La victoria del candidato presidencial de extrema derecha de Brasil, Jair Bolsonaro, resultó un duro golpe para el Partido de los Trabajadores (PT), que ahora trata de hallar una forma de reconstruirse.

El PT, la fuerza que definió la política brasileña durante gran parte de las últimas dos décadas, sigue siendo dirigido por su fundador: el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva –ahora desde la cárcel–. Pero la organización se ve amenazada por las divisiones internas y concentra su fuerza en una región que está muy lejos del centro del poder económico del país.

El daño va más allá de la derrota electoral que sufrió el candidato ungido por Lula, Fernando Haddad, quien perdió por un margen de 10 puntos en el balotaje del 28 de octubre.

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Para millones de brasileños, el PT se ha convertido en sinónimo de corrupción y mala gestión. Durante los mandatos del partido en los últimos años estalló el mayor escándalo de sobornos en la historia de la nación, se produjo la peor recesión económica desde la Gran Depresión y la delincuencia subió a niveles alarmantes.

El enfado se tradujo en apoyo a Bolsonaro, que logró un número considerable de votos entre trabajadores de bajos ingresos, afrobrasileños y estudiantes universitarios que durante mucho tiempo fueron los principales partidarios del PT. Incluso votantes contrarios al discurso de Bolsonaro lo eligieron para evitar que vuelva el PT.

Los leales al PT dicen que lo que le pasó a Lula y la destitución de su sucesora Dilma Rousseff fue un “golpe de Estado” de derecha con el que se pretendía desacreditar a sus líderes y deshacer programas sociales que sacaron a millones de personas de la pobreza y dieron a las minorías un lugar en la toma de las decisiones. Pero también hay incondicionales del PT que admiten que su paso de la oposición al Gobierno hizo que perdiera sus raíces y se alejara del campo y de los barrios pobres del extrarradio.

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Los leales a Lula siguen apoyando a Haddad a pesar de su rotunda derrota, pero una facción del PT presiona para elegir a un líder más agresivo para enfrentar a Bolsonaro.

Pese a todo, la situación no es del todo desalentadora para el PT, ya que fue el que más escaños obtuvo en la Cámara baja. También se quedó con la victoria en cuatro estados, más que cualquier otro partido, aunque todos se concentraron en el pobre noreste de Brasil, su bastión tradicional.

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Después de que se disipe la victoria de Bolsonaro, el PT se unificará y asumirá su papel de líder de la resistencia, con Haddad al mando, cree Alberto Almeida, fundador de Brasilis, una firma de análisis político y social en Sao Paulo. (I)