Vicente Rocafuerte, coloca un trípode en el que cuelga el tipo de fotos que ofrece. Las impresiones tienen retratos de parejas y familias y también un par de fotos tipo carné. Allí también coloca una mochila en la que guarda implementos que le sirven mientras trabaja.

A un costado, en un bolso de tela, está la impresora. Marcos realiza un trabajo para el momento ya que las personas pueden llevarse sus fotografías en máximo 15 minutos. “Venga, le tomo la foto, con la señora, con la dura”, es la frase que vocea a diario para captar clientes.

También suele lanzar ciertas bromas que, de una y otra forma, hacen que la gente se detenga y al menos pregunte lo que ofrece.

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Su historia comienza hace 40 años cuando luego de que un negocio de elaboración de químicos que tenía junto a su primo fracasara. Fue en ese momento cuando se decantó por una cámara Polaroid que le permitía entregar, al igual que ahora, las fotos al instante.

Empezó recorriendo zonas del casco central a las que aún no llegaba la regeneración urbana. Por ejemplo, en la calle Pedro Carbo se ubicaba junto a unos muñecos que él mismo elaboró y que le servían como enganche para las fotos infantiles.

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A la zona rosa también llegó a captar rostros de las personas que transitaban por allí. Años después, pasó de la cámara a instantánea a una analógica con la que ya se instaló en la plaza junto a otros diez fotógrafos que tenían la venia del Municipio para ocupar el lugar.

Él recuerda que se empezó a enamorar de las fotografías tipo retrato y de las familiares. Las personas llegaban a buscarlo y le decían que esas fotos iban para álbumes familiares o un sitio especial enmarcado en sus hogares.

Una de las anécdotas que recuerda fue la de una pareja que lo buscó para una fotografía. Ellos fueron hasta la plaza, pero en ese tiempo estaban separados. “Le dije a él, dele un besito. Poco después me enteré que ellos habían regresado”, cuenta.

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Otro momento que atesora fue el de una familia de cinco miembros a la que le había sacado una foto cuando los tres hijos eran niños. Un día, Marcos fue buscado por la familia para replicar esa misma foto, pero con los hijos de esos niños pequeños a quienes retrató.

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Según Marcos, capturar estos momentos era una especie de testimonio de las personas por la ciudad ya que cada foto venía con una historia.

Con su lente ha captado también momentos duros, en 2020 recuerda que con su cámara hizo fotos de los cuerpos en las calles y de algunas personas que se desmayaban y quedaban en las aceras.

La cámara que utiliza ya es digital y se ha sumergido poco a poco en la modernidad e inmediatez. También se ha adaptado para atrapar a los clientes más complejos, los niños.

En el flash de su cámara colocó un peluche que mueve cada que tiene que retratar a los más pequeños.

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Frente al auge de las ‘selfies’ y las fotos de celulares dice que no siente competencia. “No hay cosa más linda que impregnar un rostro, una fiesta, un evento, en un papel fotográfico”, manifiesta.

Confiesa que aún extraña la época dorada de la fotografía en la que todo partía con la captura de la imagen que seguía después con el revelado y fijado.

A sus 62 años, su pasión sigue siendo hacer fotos y no ve cercano dejar de hacerlo. Cuando se le pregunta una fecha para jubilarse de la profesión responde: “Si Dios quiere y no dispone otra cosa, hará fotografías hasta el último día de su vida”. (I)