En algunas familias las joyas pasan de generación en generación. Estos artículos son guardados en cajas que, con el tiempo, toman un significado especial por la historia que atesoran. En la familia Pepper esa joya es la enfermería, la profesión que ejerce Blanca desde hace 22 años y la cual siguen su hija y nieta.

Blanca Pepper tiene 59 años y casi la mitad de su vida la ha dedicado al cuidado de pacientes, una actividad que asegura le permitió ampliar su rol de madre hacia aquellos que requieren atenciones en medio de padecimientos.

Ella, de hecho, compara el oficio de la enfermería con el de ser mamá, ya que en ambas está presente el arte del cuidado y de los detalles.

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Blanca desde joven se interesó en la profesión al observar como licenciadas estaban al pendiente de enfermos y les brindaban esa ‘chispa’ de esperanza en medio de escenarios complejos. En su familia no había perfiles parecidos, ella en su juventud se dedicó a trabajar como vendedora en tiendas de ropa.

“Yo quería saber cómo hacían ellas, las licenciadas, para estar así, para estar cerca del ser humano y ser soporte”, cuenta la guayaquileña que vive en el sur de la ciudad. Su lema es: Enfermería, un trabajo de corazón y entrega.

Fue así que incluso antes de certificarse como auxiliar tocó puertas hasta encontrar el primer sitio que la empleó por trece años, el hospital León Becerra. Para ese entonces estaba casada y tenía el apoyo de su pareja para continuar con sus estudios sin problema.

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En ese lapso fusionó su pasión por el cuidado de pacientes con su rol de madre. Hasta cierta hora usaba el traje blanco y cofia para atender a sus “hijos adoptivos” y luego se cambiaba y atendía a sus “bebés”, como los llama hasta ahora.

Blanca tiene cuatro hijos: Hugo, Washington, Margarita y María de los Ángeles, la última decidió seguir sus pasos y es auxiliar de enfermería. Para ella, observar a su hija vestida de blanco y actuar con calidez hacia los pacientes es una de las satisfacciones más grandes que tiene como madre y como profesional. María de los Ángeles tiene 27 años.

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Blanca trata de ser una guía para su hija y nieta que decidieron inclinarse hacia la enfermería. Foto: El Universo

“El ser de ayuda para alguien y ayudarlo a mejorar es de las cosas más satisfactorias del trabajo. Eso yo le dije a mi hija cuando decidió ser enfermera. Ella tenía una base que era yo, yo le dije que era un libro abierto para cuando ella quisiera”, manifiesta Blanca.

La enfermería, asegura, le ha permitido tener un nexo más cercano con sus hijos, a pesar de los horarios extenuantes y turnos de más de ocho horas que cumplió en su momento.

La calidez del trato y el optimismo que se desarrolla con la profesión se han convertido en su carta como madre para siempre encontrarle el lado bueno a los problemas, por más pesados que estos sean.

Yo sé que hasta que Dios me dé vida yo seguiré siendo enfermera”.

Blanca Pepper, enfermera desde hace 22 años.

De tantas situaciones que ha visto durante su labor, ella refiere que podría escribir un libro completo, pues ha presenciado historias increíbles atendiendo a sus pacientes. Asimismo, ha visto morir a mucha gente y se ha afligido.

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Su periodo más difícil fue el de la llegada del coronavirus al país en marzo de 2020, en el que tuvo más incertidumbre que certezas. “Se trataba, yo trataba de decirle a mis pacientes que iban a salir, que lo iban a lograr, pero fue difícil incluso yo pensé que ahí quedaba mi carrera”, relata.

Estos últimos sentimientos se los ha trasladado a su nieta Rosita (hija de Margarita), de 19 años, quien está a pocos meses de culminar sus estudios de tecnología en enfermería. A ella le ha dicho que la profesión está llena de momentos gratificantes, pero también duros.

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“Yo sé que hasta que Dios me dé vida yo seguiré siendo enfermera y seguiré siendo guía para mi hija y nieta que ejercen esta bella profesión”, dice Blanca, quien nunca ha dejado de sorprenderse en su labor y atesora las experiencias que vive a diario en el hospital Abel Gilbert Pontón, en donde trabaja hasta el momento.

Ahora, la cofia de Blanca, quien arrancó dentro del grupo familiar con la profesión, es la joya más preciada que espera conserven su hija y nieta, quienes ya están dentro del mundo de la enfermería.

“Les he dicho que nunca pierdan la curiosidad, que siempre pregunten, que siempre se instruyan y que yo, hasta que tenga vida, seré esa persona que les puede enseñar desde la experiencia”, expresa. (I)