Las palabras tienen poder. Esa es una máxima con la cual muchas personas guían su vida y cuidan lo que expresan en público, incluso lo que se repiten en su diálogo interno. Aunque para algunos esta expresión pudiera tener un trasfondo sanador, espiritual o hasta bíblico, la realidad es que para los estudiosos de la lengua, pulir el sentido literal de lo que decimos nos puede ayudar a entregar mensajes más poderosos y mejorar incluso nuestra forma de comunicarnos.