Cada 20 de mayo se conmemora el Día Mundial de las Abejas, declarado por las Naciones Unidas para crear conciencia sobre la importancia de estos insectos polinizadores, las amenazas a las que se enfrentan y su contribución al desarrollo sostenible.

Este sábado es un día importante para Samuel Galotuña, un ingeniero comercial oriundo de Quito, cuyo amor por las abejas nació de una colmena pequeña en su infancia, y que ahora dedica su vida a la conservación de las abejas y a la venta de productos apícolas.

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Samuel, fundador de la Apícola del Ecuador, cuenta que creó su empresa como parte de un proyecto universitario. En una clase de emprendimiento, de la Universidad de las Fuerzas Armadas, le dieron la consigna de crear un negocio a partir de una pasión, y él inmediatamente pensó en las abejas, de las que ya poseía ocho colmenas.

Su primer paso, acompañado de su hermano, Juan Gabriel, fue hacer un mapa apícola, identificando los pisos climáticos en el país, los tipos de abejas y las temporadas de mayor producción. Luego, apuntaron al mejoramiento genético para tener mayor mansedumbre en las colmenas. “En el país predomina la raza africanizada. Esas abejitas son bastante agresivas, entonces para hacer un mejoramiento genético se hace cruce con abejas europeas y nos permite tener mayor docilidad y producción”, explica Samuel.

En su página web, que funciona en parte como un blog, también se venden productos apícolas. “Tenemos productos de la línea cosmética, miel y velitas de cera. La cera tiene propiedades para impedir que las bacterias entren. No se desperdicia casi nada de las abejitas”, comenta Samuel.

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El apicultor de 38 años, que recuerda que en su adolescencia tenía cuatro colmenas y obtenía miel para vender a sus vecinos, explica que las abejas no solo sirven para obtener productos. “El 80 % de las plantas que existen en el mundo son polinizadas por abejas”, asegura Samuel. “Es una relación simbiótica”, añade.

Una colmena de abejas. Foto: Cortesía Apícola del Ecuador

Samuel es un experto en el comportamiento de las abejas. Puede reconocer cómo se organizan las colmenas, cuándo están siendo agresivas y cuándo necesitan ayuda. Él resalta la importancia de apreciar el trabajo que hacen estos insectos.

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“Para recolectar un kilo de miel tienen que unirse 2.500 abejas y hacer de 10 a 15 vuelos diarios. Cada vuelo recorren entre 40 y 100 kilómetros”, dice Samuel. “Por eso la miel debe consumirse sabiendo que hay mucho trabajo detrás de eso, tanto del apicultor que las cuida como de las abejitas que hacen tanto esfuerzo para conseguir ese granito de miel”, agrega.

A la miel, que es el producto más popular de las abejas, Samuel la valora también por su pureza. Y la adulteración es “una falta de respeto a nuestras abejitas”. Según el apicultor, “las abejitas no producen mucha miel y hay temporadas en las que no hay”, lo que lleva a que muchas personas mezclen la miel con glucosa, fructosa o azúcar de maíz, y eso “compite con los pequeños apicultores”.

“El pequeño apicultor hace tanto trabajo para conseguir una miel pura y la gente puede coger esa miel y mezclarla, lo que afecta a los consumidores y a los productores”, dice Samuel.

La fumigación con pesticidas y químicos tóxicos es otro problema que afecta a las abejas y a los apicultores. “Ellas nos visitan y están en las flores. Cuando fumigamos las abejas pueden ser contaminadas, y pueden morir al llegar a su casita”, explica Samuel, que cree que por eso ha disminuido la población de abejas.

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Abeja reina. Foto: Apícola del Ecuador.

“Nosotros teníamos un apiario con 50 colmenas cerca de un cultivo de papas. Generalmente a las papas no se pegan las abejas porque no producen néctar, pero en medio crecía el rábano que sí es llamativo para ellas”, relata Samuel.

Los dueños del cultivo “fumigaron las 4 hectáreas de ese cultivo, las abejitas se contaminaron e ingresaron a sus colmenas, infectaron a las otras abejitas y las contaminaron”.

“Cuando ya se contaminan con este tipo de químicos no es posible salvarlas”, comentó el apicultor.

Con él coincide Gabriela Mora, quien también trabaja en la Apícola del Ecuador: “Las personas usualmente les tenemos miedo o recelo a las abejas porque nos pican o hay alergias, pero hemos tenido casos en los que nos llaman y nos dicen que tienen un enjambre y que vayamos a sacarlas. Lo que estaría mal es matarlas o ponerles un insecticida, porque ellas nos ayudan”.

Ella señala que su labor también se integra con la responsabilidad social. La Apícola del Ecuador está creando una “red de pequeños apicultores” a quienes les enseñan a producir miel de calidad y a conservar a las abejas.

Conoce mejor a las abejas

  • Las abejas funcionan como una familia: la mamá es la abeja reina, las hijas son las abejas obreras y el papá es el zángano.
  • El ciclo de nacimiento de las abejas toma 21 días. Ellas empiezan a trabajar desde el día que nacen y tienen roles que se ajustan a su edad.
  • Las abejas obreras solo viven entre 30 y 40 días. Las abejas reinas pueden vivir hasta los cinco años, pero su etapa de mayor producción solo dura un año.
  • Desde el punto de vista aerodinámico, las abejas no deberían poder volar.
  • El trabajo de campo, como se llama a la recolección de la miel y el polen, se realiza en los últimos días de vida de las abejas.
  • Las abejas distinguen los colores llamativos de las flores, pero confunden el color negro y suelen picar ese color. En cambio, ignoran el color blanco, por eso los trajes de los apicultores son usualmente blancos. (I)