La relación más importante de una persona es la que tiene consigo misma. Esta relación, que dura toda la vida, se sincroniza con su capacidad de sentir amor propio. Aunque este término goza de diferentes niveles de popularidad con cada década, lo cierto es que no pierde vigencia ni coyuntura.
El amor propio implica aceptarse a sí mismo, genuinamente y de todo corazón. Involucra tratarse con amabilidad y respeto, priorizando la salud física y emocional. Va más allá de las meras acciones, se extiende a los pensamientos y sentimientos sobre uno mismo.
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“Por ejemplo, conocemos personas que aunque les vaya bien en su vida todo, todo lo hablan como una desgracia. Y hay personas que, aún cuando pasan circunstancias complicadas, aprenden a sentir gratitud con lo que lo enfrentan”, explica la psicóloga clínica, Mariana Bermúdez.
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La especialista ecuatoriana radicada en Miami explica que el amor propio se basa en los siguientes elementos: el autoconcepto o autoimagen; el autocuidado y la protección.
El autoconcepto o la autoimagen es la percepción y valoración que una persona tiene de sí misma, incluyendo sus atributos, habilidades, creencias y valores. El autocuidado es la capacidad de las personas para tomar decisiones conscientes y proactivas para mantener y mejorar su bienestar físico, mental y emocional. Requiere reconocer las propias necesidades y tomar medidas para satisfacerlas de manera saludable, asumiendo la responsabilidad de su propia salud y bienestar.
“Cuando yo me amo, aprendo a cuidarme, a protegerme y sobre todo acompañarme, que no quiere decir que muchas veces todo tenga que ser perfecto”, aclara Bermúdez. “Pero es lo más parecido a elegir la persona con la que te sientas al lado en un viaje en un avión, o en un bus. Si esa persona te está diciendo todo el tiempo ‘nos vamos a morir, va a haber un accidente, va a ser terrible, va a haber tormenta’. ¿Quién aguanta ese compañero?“.
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Por el contrario, en los momentos de turbulencias personales, nuestra compañía interna debería decirnos “todo va a estar bien, estamos juntos, vamos a salir de esto” y convertir, siempre que sea posible, la situación más difícil en una posibilidad de crecimiento.
Tan importante es alimentar el amor propio, porque además representa la forma como uno se junta con otras personas. “La relación más importante que debiéramos tener en nuestra vida es con nosotros mismos, porque de allí partirá el resto de nuestras relaciones. Por eso tenemos la pareja para lo que nuestro amor propio nos alcanzó. Si de pronto estoy quejándome o si pienso que es muy difícil encontrar una buena pareja, bueno es momento de revisar el amor propio”.
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Nuestro amor propio le enseña a otros cómo amarnos. Si nosotros no sabemos amarnos, cómo los otros podrán hacerlo de una manera que a nosotros nos sirva.
Cómo reconocer la falta de amor propio
¿Se ha preguntado cómo se encuentra su amor propio recientemente? Si estamos viviendo en automático (despertar, trabajar, comer, dormir) es hora de salir de ese trance y preguntarse de vez en cuando “¿cómo me estoy tratando?" y “¿cómo pienso sobre mí?"
“Si me preguntaran ‘¿Qué podrías hablarme de ti?’ y me cuesta, primero porque no me conozco, ahí hay otra alarma de que mi amor propio está sumamente débil", reconoce Bermúdez.
Otra señal de alerta: Cuando uno tiende a minimizar las cosas buenas que le pasa. Esto le ocurre mucho sobre todo a las mujeres, lamenta la psicóloga. “A cada halago encontramos un defecto, ¿por qué? Porque venimos de esa cultura equivocada en la que pensamos que ser humildes implica no reconocer lo buenos que somos".
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¿Y cuando nos pasan cosas malas? No hay que olvidar que nadie es perfecto, todos tenemos luces y sombras. Así como podemos identificar las cosas buenas que tenemos, debemos ser responsables en distinguir nuestra oscuridad. Allí entra la compasión: la capacidad de hablarnos con bondad cuando nos equivocamos, o cometemos un error.
“Muchas veces para los otros tenemos total empatía, amabilidad, comprensión. Pero para nosotros, tendemos a ser rudos, exigentes, hasta violentos, nos volvemos nuestros enemigos”, explica Bermúdez. Si eso sucede, es otro detonante de un amor propio debilitado.
