El alcohol debe ser tomado con moderación, especialmente a ciertas edades en las que este puede ser más peligroso para el desarrollo y el funcionamiento del cerebro, según indica un análisis publicado en BMJ por investigadores del Reino Unido y Australia.

La investigación detalla cómo el alcohol influye en el envejecimiento del cerebro a lo largo de nuestras vidas, y es especialmente dañina en las primeras etapas del desarrollo: el embarazo.

Ahí, se aumentan las probabilidades de que los niños nazcan con deterioro neurológico permanente y defectos congénitos conocidos como trastornos del espectro alcohólico fetal.

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La literatura científica señala que incluso beber de forma leve o moderada durante el embarazo podría tener efectos negativos en la salud del cerebro de un niño y esto no solo incluye a las mujeres sino que los progenitores masculinos también deben evitar su consumo.

Los hombres que tomaron alcohol durante los tres meses anteriores a la concepción tienen 44 % más de probabilidades de tener bebés con cardiopatía congénita.

Otro rango de edad en el que hay que estar atento es durante la adolescencia, puesto que ahí, la persona adquiere su propio hábito de beber alcohol. Por ello es importante moderar su consumo, ya que aunque el cerebro tiene capacidad para recuperarse, al menos en parte, después del cese de la ingesta de alcohol, no está claro si habrá efectos a largo plazo en las funciones mentales cuando el cerebro adolescente y adulto finalice su fase de crecimiento.

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Los estudios demuestran que los jóvenes de 15 a 19 años pueden beber en exceso, y que un consumo excesivo a esa edad está relacionado con una disminución del volumen cerebral, de la conectividad de las células nerviosas y, en menor medida, de la función cognitiva. "La auto intoxicación crónica por alcohol redujo la tasa de crecimiento del cerebro, la materia blanca cerebral y el tálamo subcortical", explica el estudio.

El tercer grupo de riesgo es la vejez. El consumo excesivo de alcohol no es tan común en personas mayores de 65 años, pero está asociado a un mayor riesgo de demencia y de deterioro cognitivo. (S)