Ignacia recuerda claramente cómo la ausencia de su padre durante la infancia dejó una huella profunda en su vida adulta: “La experiencia de haber tenido la ausencia de un padre generó en mí el pensamiento ‘las personas que más amo me van a abandonar.’ Como resultado, solía elegir parejas emocionalmente inestables y huidizas que, al insistirles tanto para retenerlas, acababan por irse, confirmando mi temor de abandono.”