También hay que estar atentos a los límites que ponemos a los demás. “Cuando muchas veces queriendo decir ‘no’ termino diciendo “está bien”, o cuando muchas veces hago cosas que realmente no quiero, sea por cumplir exigencias de lo demás, estoy en ese piloto automático que no se revisa a sí mismo".
Para Mariana Bermúdez, no cultivar pasatiempos o actividades que lo hacen feliz a uno, que no tenga necesariamente una paga de por medio, y no atender las tres áreas más importantes del ser humano (físico, emocional, espiritual), pues de igual modo estamos descuidando el amor propio.
Cómo alimentar el amor propio
La buena noticia es que, una vez que reconocemos que nuestro amor propio se encuentra decaído, podemos ejecutar pequeñas acciones que en suma ayudan a levantarlo.
“Podemos empezar desde la mañana con algo que nos ayuda mucho: elegir la actitud con la cual empezar el día y esto lo hacemos a través de la gratitud. Pensar en tres cosas por las cuales hoy podría agradecer”. Siempre ser específico.
“Cuando tengo la posibilidad de ser específica, como agradecer por el agua caliente que me baña, de tomarme este café tan delicioso, y sentirlo a conciencia, me da la posibilidad de activar hormonas de la felicidad, como la serotonina, que me ayudan a prepararme para tener un día en el que voy a estar más atenta de mí”.
De la misma manera, estar atentos a cómo reaccionamos en momentos de estrés. “Las mujeres tendemos a hacerlo todo tan urgente. Ahora mismo hay este ‘síndrome de la vida ocupada’, donde decimos tengo 1.000 cosas que hacer y el cerebro, que es un órgano con el que no se puede jugar porque se toma todo literal, se activa en modo guerra. Basta con decir tengo estas tres cosas importantes”.
El tercer paso es muy importante. Hay que darnos espacios y tiempos para descomprimir de las tareas diarias. En lo posible hacer una pausa para respirar profundamente, conectarse con el momento presente e, igual de importante, conectar con los demás, a través de una mirada, una sonrisa, de un cómo estás. Es decir, no descuidar su red de apoyo, que propicia al aumento del bienestar.
El amor propio para Mariana Bermúdez
La psicóloga clínica Mariana Bermúdez es psicoterapeuta y life coach (coach de vida en español) que además comparte sus consejos de vida en Telemundo. En esta entrevista, ella deja ver cómo refuerza su amor propio.
“Ha sido un trabajo muy conscientemente realizado, porque la Mariana de hace 10, 20 años, estaba pendiente más en los demás, más en las necesidades del resto, en no decirle no a mucha gente, aún cuando me tocaba acostarme muy tarde, aún cuando no almorzaba”, cuenta y revela que incluso como psicóloga debe cumplir procesos terapéuticos, porque “de otra manera no habría congruencia”.
Para su autocuidado, prioriza sus horas de alimentarse, la nutrición intuitiva porque no le gusta vivir en “modo dieta”). “Reconocí que parte muy importante de mi vida es estar cerca de la naturaleza, eso me hace muy feliz. Elijo esos espacios para desconectar y reconectarme. Aprovechar también el valor agregado de las mascotas, tengo un gatito que me vitaminiza todos los días”.
Cambió sus pensamientos de exigencia, para ser más compasiva con ella misma y mucho más generosa. “En vez de asustarme cuando hay crisis, siempre trato de tener un diálogo muy amoroso como si le hablara a esa niña interior que vive dentro de mí y siempre me tranquilizo, me calmo, me recuerdo lo que sí puedo hacer. Es como una especie de terapia automática, hace que las cosas vuelvan a su cauce y que uno pueda seguir entregando lo mejor de sí mismo, porque si no estamos bien por dentro, no podemos darlo hacia fuera”.
Bermúdez vendrá a Ecuador en mayo para ofrecer su taller Mastermind Renace, donde justamente aborda estos conceptos, y otros, prometiendo una “experiencia sanadora”. La clase se realizará el sábado 17 de mayo, en Guayaquil. Más información: @marianabermudez_psicologa (Instagram).