Hace unos días estuvimos en la mirada de Latinoamérica y el mundo, pues Guayaquil acogió la final de la Copa Libertadores de América. Con ello tuvimos la visita de los extranjeros -en su mayoría brasileños- por lo que, siendo los anfitriones, la preparación fue anticipada y muy minuciosa para que el evento saliera de la mejor manera posible. Todo con el fin de que los visitantes se sientan “en casa”. Esto tiene un nombre, que define una característica muy propia de los ecuatorianos: hospitalidad.

Hospitalidad proviene del latín “hospitare” que significa “recibir como invitado” y acuña a la acogida que se da a las personas que están temporalmente fuera de su hogar. Es una virtud que teje vínculos entre dos personas, haciendo que ambos compartan tiempo, espacio y manifiesten su identidad enriqueciéndose mutuamente.

Ahora, ¿podemos ser hospitalarios en el trabajo? La respuesta es sí, y me permito sugerir algunas actitudes que ayudan a construir la hospitalidad:

  1. Actitud de escucha. ¿Qué preocupaciones tienen las personas que trabajan conmigo? ¿Qué les alegraría? ¿Qué quieren conseguir? Si escuchamos a las personas, identificaremos aquellos factores que los motivan, los frustran, e incluso los ilusionan. Y así podemos llevarlos -como un guía- durante el proceso de alcanzar sus metas.
  2. Actitud de sintonía. Si llegamos a un país y nuestros anfitriones se esfuerzan por hablar nuestro idioma, es muy probable que nos sintamos gratamente comprendidos. Asimismo, un líder versátil es capaz de calibrar su tono, palabras y formas de expresión para reducir las distancias y sintonizar con sus colaboradores.
  3. Actitud de acogida. ¿Cuántas horas al día pasamos laborando juntos? Por esto, los entornos laborales son una excelente oportunidad para practicar la acogida. Y no hablo sólo de espacio físico, sino de las interacciones entre las personas. Si estas se producen en un ambiente de diálogo, de fomentar los aportes, de buscar alternativas innovadoras, e incluso de celebrar los logros, sin duda alguna prosperará un ambiente acogedor.

Y así como los visitantes que vivieron la final de la Copa Libertadores se fueron con una serie de anécdotas y emociones, nosotros también somos responsables de la experiencia que forjemos a las personas que se nos ha confiado. Por eso, tengamos presentes que, como dijo Maya Angelou, “La gente olvidará lo que dijiste, olvidará lo que hiciste, pero nunca olvidará cómo la hiciste sentir”. ¡Que tengan un bonito día! (O)