Las elecciones regionales programadas en Cataluña el 14 de febrero se aplazarán al 30 de mayo por el repunte de la epidemia, tras un acuerdo entre partidos este viernes al que solo se opusieron los socialistas en el poder en España.

En una reunión en Barcelona, los partidos validaron la propuesta del ejecutivo separatista catalán de llevar al 30 de mayo estos comicios regionales, forzados por la inhabilitación en septiembre del expresidente Quim Torra por desobedecer una orden de la junta electoral.

Son los quintos comicios en esta región de 7,5 millones de habitantes desde 2010, cuando empezó el auge independentista que tuvo su punto álgido en 2017 con un fallido intento de secesión impulsado por el expresidente Carles Puigdemont, ahora exiliado en Bélgica.

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La coalición separatista en el poder argumentó el aplazamiento por el peligro de contagios cuando España se ve inmersa en la tercera ola de la epidemia y para garantizar el derecho a voto de las muchas personas que estarán aisladas por el virus.

"Lo más prudente es aplazar estas elecciones", indicó Elsa Artadi, portavoz de Juntos por Cataluña, uno de los integrantes de la coalición gobernante.

La situación no está contemplada por el reglamento electoral y desde el partido socialista del jefe de gobierno español Pedro Sánchez, los únicos contrarios al retraso, no descartan recurrirla.

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Su formación dio un golpe de efecto a la carrera electoral al presentar como candidato al actual ministro de Sanidad y cara visible de la lucha contra la pandemia, Salvador Illa.

Los últimos sondeos mostraban que el todavía ministro podía disputar la victoria a los dos partidos separatistas en el poder regional, Juntos por Cataluña e Izquierda Republicana (ERC).

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"La victoria de Salvador Illa se producirá el 30 de mayo, como se hubiera producido el 14 de febrero. Pueden retrasar el cambio, pero no impedirlo", dijo el actual líder socialista en Cataluña, Miquel Iceta.

Los comicios en esta región tienen repercusión para Pedro Sánchez, cuya gobernabilidad depende del partido separatista Izquierda Republicana, más proclive al diálogo que sus socios de Juntos por Cataluña.

Desde su llegada al poder en 2018, el mandatario socialista apostó por reencauzar las relaciones con Cataluña y hace un año, para asegurarse su investidura, prometió a ERC la creación de una mesa de negociación entre ambos ejecutivos que ahora está paralizada.

Al mismo tiempo, la alianza forjada por los independentistas durante el intento de secesión de 2017 se ha ido resquebrajando y los choques entre sus dos grandes formaciones son constantes. (I)

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