La pacharaca (Ortalis erythroptera) es un ave de la familia de las gallináceas, y de allí su parecido con las gallinas.

Existen muchas especies de este género Ortalis en America Latina, y con diferentes nombres comunes. como chachalaca o guacharaca en Colombia y Panamá, pero la pacharaca a la que nos referimos es nativa de Ecuador y habita en las tierras bajas y húmedas de la Costa desde la frontera con Colombia hasta la frontera con Perú.

Nuestra pacharaca está muy ligada al montuvio, a su folclore, a sus cuentos míticos y a la literatura costumbrista de la Costa del Ecuador, de los famosos escritores guayaquileños José de la Cuadra, Joaquín Gallegos Lara, José Antonio Campos Maingón, Enrique Gil Gilbert, Demetrio Aguilera Malta y Alfredo Pareja Diezcanseco.

Es un ave muy querida por los montuvios, que en muchas de sus casas las tienen domesticadas y viven en el interior conviviendo con perros y gatos y son tan bulliciosas que son mejores guardianes que los perros.

El zapote, árbol típico del campo montuvio ecuatoriano

En el campo, su población ha disminuido, pero aún se ven volar bandadas de hasta 10 pacharacas en busca de alimentos como granos, frutas silvestres y hasta lombrices.

Recuerdo, de niño, que en el pueblo de Naranjal era común ver una pacharaca en cada casa, las que al recibir a las visitas arremetían con su canto que parece decir en las hembras: ‘¡A trabajar, a trabajar!’, y los machos contestaban : ‘¡Para qué, para qué!’, lo que inspiró al compositor Ruperto Romero a componer la canción La pacharaca, entonada por la famosa cantante ya desaparecida Máxima Mejía, que se hizo famosa en todo el campo montuvio desde los años 70 hasta el día de hoy.

Hace poco falleció la pacharaca Paquita, de propiedad de Eduardo Bajaña, legítimo montuvio, jefe de cacao de la Hacienda Cañas, ya que dice que una parienta embarazada entró a su casa, la miró feo y “la mató de hecho”, por tener el “ojo fuerte”.

La canción La pacharaca dice así:

La pacharaca tiene voz de mando

tiene voz de mando para el maridito

en la madrugada, en la madrugada

subida en el palo le dice cantando

¡A trabajar! ¡A trabajar! ¡A trabajar!

No sigas durmiendo anda a trabajar.

El pacharaco al oir contesta

al oir contesta muy enfurecido

¡Para qué, para qué, para qué!

Qué se habrá creído, qué se habrá creído,

¡no sé trabajar!

En base a estas leyendas, a un político de antaño en Guayaquil le decían Pacharaco Ocioso, y así creo que hay que decirles a algunos... (O)