Enrique Ayala Mora, historiador y político socialista, fue rector de la Universidad Andina Simón Bolívar. Pese a su militancia en la izquierda, ha optado por una distancia crítica frente al chavismo. Es opositor radical al correísmo.

¿Por qué Venezuela, con tanto petróleo, llegó a esta crisis?
La Venezuela petrolera fue un caso excepcional en el continente al exportar petróleo en cantidades significativas. Fue un Estado muy rico y tuvo un sistema político integrado por dos partidos, Acción Democrática –de corte socialdemócrata– y el Copei –demócrata cristiano–, que se turnaron en el poder hasta fines del siglo XX. Sin embargo, la mayoría de los excedentes petroleros iban solo a un grupo.

¿Solo la élite se benefició?
Algo goteaba al sector popular. Pero sobre todo había una burguesía parásita que casi no producía. Era común que un delicatessen en Venezuela sea más sofisticado que uno en París o que muchos vayan de compras a Miami el fin de semana; teniendo uno de los mejores rones del mundo, su bebida nacional era el whisky. El país se acostumbró a importar todo y se volvió monoexportador. La realidad mostraba a una clase política parasitaria, igual que las Fuerzas Armadas y un sector importante de la clase media.

Publicidad

Tras la prosperidad, en los 90 llegan la crisis y Hugo Chávez
La bonanza duró hasta fines del siglo pasado por la crisis del capitalismo. La elección de Carlos Andrés Pérez como presidente (1989-1993) determinó el inicio de políticas neoliberales, de ajustes, hubo el Caracazo (protestas por las medidas económicas) y después, una insurrección militar liderada por un teniente coronel, que fue Hugo Chávez Frías. Este se convirtió en un símbolo de la resistencia y, más tarde, en presidente.

Chávez asumió una crisis y luego tuvo bonanza
Chávez enfrentó la crisis con medidas populistas: inversión estatal, endeudamiento, inflación controlada... Hizo, sobre todo, un gran esfuerzo de redistribución hacia los sectores más pobres.

"Lenín Moreno acertó al reconocer a Juan Guaidó. Primero, porque la opinión local estaba en esa línea, tenía que ser sensible a ese sentir, y segundo, porque Venezuela estaba respaldando a Rafael Correa” Enrique Ayala Mora, historiador.

En teoría, eso no está mal
No necesariamente, porque la redistribución reaccionaria y conservadora, que mantiene el esquema económico, le crea al pueblo una ficción de avance, de gobierno popular, pero no se ataca a los problemas estructurales. Venezuela sigue siendo un país que importa todo, pese a que Chávez, en un primer momento, logró que varias industrias se levantaran. Hay un sector de la burguesía venezolana que fue beneficiaria del chavismo. Pero no se llegó a superar la dependencia petrolera.

Publicidad

¿Chávez no planteó cambios radicales?
Ni siquiera lo intentó. Era más fácil poner comedores populares, subsidiar, no subir el precio de los combustibles. En un momento, el galón de gasolina costaba 4 centavos de dólar. Venezuela tenía formas atrasadísimas de recaudación tributaria, era el único país de América que no tenía IVA. No se modernizó su aparato estatal, todo se resolvía con cargos públicos y se le pasaba la factura a PDVSA (la estatal petrolera)... En Venezuela no se hizo nada en serio.

Luego Nicolás Maduro profundizó la crisis
Maduro heredó un país colapsado por su esquema estatista e improductivo. Le tocó una situación extrema, al punto que ya no hay una redistribución amplia, sino una asignación de privilegios a los sectores que lo respaldan; es decir, al Ejército, a la burocracia y a ciertos sectores populares.

Publicidad

¿Un respaldo auténtico?
Mire, la política en Suiza, Tailandia, Venezuela o Ecuador es un juego de intereses. El poder es así y, obviamente, los sectores populares que respaldan a Maduro sienten que algo ganaron con el chavismo y que con un cambio podrían perderlo; sienten que si vuelve la oligarquía será para hacerles pagar el precio de la crisis. La gente no es estúpida y por eso defiende a Maduro. También hay amplios sectores que están al margen de los privilegios estatales, en medio de una debacle. En Venezuela hay una polarización real entre una mayoría, con la oligarquía a la cabeza, y un Estado sostenido por los militares y una clientela política y popular todavía muy respetable. Y, sobre todo, movilizable.

"No es verdad que en Venezuela haya un pueblo entero en contra de Maduro (...). Un sector importante de la población lo sigue apoyando, sobre todo de sectores bajos, porque todavía sacan algo del régimen chavista", Enrique Ayala Mora, historiador.

El respaldo de las Fuerzas Armadas sigue siendo clave
El Ejército venezolano está profundamente penetrado por la corrupción. Y tiene poder político real porque en la práctica es el sustento efectivo del Gobierno.

¿Qué salidas ve ahí?
Es muy fácil decir que se debe sacar a Maduro a cualquier precio y que hay que reconocer a (Juan) Guaidó como presidente. Pero Guaidó solo tiene sentido si es interino. Es decir, para negociar con el chavismo y llegar a una tercera posición. Es una ficha quemada. Eso es lo que no se dice. La posición más racional es la de México y Uruguay, que plantean negociar. La gente dice ‘No, no hay que negociar, hay que mandar a los marines (intervención de EE.UU.)’, pero en eso hay un problema real, de dignidad. Además, la experiencia de intervenciones norteamericanas en el mundo es desastrosa. ¿Trajo más democracia en Iraq? ¿Se ha estabilizado Libia? No. Creer que la intervención militar en Venezuela va a traer la democracia es pensar, primero, que Trump es demócrata, cosa que, a todas luces, no lo es. Y sería un derramamiento de sangre espantoso. Tampoco es la solución que Maduro haga, buenamente, sus maniobras.

¿Y entonces?
Curiosamente quien tiene la razón es el papa Francisco. Muchos le han reclamado por no tener una posición más dura, pero él no puede decir lo mismo que Guaidó o (Donald) Trump, aun cuando eso es lo que le gustaría a mucha gente de buena fe en Ecuador. Cuando Maduro pidió la mediación del papa, este le dijo, en pocas palabras, que negocie.

Publicidad

¿Negociar qué?
Un gobierno de transición. Eso, sobre todo, supone que los militares cedan. No es que va a derrumbarse todo y la democracia viene al día siguiente, pero solo es posible una salida negociada. Y esta tiene que ser impulsada por la presión internacional. (I)