Una de las primeras cosas que uno se pregunta cuando conoce al dúo de los hermanos Kelly y David Bustamante, los Busta Brothers, es ¿por qué no los Busta Siblings?, pero ellos se adelantan y nos recuerdan que cuando se iniciaron en el mundo de las redes sociales y la creación de contenido eran unos niños y no habían afinado todavía ciertas habilidades.

No importa, ya lo han superado; este año se desafiaron a viajar solos a Estados Unidos, sin papás y sin intérpretes. Y volvieron sanos y salvos. Cuatro años y medio con presencia web los han preparado para cumplir ciertos sueños y para pasar de grabar por pura diversión a tener un proyecto y una empresa familiar, pues a estas alturas, sus padres ya están involucrados, produciendo y a veces actuando.

“Cuatro años y medio con vistas”, aclara Kelly, porque antes hubo montones de borradores y videos caseros, cada uno por su lado. Los hermanos (21 años ella, 16 años él) se perciben como chicos que crecieron en la época en que YouTube se viralizó y se llenó de creadores de contenido a los que admiraron, como Yuya y Sebastián Villalobos, dos de los primeros influencers de este lado del planeta.

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“Yo tenía ese sueño desde chiquita, a los 9 años los veía y moría por ser parte de eso”, cuenta Kelly. “Luego salió Enchufe TV, con una producción increíble. Y para niños como nosotros era difícil entrar en ese mundo; pero entonces salió TikTok. Y empezamos a subir contenido juntos, y a la gente le gustó”.

Cree que a sus seguidores les gustó la dinámica de hermano y hermana y la gracia del pequeño David. Unificaron el usuario como los Busta Brothers y empezaron haciendo videos con audios predeterminados para hacer comedia.

¿Ha dejado de ser una mera diversión? “No creo, cada vez que grabamos, pasamos buenos momentos”, dice David, pero enseguida se da cuenta de que han tenido un cambio drástico, que ya no solo graban tiktoks par reírse, sino que han conformado un empresa (asesorados por sus padres) y tienen un equipo de trabajo. Y un día llegó la publicidad. “Ya no lo tomamos como un juego, sino como un trabajo”.

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En un mes llegaron a 500.000 seguidores. “Fue una locura, explotó y en ese momento llegó nuestra primera marca”, continúa Kelly. “Al saber que hay dinero de por medio y gente que está confiando en nuestro trabajo, ya no lo tomamos como un chiste, para agarrar el teléfono y hacer lo que yo quiera”. En esos casos, explica, hay un guion, objetivos y expectativas. “Uno se pone serio, hay que hacerlo bien”. Así, el negocio tomó forma hasta convertirse en una empresa que trabaja con publicidad digital.

¿Qué hace un creador de contenido?

Al inicio, no tenían idea de lo que era ser un creador de contenido. “Empezamos solos, como todos cuando les llega su primera marca, no saben qué hacer”, ni cuánto cobrar. Kelly tenía 17 años y David 12. “Nos llamaron a grabar un tema con Enchufe TV y la productora nos explicó cómo se maneja un influencer”.

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La siguiente llamada que los dejó paralizados fue la de McDonald’s, y luego Coca Cola, marcas que como buenos miembros de la generación Z aman consumir. “Fue una locura. Hemos trabajado con varias marcas nacionales e internacionales, y todas han sido una experiencia. Nadie se espera que volteen a mirar a dos niños que estaban tratando de divertirse en redes sociales”. También incursionan individualmente con productos de maquillaje, en el caso de Kelly, y de gaming para David. “Hemos gritado de la emoción”.

El oficio del influencer es, de todas formas, nuevo, y está consolidándose, así que cada quien se desenvuelve de la manera que puede y que quiere. Eso no significa que no tengan una brújula moral. “La ética de un creador de contenido es promocionar algo que realmente le guste, porque si no es una mentira al público”, se apresura a añadir Kelly.

Además, su perfil es algo que tienen cada vez más definido. “Hay cosas que no van con nosotros. Somos muy familiares. Por obvias razones, porque estamos enfocados a niños, podemos tener que rechazar propuestas”, agrega la mayor de los Bustamante. “El público no es tonto, se da cuenta cuando algo es simplemente patrocinado y cuando el creador es fan de la marca”.

