Es neuropsicóloga, personalidad de internet y autora de dos títulos que no dejan indiferente: Cómo mandar a la mierda de forma educada (el de la portada del tigre sonriente, publicado en 2023) y Cómo dejar de ser tu peor enemigo (2024), ambos con Penguin Random House.

La española Alba Cardalda (@albacardalda.psicologa) estuvo en Ecuador esta semana para presentar el segundo libro y firmar ejemplares a sus lectores, siempre fiel a su discurso orientado a ayudar a las personas a saber cómo poner límites auténticos de manera asertiva y a tener un diálogo interno más bondadoso.

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Cuando hablo del diálogo interno negativo me refiero a esa manera de narrarnos las cosas desde una perspectiva pesimista, esos mensajes que nos lanzamos a nosotros mismos que nos hacen sentirnos más inseguros, más críticos. Esa voz que siempre está sobreanalizando lo que hemos hecho, en vez de reconocer las cosas que sí que hacemos bien”.

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La propuesta de Cardalda es aprender a ser un buen monologuista, alguien que sabe llevar una conversación sana consigo mismo. “En Cómo dejar de ser tu peor enemigo doy herramientas para que ese discurso, que puede ser a veces tan tan negativo, que solo se fija en lo peor, sea más positivo y más amable”.

Y sí, esta comunicación interna se enlaza con establecer límites, pues cuando uno tiene un enemigo interior que le genera tanta inseguridad, es muy difícil que se sienta capaz de alzar la voz, dar la opinión, decir lo que le molesta o lo que le hace daño.

Mientras nos hablamos en negativo ignoramos incluso el bienestar presente para asumir un sufrimiento imaginado. “Nos hace sufrir de verdad. El escenario es real, esa situación tampoco, pero solo con imaginarla, nos genera ansiedad, nerviosismo. Nos hace padecer mucho, porque”, enfatiza, “el cerebro no distingue bien lo que estamos imaginando de lo que ocurre realmente. Se nos encienden todas las alarmas y mecanismos de defensa”. Y nos enfermamos.

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“El sufrimiento emocional se expresa también en la salud física; se acelera el pulso, cambian nuestros patrones de respiración; la hormona del estrés, que es el cortisol, se libera a través de las glándulas suprarrenales, en los riñones, y va al torrente sanguíneo, se riega por todo nuestro cuerpo y se mantiene por largo tiempo, y es tóxica para nuestros órganos”.

La psicóloga considera muy importante que podamos dirigirnos hacia nosotros mismos con palabras que nos den fuerza, que nos ayuden a sentirnos dignos, especialmente para decir que no. “Y hacerlo con asertividad, que es el tema principal del que hablo en Cómo mandar a la mierda de forma educada”.

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En efecto, en este primero la autora establece las bases: qué son y qué no son los límites, cómo mantener relaciones de calidad, y cómo estas influyen en la salud y la felicidad (o en la ausencia de ellas), y toma de la psicología para compartir estrategias cognitivo-conductuales para comunicarse de manera efectiva.

Límites para mujeres y madres: la creencia del amor incondicional

En medio de las reflexiones de Cardalda está el asunto de las creencias que utilizamos para darle sentido a nuestra visión del mundo, los acontecimientos y las relaciones. Pero ella nos recuerda que hay una diferencia entre esa percepción y la realidad. Lo que pensamos no siempre es lo cierto, y si no entendemos esto, bien podríamos estar creando y viviendo una realidad distorsionada.

Algunas de esas creencias están asociadas a ciertos roles, como el de la maternidad. Como creer que el amor debe ser incondicional y hacer algo por una misma es egoísta.

“Yo creo que estas dos creencias son las que más han interiorizado estas madres, y por eso a toda costa y a cualquier precio dan todo su amor, todos sus cuidados, todo su cariño hacia las demás personas, olvidándose de guardarse una cuota de este amor para ellas mismas. Pongo el ejemplo de un vaso lleno de agua. Si tú la vuelcas toda en las otras personas, te quedas sin agua para ti, te mueres de sed. Cuando una madre se da tiempo y cuidados a sí misma, también cuida a los demás. La cuidadora principal necesita esas atenciones para poder seguir. No da a entender que ella es más importante y los demás no valen nada. No, sino que ella también es importante”.

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El amor incondicional es, considera la escritora, la base de muchas relaciones de dependencia. “El amor real también tiene que tener ciertos límites”. Y en el caso de las relaciones tan cercanas como la maternidad, no es permisible cualquier cosa, sobre todo lo que pone en juego la salud física o mental. “Esto es lo que a muchas madres les cuesta aceptar. Por eso entregan toda su energía y todo su tiempo a su familia y se olvidan de ellas mismas. Es importante encontrar ese punto medio”. Especialmente las mujeres que combinan sus dos trabajos, el remunerado y el que le espera cuando llega a casa.

¿Quiénes son los lectores de Alba Cardalda, interesados en relaciones de calidad y vidas más sanas? “Tengo un público muy amplio, porque creo que esta necesidad de saber comunicarnos de forma asertiva y poner límites con la gente que queremos, de saber decir no sin tantos miedos y sin tanta culpa es una necesidad generalizada”. Pero sí hay mayoría. “Las más interesadas suelen ser mujeres jóvenes y de mediana edad”.

La psicóloga, que está completando una gira sudamericana para encontrarse con esa audiencia (estuvo en Quito el 6 de mayo), mira una diferencia entre los hoy veinteañeros y las personas nacidas antes del 2000, en que las mujeres solían ser educadas para ser complacientes, para no hacer conflictos, ruido ni nada que moleste.

“Creo que (a los jóvenes) los hemos educado con la conciencia del autocuidado. Cuando era pequeña, en mi casa no se hablaba de autocuidado, una palabra nueva. Las generaciones más jóvenes sí que tienen en cuenta eso y quizás no les hace tanta falta aprender a priorizarse, a cuidarse”.

¿Cuáles son las señales de una persona que sabe poner límites? “Tienen seguridad en sí mismas, en su opinión, en lo que piensan, y a la vez respetan las opiniones de los demás”. Expresa las necesidades propias, lo que le molesta y lo que puede tolerar, pero no se impone.

¿Dónde se entrena para aprender a poner límites? Lo más importante, dice Cardalda, es que cada uno sepa qué es lo que tolera o no en el trato y las relaciones. “Una vez sabes qué es importante para ti, el siguiente paso es entrenar en cómo lo comunicas”. Es un aprendizaje. Si uno no lo hizo en la niñez (cuando es más fácil de adquirir), no significa que ya no lo tendrá. “Podemos aprender si nos lo proponemos”. (F)