Ángel Cayamcela viajó desde la provincia de Cañar cuanto tenía 15 años junto con sus hermanos, primos y su cuñado. Todos llegaron a Quito con el sueño de conseguir un mejor estilo de vida, encontrar trabajo y poder salir adelante.

Nada era fácil, no conseguían trabajo, así que Ángel decidió emprender y vender cebiche de pescado en un balde. Esta práctica todavía se realiza, especialmente en el centro de la ciudad, y en las parroquias rurales es fácil encontrar un comerciante que lleve un balde como ese y un canasto.

El trabajo era cansado, todos los días tenía que caminar por el centro histórico en búsqueda de clientes. Su principal ruta era por el mercado de Ipiales y sus alrededores. El trabajo constante le permitió invertir cada vez más, con el fin de lograr instalar un puesto fijo, y así lo hizo.

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Hace 25 años logró fabricar una especie de coche que transporta los baldes donde tiene los cebiches, ahora de concha, camarón y pescado. Lo que faltaba era identificar el lugar donde establecería su punto de venta.

Ipiales es una plaza comercial que ofrece una infinidad de cosas. Los caminos culebreros que se forman entre los locales de ropa, zapatos, electrodomésticos, dulcería, víveres y tecnología se unen entre sí, formando una especie de laberinto que haría perderse a cualquier visitante que va por primera vez.

QUITO.- Ángel Cayamcela elabora cebiches de camarón, concha y pescado en el centro histórico de la capital. Foto: Andrés Salazar

La entrada es desde la esquina de las calles Imbabura y Chile, esta última es peatonal, por ella proliferan los comerciantes no regulados que ofrecen desde cordones de zapatos hasta protectores de celular.

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Por uno de los ingresos de esta plaza comercial popular se llega directamente al puesto de don Ángel, como le conocen sus vecinos. Todos los comerciantes saben de él, de hecho, la mayoría es cliente de sus platillos, así que si pregunta por su nombre le pueden ubicar.

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El ciudadano recuerda con añoranza todo el camino que ha pasado, pues a base de la venta de cebiche de balde ha logrado darles el estudio a sus tres hijos. Ahora tienen 22, 20 y 11, respectivamente, por eso Ángel sigue trabajando cada día con más compromiso, ya que sus responsabilidades no se han terminado.

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Él, como todos los comerciantes, tuvo que afiliarse a una asociación y también paga un valor por ser parte del comercio de esta zona. Los clientes lo conocen como los cebiches del vecino o los cebiches de don Ángel.

Aunque la pandemia bajó por completo las ventas, están en camino de recuperación. “Esta es una cadena para todos. Ahorita a todos, después de la pandemia, nos bajó a todos el negocio. A la gente le despiden de los trabajos y eso ya baja las ventas. Comenzamos de cero otra vez para poder recién ir recuperando a los clientes”, dice mientras sirve una bandera, el plato que lleva cebiches de concha, camarón, pescado, arroz, canguil y tostado.

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No lleva una cuenta de los cebiches que vende diariamente, para él, un aproximado de 25 platos despacha cada día. Los días sábado y domingo la venta es mayor porque los propios locales tienen mayor llegada de clientes. Además, la época previa al nuevo año lectivo de educación y Navidad son las más fuertes.

Así el célebre vendedor de cebiches recibe a sus clientes, a quienes atiende desde las 09:00 hasta que se le termine el producto, normalmente a las 16:00. Junto con su esposa se levantan a las 04:00 para elaborar todo y mantener fresco el alimento que disfrutan sus comensales. (I)

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