¿Qué tanto conocen a sus seguidores? Los Busta aseguran, por experiencia, que las redes sociales están llenas de usuarios de 8 o 9 años que usan los teléfonos de sus mayores. “Son chicos que disfrutan de la comedia en redes sociales, que están aprendiendo, y no podemos influir de manera negativa”. Han llegado a un consenso: no utilizar malas palabras, fomentar la hermandad llevándose bien e incluir de vez en cuando a sus padres.

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No les interesa mostrar escándalos, infidelidades ni un discurso sexualizado. “(Este tipo de bromas) le pueden dar mucha gracia a personas con criterio formado, pero en los niños normaliza cosas que no deben ser normalizadas. No nos metemos, no es de nuestro agrado, tampoco”.

¿Qué estudia un influencer? La realidad cotidiana de los Busta Brothers

Del David de 12 años, del primer video de TikTok, “no queda nada”, según su hermana mayor. ¿Qué opinan los padres? Que unos niños les dijeran que querían dedicarse a hacer videos no resultó fácil; los tenían muy enfocados en el deporte y en la escuela.

“Nosotros entrenábamos taekwondo de alto rendimiento, y nos preguntaban para qué nos quedábamos grabando tiktoks, porque en ese tiempo no era muy conocido, pero nosotros seguíamos”, cuenta el más joven de los Bustamante. “No hacíamos nada malo, solo grabar, pero nos restringían: ‘No hagas eso, estás perdiendo el tiempo’”.

“¡Esa era la frase!”, interrumpe Kelly.

“Nos ponían toda la hora de entrenamiento, salíamos cansados, pero igual íbamos a hacer tiktoks”, recuerda David.

La mentalidad cambió desde que los mayores se dieron cuenta de que esos videos tenían reconocimiento.

“La primera vez que nos pidieron una foto en frente de nuestra mamá, se quedó superloca”, cuenta Kelly. “No lo entendía, pero en ese momento aceptó que estábamos involucrándonos en una responsabilidad en redes sociales, y que no era solamente un juego”.

Mamá subió al vagón digital. Renunció a su empleo y empezó a apoyarlos, todo con tal de que siguieran estudiando como antes. “Hasta el día de hoy sigue grabando los tiktoks. A veces nos da los guiones, aprendió a editar. Papá no pudo hacer lo mismo, pero en sus momentos libres los lleva a lugares nuevos para grabar.

“A veces es tan divertido, porque la familia se une para crear contenido, y verán a mi papá con las luces, parado en una silla, mi mamá grabando. Ya lo aceptaron y creo que cambiaron un montón su idea de las redes sociales”. Ahora es un negocio familiar en el que puede haber opiniones diferentes. “No nos arrepentimos de nada. Creo que estamos viviendo un sueño”, dice Kelly.

¿Qué estudia un influencer?”La Kelly estudia marketing, le gusta todo eso, y está relacionado con lo que nosotros hacemos. Yo estoy estudiando el segundo de bachillerato, un añito más y voy a la universidad”, revela David. “Y la verdad sí, a mí me gustaría seguir algo que tenga relación con lo que estoy haciendo, como el teatro y la actuación. Si no se da, podría seguir producción audiovisual, para ayudar con la producción de vídeos para Tik Tok y para redes sociales”.

Aquí Kelly muestra lo que ha aprendido haciendo una defensa de las redes sociales. “Nos abren una puerta supergrande a estudiar algo que realmente nos gusta, que es nuestro sueño, y nos da las armas para hacerlo, porque esto evoluciona un montón, no es como la TV, un mundo en el que es muy difícil cumplir el sueño, hay que tocar mil puertas. Estamos detrás de una pantalla haciendo lo que nos gusta, y gracias a Dios y a nuestra familia y a todo lo que hemos hecho en estos cuatro años, podemos decir que tenemos una comunidad”.

Esa comunidad los ha visto, en los últimos días, cantando un clásico, el tema Soy ecuatoriano, en colaboración con Ecuador TV y otros artistas e influyentes locales.

“Confiesan que al pasar estudiando y produciendo, no salen mucho. “Somos un tanto ermitaños”, dice Kelly. “Bastante ermitaños”, enfatiza David. “Pasamos en casa, no hemos tenido oportunidad de hacer tantas colaboraciones”, confiesan, pero sí dan nombres de aquellos con los que han hecho una buena amistad: el colombiano Alejandro Nieto (@soybans), el comediante mexicano Esen Alvarado (@esen_alva), el venezolano Marco Pérez (@markomusica) y de Ecuador destacan a Enchufe TV (“nuestro sueño”), la manabita Gina López (@ginaalopez) y Melissa Endara (@melissaendarac).

