Ignacia recuerda claramente cómo la ausencia de su padre durante la infancia dejó una huella profunda en su vida adulta: “La experiencia de haber tenido la ausencia de un padre generó en mí el pensamiento ‘las personas que más amo me van a abandonar.’ Como resultado, solía elegir parejas emocionalmente inestables y huidizas que, al insistirles tanto para retenerlas, acababan por irse, confirmando mi temor de abandono.”

Fue en la terapia donde descubrió que estos sentimientos estaban ligados a experiencias de su infancia. Este proceso, aunque metafórico, se ha convertido en una herramienta crucial para el bienestar emocional y psicológico de muchas personas. Pero, ¿qué significa realmente sanar al niño interior y por qué es tan importante?

Para entender este concepto, la psicóloga clínica Gabriela Jordán, explica: “Quiero empezar por mencionar que no hay un niño como tal dentro de nosotros, es una metáfora relacionada a la infancia y a las heridas emocionales. Podríamos decir que la estructura psicológica más vulnerable y sensible de nuestro ‘yo’, siendo el núcleo de la conciencia e identidad, refiere a ese niño que vivió trauma sin explicación ni respuesta”.

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Esta visión nos ayuda a comprender que sanar al niño interior implica atender a esas partes de nuestra psique que fueron marcadas por experiencias dolorosas en la infancia.

Popularización de la frase “sanar el niño interior”

Debido al creciente interés en la salud mental, la frase ‘sanar al niño interior’ ha ganado popularidad. La especialista, María Belén Sucre comenta al respecto:

“El aumento de la conciencia sobre la salud mental ha contribuido a la popularidad de la frase ‘sanar al niño interior.’ Si bien ha existido mucho auge en los últimos años en cuanto a la salud mental, también se ha despertado una ola de sobreinformación proveniente del coaching y la superación personal, que no es psicología, y que han popularizado el término del ‘niño interior’. Este auge nos invita a mirarnos más internamente y revisar aquellas experiencias de nuestra vida que pudieron haber sido dolorosas durante nuestra niñez y que, trabajándolas apropiadamente en terapia psicológica, se pueden resignificar, ayudándonos a tener una mirada más sana de nuestra vida y de aquellas experiencias de nuestra infancia”.

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Importancia de sanar las heridas emocionales

Sanar estas heridas no resueltas es crucial. “Sanar sería observar estas heridas, desarrollar mecanismos internos que no se han podido desarrollar, tratar las carencias afectivas y cualquier tipo de conflicto que yo vea reflejado en mi vida actual ya sea de forma latente o manifiesta,” añade la especialista.

Este proceso de sanación permite a las personas reescribir y resignificar su historia personal, otorgando respuestas a ese adulto que no entendió muchos aspectos de su vida y que, en ocasiones, se culpa por situaciones del pasado.

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Sucre también ofrece su perspectiva: “El término hace referencia a aquella parte de nosotros vulnerable, sensible y especial que proviene de las experiencias de nuestra infancia. Las experiencias dolorosas o traumáticas que no son correctamente trabajadas pueden llegar a generar comportamientos poco saludables en la adultez, trastornos afectivos e incluso una percepción equivocada de la identidad personal.” En su práctica, Sucre ha observado cómo trabajar estas experiencias en terapia puede llevar a cambios significativos en la vida de sus pacientes.

Técnicas para ‘sanar al niño interior’:

Las técnicas para sanar al niño interior son diversas y adaptables a cada individuo, Jordán sugiere varios pasos clave:

  1. Reconocimiento y decisión de mirar hacia adentro: Aceptar la existencia de estas heridas y estar dispuesto a enfrentarlas.
  2. Prestar atención a nuestro auto diálogo: Identificar un diálogo interno dañino puede ser un indicio de conflictos sin resolver.
  3. Buscar ayuda profesional: La terapia psicológica ofrece un espacio de contención y escucha, donde se puede reestructurar la historia personal desde una nueva perspectiva.
  4. Analizar el origen del dolor: Determinar si estos conflictos provienen de la infancia o de otra etapa de la vida.
  5. Expresión creativa del dolor: Sacar el dolor y el afecto de forma tangible, a través del arte u otras formas de expresión.
  6. Autocuidado: Empezar por tratarse bien y con compasión.

Sucre enfatiza la importancia de identificar las señales de que una persona necesita trabajar en la sanación de su niño interior: “Cuando existen comportamientos irracionales, poco sanos y desadaptativos en la adultez que al revisarlos tienen como origen una experiencia no procesada de la infancia, esto puede estar causando estragos o malestar psicológico.”

Estos comportamientos pueden incluir inseguridades, miedos, comportamientos autodestructivos y problemas en las relaciones interpersonales.

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Para finalizar, Jordán nos recuerda: “No nos enfoquemos en exceso sobre nuestro pasado o ‘niño interior’. Llevemos también con nosotros este toque de presente. Quizás no solamente tengamos que tratar heridas emocionales sino desarrollar y trascender una parte infantil como aprender a lidiar con las frustraciones, tomar decisiones y encontrar la felicidad en nuestro día a día.”

Sanar al niño interior es un viaje hacia la comprensión y la liberación de viejas heridas, permitiéndonos vivir una vida adulta más plena y saludable. A través de la terapia y el autocuidado, podemos reescribir nuestras historias y encontrar una paz interior duradera. (I)