El tiempo de Adviento es una oportunidad de ahondar en la fe en familia. Esta celebración que se realiza durante cuatro semanas y consiste en armar una corona de Adviento y encender cada domingo una vela para recordar este tiempo de espera antes del nacimiento de Jesucristo.

Aunque la ceremonia del encendido de la vela es una acción de cada domingo, una buena idea es colocar la corona de Adviento en la mesa familiar y encenderla cada noche cuando la familia cena unida, recomienda en un artículo del National Catholic Register, la pareja de esposos Tom y Caroline McDonald.

La corona simboliza algo más que las cuatro semanas de Adviento, por lo que aconsejan decir una oración corta como: “Ven, Señor Jesús, a nacer en nuestros corazones”.

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Oración y reflexión en el encendido de la vela

La ceremonia que puede desarrollarse en un encuentro dominical familiar o con amigos debe constar de varias partes, que combinen oración, reflexión, pedidos al Padre y cantos para recordar el hermoso tiempo de espera antes de la Navidad.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

MONITOR: Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

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TODOS: Que hizo el cielo y la tierra.

MONITOR: Hoy, al iniciar el Adviento, comenzamos un nuevo año litúrgico. El Adviento es un tiempo especial de preparación y espera. Iremos encendiendo, semana tras semana, las cuatro velas de esta corona como un símbolo de nuestra preparación gradual para recibir al Señor Jesús en la Navidad. Las luces de las velas nos recuerdan que Él es la Luz del mundo que irrumpe para disipar las tinieblas que nos rodean. El color verde que caracteriza a la corona simboliza la vida y la esperanza que Él, Dios hecho niño, viene a traernos.

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LECTOR: Lectura del libro del profeta Isaías:

“Levántate, brilla, Jerusalén; que llega tu luz y la gloria del Señor amanece sobre ti. Pues mira cómo la oscuridad cubre la tierra, y espesa nube a los pueblos, mas sobre ti amanece el Señor y su gloria sobre ti aparece” (Is 60, 1-2).

MONITOR: Nos recogemos unos instantes en silencio e inclinando nuestras cabezas vamos a pedir que el Señor bendiga esta corona de Adviento. Oremos...

LECTOR: La tierra, Señor, se alegra en estos días, y tu Iglesia desborda de gozoante tu Hijo, el Señor Jesús, que se avecina como luz esplendorosa, para iluminar a los que yacemos en las tinieblas, de la ignorancia, del dolor y del pecado. Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona con ramos del bosque y la ha adornado con luces.

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Ahora, pues, que vamos a empezar el tiempo de preparación para la venida de tu Hijo, te pedimos, Señor, que, mientras se acrecienta cada día el esplendor de esta corona, con nuevas luces, a nosotros nos ilumines con el esplendor de Aquel que, por ser la Luz del mundo, iluminará todas las oscuridades. Te lo pedimos por Él mismo que vive y reina por los siglos de los siglos.

TODOS: Amén.

MONITOR: (Una persona enciende la primera vela mientras se entona el canto, durante la primera estrofa)

Vamos a encender ahora la primera vela de nuestra corona mientras cantamos la primera estrofa del canto “Hoy se enciende una llama” o algún villancico. (I)