‘No todo es crear contenido’, el futuro de los hermanos influencers

De la calidad de los primeros videos, dicen los Bustamante, queda poco. Además, han aprendido a hablar en público, pues ya no solo hacen video, sino que han incursionado en la actuación, en el canto y en la animación de eventos en centros comerciales y colegios.

“Es superloco, quitarse todos los miedos y pararse frente del público para hacer que se rían”, comenta Kelly; “detrás de una pantalla es totalmente diferente, porque se puede retroceder y volver a grabar, editar, pero cara a cara es otra historia”.

“La primera vez que tuvimos una presentación, fue terrorífico”, resume David. “A mí me da mucho miedo. Aunque me vean en redes sociales como una persona full extrovertida, soy bastante tímido cuando no me conocen. Se me hacía muy difícil hablar y todo eso, pero hemos mejorado en ese tema, ya puedo hablar y hacer reír a un público”.

“Entramos siempre temblando, pero cuando nos entregan el micrófono, todo cambia”, agrega su hermana. “Ver a la gente ahí esperando por nosotros, escuchar las risas, los aplausos, ver cómo cooperan y se unen es realmente gratificante”.

No se consideran famosos (todavía), pero unos cuantos millones mirándolos les dan una idea de los riesgos de exponer su opinión delante de quienes piensan diferente. “Hay que tener un poco de cuidado con lo que se dice, y con la desinformación”. Y con los memes. “Yo tuve un meme, hace algunos años, de Kellicienta, y hasta el día de hoy, a la gente no se le olvida”.

¿Qué se siente ser un meme? “Recibir comentarios positivos y negativos es fuerte”, confiesa Kelly, por experiencia propia. “Cuando uno se dedica a esto tiene que estar preparado. Yo no lo estaba, así que me chocó”.

La intervención de su madre ha amortiguado un poco el proceso, el contacto con las marcas, las realidades de tener que llevar contabilidad, de cuidar el aspecto legal, de tener un equipo de administración, producción y relaciones públicas. “Es algo de adultos”, concluye Kelly. “De la noche a la mañana pasamos de niños a ser grandes”.

Sí trabajan por separado. Kelly se va por la belleza, el cuidado personal y la música. David prefiere los videojuegos. “Los dos hacemos comedia, porque gracias a Dios salimos chistosos”, ríe él. ¿A quién? Al papá, dicen los dos enseguida. “Mi papá es un chiste andante, es el payaso de la familia, el alma de la fiesta, no puede faltar en una reunión familiar, es eufórico”. Ya ha colaborado en algunos cortos. “El público lo quiere. ya lo conoce”, asegura Kelly, mientras que su hermano considera que son “artísticos como mamá y chistosos como papá”, pues a aquella no le gusta estar frente a la cámara.

La vida de los jóvenes Bustamante se volvió 70 % producción para redes. Lo demás son estudios, ejercicio y los hobbies. “A veces no hay tiempo ni para ver una película. Es bastante complejo, una responsabilidad grande. La gente espera contenido”. Dejar las cuentas en pausa no es una opción. “Cuando uno entra en las redes sociales es muy difícil salir”.

Y sin embargo, se las arreglaron para tomarse unas vacaciones (y a grabar) gracias a uno de sus socios. Ha sido también la oportunidad de fortalecer su vínculo como hermanos y como socios. “Lo que nos identifica es la relación que tenemos. No sé si siempre podremos estar juntos. David crecerá, yo creceré. Pero de que nos van a seguir viendo, sí. Nos encanta”.

Momentos que no quedarán registrados. Según David, los más bonitos. “Compartir con la familia, disfrutar, salir de viaje, charlar con alguien. No todo es subir contenido”.

Para Kelly también hay límites. “Trato de ser bastante real en mi perfil personal; estamos acostumbrados a ver el típico perfil del influencer que tiene una vida perfecta. Pero hay problemas. Yo tuve un cuadro de depresión fuerte hace dos años, y pensé en compartirlo, pero no. La gente se mete en las redes para ver algo que le haga sentir mejor, que le brinde felicidad. Nosotros estamos para eso. En la pandemia nos hicimos conocidos porque tratábamos de hacer reír a la gente. Después nos encontramos con personas que nos abrazaron y nos dijeron: ‘Ustedes me sacaron un ratito de mi realidad’”. (E)