Libertad Alarcón desarrolló afinidad con el adulto mayor desde casa. Esa, de hecho, fue su motivación para crear un movimiento que trabaje con este grupo vulnerable y le dé una opción para mantenerse activo.

Gerontodanza se creó en este año de la mano de esta bailarina profesional. En ese nicho ella vio una oportunidad para reforzar la autoestima e incluso reactivar la energía que aún tienen las personas que superan los 70 y 80 años.

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En un centro ubicado frente a la Universidad de Guayaquil, Alarcón imparte clases y también trabaja para empoderar al adulto mayor y motivarlo a hacer lo que quizá no se atrevió en su juventud.

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Las clases tienen un componente dinámico, pues desde el inicio escuchan y se mueven al ritmo de canciones de los 80 y 90.

Los grupos con los que trabaja no sobrepasan las 20 personas; muchas de ellas son mujeres que llegan preparadas con ropa y zapatos deportivos. Algunas, incluso, han encontrado una familia dentro de este movimiento que impulsa Alarcón.

Y es que, como su nombre mismo lo dice, la bailarina rescata que cada adulto mayor encuentre su libertad a través de la danza, pues ella también la encontró cuando estaba en los primeros meses de universidad.

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Si bien inicialmente estaba enrumbada a seguir una carrera técnica en la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), se le presentó la oportunidad de estudiar Danza en la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES), y no la desaprovechó. En el bachillerato también se especializó en arte en el Instituto Nacional de Danza Raymond Maugé Thoniel.

Ahora, considera, esta fue la señal para saber que tenía una misión a través de lo que iba a estudiar y en lo que se iba a especializar. Años más tarde siguió la línea de la ludoterapia, lo que le ha ayudado dentro del programa que ofrece.

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Alarcón recuerda que a su abuela, a quien llama “mamá”, le diagnosticaron la enfermedad de Parkinson, y ella fue una de las primeras que se unieron al movimiento que buscaba implantar en la ciudad. “Yo decía: ‘Tengo que trabajar para este grupo, para el grupo de mi mamá, para que ella no se sienta sola y yo la acompañe’”, cuenta.

Uno de los principales objetivos de Gerontodanza, dice la mujer, es “paliar la soledad de las personas mayores”. Por ello, junto con sus chicas, como las suele llamar, ha logrado que se sientan dentro del programa como si estuvieran en casa.

Las alumnas practican diferentes géneros acompañados de Libertad Alarcón. Foto: Alexandra Casulo

En los meses que lleva su iniciativa vigente ha logrado que los adultos mayores se involucren en presentaciones en escenarios grandes. “Me dicen que nunca han pisado un escenario; algunas decían que nunca lo harían y son las más aplaudidas”, relata ella.

Y es que dentro de lo enriquecedor del oficio está la aceptación que tienen las presentaciones de este grupo etario. El público alimenta el espíritu de este segmento de población, que a veces se considera como en abandono, dice la bailarina.

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“Me daba cuenta de que puedes tener 60, 70, 80 años y la habilidad continúa, aunque más lenta, más suave”, sostiene.

Lo que ha podido palpar en su trabajo es que este grupo etario enseña sobre la resiliencia y la valentía. Por ejemplo, en sus clases ha podido captar el espíritu de los adultos mayores para hacer y aprender cualquier cosa siempre que exista la voluntad.

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Para Alarcón, su misión con la marca que ha creado es formar una comunidad participativa e inclusiva con el adulto mayor.

Por ello, si bien no ha dejado de lado su academia en Pascuales, en la que trabaja con niños, gran parte de su tiempo lo dedica a capacitarse para brindar un mejor trabajo en el programa que impulsa.

“Cuando yo tenga 90, si es que llego a los 90 años, espero que alguien haga ese trabajo por mí y que me dé esa opción. Espero que este tipo de iniciativas se mantenga para tener una sociedad más inclusiva y preparada para sostener a este grupo vulnerable”, afirma la precursora del programa de danza para adultos mayores. (I)