En alguna ocasión, todos hemos experimentado la sensación de ansiedad (temor, desasosiego, intranquilidad, aprensión) por una gran diversidad de razones. Muchas veces la ansiedad, la versión más dañina, es el producto de un conflicto entre nuestros impulsos que demandan satisfacción inmediata, y nuestros valores morales, culturales, sociales que nos limitan la expresión. Ambos son mecanismos inconscientes muy poderosos.

La parte que sufre es el ego, la parte visible y consciente de nuestra personalidad, que tiene que negociar entre estas exigencias y la realidad. No siempre estamos a la altura del problema, y nos sentimos abrumados por nuestra debilidad e incapacidad para enfrentar y resolver el tema. Es en este escenario donde aparecen los mecanismos de defensa del ego, creados inconscientemente, que ayudan en su rescate al alterar la percepción de la realidad para restablecer —temporalmente— el control.

Existen algunas docenas de estos mecanismos. A continuación, se explican unos pocos:

  • Se dice que alguien está en negación cuando rechaza una verdad evidente para no sufrir sus efectos (por ejemplo, no quiere aceptar que su hija es adicta a las drogas).
  • Desplazamiento ocurre cuando alguien ventila su frustración por ofensas recibidas de parte de alguien más fuerte, por lo que abusa de alguien más débil (“A Pedrito le hicieron bullying en el colegio, llegó a su casa y le pegó a su hermanito sin ninguna razón”).
  • Una madre que quiere irse al viaje de graduación de su hija (sin tener los medios) porque piensa que al mezclarse con personas más pudientes beneficiará a su hija, está demostrando racionalización, esto es, justificar una acción desaconsejada, sin ninguna base lógica.
  • La proyección es uno de los más fuertes. Aquí una persona ve en otra (muchas veces sin razón) rasgos indeseables que ella misma teme tener, inconscientemente, y la critica abiertamente. Se piensa que la homofobia es un ejemplo.

En resumen, el objetivo de los mecanismos de defensa es aliviarle al ego el enfrentamiento con un serio problema mediante la distorsión de la realidad, y de esta forma aliviar la ansiedad. En este sentido son beneficiosos, aunque no resuelvan el problema. La tregua conseguida debe darle al individuo un espacio de claridad mental para buscar la ayuda psicológica necesaria, para explorar su mente y encontrar la explicación de sus aflicciones. (O)