Mongabay Latam

Los siona son una nacionalidad binacional: están en la provincia de Sucumbíos en el noreste del Ecuador y en el departamento de Putumayo en el sureste de Colombia. Son una de las 14 nacionalidades indígenas en el Ecuador y uno de los más de 100 pueblos indígenas en Colombia.

La actual pandemia provocada por el COVID-19 no ha hecho más que empeorar los problemas que ya tenían antes del virus en su territorio.

Publicidad

La tala indiscriminada de árboles no ha disminuido sino que ha aumentado en los últimos años. María Olga Borja, de Fundación Ecociencia, dice que “hay un despunte de la deforestación a partir del 2016”.

Entre las causas de la deforestación están las actividades extractivas como el petróleo, la minería y la tala de árboles para obtener madera o para sembrar cultivos ilegales de coca.

Solo en el 2018, se deforestaron 350 hectáreas en las 56 972 del territorio de Buenavista en Colombia. En el mismo periodo, 27 hectáreas de las 2457 fueron deforestadas en la zona de Wisuyá en Ecuador.

Publicidad

Adriana Rojas, de la fundación colombiana Gaia, dedicada a la protección de la Amazonía, confirma el incremento de la deforestación en ambas comunidades fronterizas. Pero dice que aunque la afectación en Buenavista y Wisuyá es la misma, la diferencia está en que uno de esos territorios es más grande que el otro. Por lo que se puede decir que la zona de Wisuyá es la más afectada, explica Rojas.

Tras mapear satelitalmente el territorio de los siona, Mongabay Latam y el medio digital GK cuentan como esta nacionalidad indígena se enfrenta a la ilegalidad.

Publicidad

Para la abogada María Espinosa, la deforestación “tiene una relación directa con el negocio de la coca y con la expansión del extractivismo”.

Andrés, un indígena siona, dice que en su territorio hay cultivos ilegales de coca y también “cocinaderos”, cocinas artesanales que se usan para el procesamiento de la coca extraída.

Además, se emitieron 57.600 alertas en las regiones donde se encuentran pueblos indígenas: el territorio siona ubicado en el límite entre #Ecuador y #Colombia y la comunidad cacataibo Santa Martha en #Perú. Dentro de estos territorios, la cifra de alertas llegó a 6.692. (7/12) pic.twitter.com/OE0nq3mX6e

Con temor, e intentando cuidar cada palabra que dice en una videollamada, cuenta que del lado colombiano “están los cultivos, pero en el lado ecuatoriano se produce la cocina artesanal, el procesamiento de crudo para sacar combustible y suministrar para el procesamiento de la hoja de coca”.

Espinosa agrega que para la existencia de estos “cocinaderos” se deforestan zonas de bosque. “Luego en la zona baja se desarrolla toda la infraestructura que, como ellos han señalado, es una infraestructura artesanal móvil, entonces usted puede tener un cocinadero en un sitio ubicado algunos meses o semanas y luego moverlo”, dice la abogada de los siona.

Publicidad

Es decir, cada vez que se reinstala, se debe deforestar una parte diferente del bosque.

Para la investigación, se rastreó la deforestación en la plataforma de monitoreo satelital Global Forest Watch (GFW). Lo encontrado nos habla de espacios de deforestación no solo en Colombia, sino también en la comunidad siona del Ecuador.

“Encontramos pequeños parches de deforestación que están alejados de las carreteras, lo que puede indicar una presencia de coca”, señala Mikaela Weisse, gerente de GFW.

Lo que confirmó el monitoreo es que esos parches de deforestación encontrados en Wisuyá también están relacionados con el desbosque ocasionado por los narcotraficantes para habilitar ‘cocinaderos’.

En tanto, en la comunidad siona de Buenavista, asentada en territorio colombiano, las imágenes muestran que la deforestación se registra en la zona desde el 2013. “Los (parches) más recientes fueron hechos en junio de este año, lo que denota que la actividad ha continuado en pandemia”, señala Weisse.

En la comunidad de Buenavista, el territorio siona ubicado en Colombia, se han detectado solo en este año 4027 alertas de deforestación, mientras tanto, en la comunidad de Wisuyá, el lado siona asentado en el Ecuador, las alertas registradas bordean las 130.

Además del constante peligro de la violencia causada por el cultivo ilegal de coca, hay figuras que los Estados crean para brindar protección a un área, pero no funcionan por la falta de coordinación con los actores en la zona.

Ese es el caso del Bosque Protector del Triángulo de Cuembí, un área protegida creada por el Ministerio del Ambiente de Ecuador en el 2010 y en el cual vivían más de una decena de comunidades indígenas, entre ellas la de Wisuyá. Sin embargo, estos pueblos no fueron consultados y el control del área fue cedido a las Fuerzas Armadas.

Los siona de Putumayo enfrentan la #deforestación dentro de su territorio y las amenazas de los grupos criminales en la frontera de Ecuador y Colombia.

Entre 2010 y 2017, mientras seguía vigente el área protegida de Cuembí, la pérdida de bosque se disparó. De acuerdo con los datos de deforestación que Ecociencia ha analizado, esta creció en más del 100 %.

En el 2010 se devastaron 234 hectáreas, en el 2017 alrededor de 526 y un año más tarde, en el 2018, se contabilizaron 477 hectáreas perdidas.

“La declaración no parece reducir en ningún grado la tendencia en la deforestación”, comenta María Olga Borja de Ecociencia. En julio de este año, tras la demanda interpuesta, la Corte Constitucional del Ecuador falló a favor de los siona y declaró que esa designación había sido inconstitucional.

El impacto ambiental de los cocinaderos

La deforestación no es el único problema que enfrentan los siona, también está el impacto ambiental producto de la contaminación que causan los cocinaderos.

El procesamiento de la pasta básica de cocaína comienza con la trituración de la hoja. Después se agregan componentes químicos como cal y ácido. En el proceso, se necesitan grandes cantidades de agua.

Por lo general, los cocinaderos se instalan cerca de nacederos de agua como ríos o riachuelos, que acaban contaminados. Estas actividades ilegales, dice María Espinosa, están a cargo de “terceras personas, no indígenas, que llegan con el incentivo de poder tumbar bosque para la siembra de coca”.

Entre estas personas estarían grupos armados que, como los siona, viven en ambos lados: en el ecuatoriano y colombiano. Solo en el territorio de Wisuyá y Buenavista se han identificado tres.

En un informe de Verificación de Derechos Humanos de la Defensoría del Pueblo de Ecuador, varios testimonios de indígenas siona del Putumayo reconocen la existencia de grupos armados. Entre ellos está el Frente Primero de las FARC y la Mafia.

El Frente Primero Carolina Ramírez sería una disidencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Aunque la abogada Espinosa dice que no se autodenominan disidencias sino parte de las FARC.

Otro de los grupos armados se denomina La Mafia, una estructura narcoparamilitar que estaría conformada por disidencias, según Espinoza.

Y un tercer grupo es el Comando de Frontera, que surgió durante la pandemia provocada por el Covid- 19.

La presencia de estos grupos ha empeorado la situación de los siona. No solo tienen que lidiar con el olvido de los gobiernos de Ecuador y Colombia sino que ahora se ven amenazados por la presencia de grupos paramilitares y narcoparamilitares.

Para leer el artículo completo en Mongabay Latam haga clic aquí. (I)