La Universidad San Francisco de Quito (USFQ) ha cumplido 35 años de fundación. Actualmente, este centro de estudios se encuentra en el sitial más alto del Ecuador y lo ha representado internacionalmente con estudiantes, docentes e intercambios.

Con su dragón como un referente de la educación, enfocada en las artes liberales, los edificios coloridos, parques, jardines y demás espacios, convive la comunidad, que supera las 10.000 personas, en el campus ubicado en la parroquia de Cumbayá, en el nororiente de la capital.

También cuentan con dos estaciones de investigación, el Tiputini en la Amazonía y en San Cristóbal, donde también funciona el campus de la USFQ-Galápagos, centros que buscan ampliar el campo del conocimiento a través de los descubrimientos, como el verdadero aporte a la sociedad que tienen los centros de estudios universitarios.

Publicidad

¿Cómo era Quito en 1532? Un videojuego permite conocer este territorio y descubrir reliquias mediante misiones

Todas las instalaciones tienen un sentido homenaje a Santiago Gangotena, canciller de la USFQ y fundador, quien perdió la vida en un siniestro de tránsito el pasado 21 de abril. Carlos Montúfar, presidente del Consejo de Regentes y fundador de la USFQ, recibió a un equipo de EL UNIVERSO para hablar de estos 35 años de historia.

¿Cómo ha sido este camino de 35 años en la USFQ?

Realmente ha sido tan interesante, tan dinámico, tan fascinante. Cuando las cosas van bien, con empedrados y problemas en el camino, el tiempo vuela. Y han sido unos 35 años en los cuales hemos logrado formar una comunidad de académicos, de personas que hacen la universidad muy cohesiva entre sí, y también hemos logrado tener un impacto más allá de nuestra zona geográfica. Hemos logrado tener un impacto ya mundial como universidad. Entonces, han sido unos 35 años, yo diría, fascinantes.

Publicidad

¿Ha sido fascinante crear estudiantes y contar con docentes que han tenido relevancia y han destacado el nombre de la universidad?

Sin duda, sí. Una de las metas que tuvimos, esto era idea de Santiago (Gangotena), cuando regresamos en el año 76 de Estados Unidos, él tenía la idea de crear una universidad como las americanas. Y Bruce (Hoeneisen) y yo le decíamos: “¡Santiago, estás loco!”; y Bruce dijo: “Es tan loca la idea que a lo mejor funciona”. Una de las cosas más importantes era cómo contratamos personal que tenga una nueva visión de la educación, que no sean instructores, pero sean maestros, y eso es bien difícil. Entonces nos dedicamos durante el tiempo y durante los años a contratar jóvenes que han tenido el máximo posible título en el área de saber, no necesariamente que sean expertos maestros, eso con el tiempo fueron adaptándose a nuestra filosofía interna, que promueve el ser maestro y no instructor. Y claro, empezando con Bruce Hoeneisen, que es uno de nuestros fundadores, ya estábamos en los periódicos entre comillas de la ciencia del mundo y luego una cantidad más, porque hemos unido a personas que se han destacado en todas las áreas (…). El Ecuador es el mejor laboratorio del mundo y no nos damos cuenta, desde el punto de vista biológico, ecológico, cultural, entre otros.

Publicidad

Ecuador es el mejor laboratorio natural no aprovechado. ¿Eso motivó a tener un tipo de educación diferente? ¿Tuvo que ver que está en Ecuador?

A ver, yo creo que muchas cosas sucedieron en el sitio correcto, el rato correcto, con las personas correctas; eso pasa mucho. En el año en que nosotros empezamos, el sistema universitario ecuatoriano y, en general, el de América Latina no pasaban por sus mejores momentos. Entonces había una demanda muy grande de salir a estudiar afuera y de extraer esta educación de afuera, más que todo la norteamericana, y traer aquí a la juventud ecuatoriana. Al inicio fueron ciento y pico estudiantes; ahora son más de ocho mil, y eso ha hecho que la educación forme personas dentro de un concepto que se llama las artes liberales. Y las artes liberales tienen muchas definiciones, pero es dar valor al conocimiento y dar valor a la libertad individual; eso es lo que hacen las artes liberales. Entonces, formamos a nuestros estudiantes dentro de un ambiente amable, de mutuo respeto; que el estudiante vea más allá de su propia carrera, y esas son las destrezas necesarias para el futuro, la interrelación entre las distintas disciplinas. El título es lo de menos.

¿El estilo de educación liberal difiere mucho del de las demás universidades?

Yo creo que, en principio, muchas otras universidades, y a buena hora, también están mejorando en el país; eso es importante. Si difiere mucho, no sé, porque no estoy metido en los programas de cada institución, pero yo creo que la gran diferencia que nosotros imponemos es el pensar y la misión y la pasión que tiene cada profesor por lo que se da en el aula. Yo creo que el conocimiento se imparte con pasión, y es esa pasión la que contagia al estudiante, no la instrucción a la materia, no la fórmula, no la ecuación, no el título; es cómo entusiasmamos al estudiante para que esto sea el inicio de su proceso de adquirir conocimiento durante su vida. Yo les digo a los estudiantes el primer día de clases: “Hay algo que sí les puedo garantizar: que cuando se gradúen de aquí, van a salir más ignorantes de lo que están entrando”, y les dejo que interpreten eso.

Publicidad

QUITO (05-09-2023).- La Universidad San Francisco de Quito (USFQ) se fundó hace treinta y cinco años. Alfredo Cárdenas/ EL UNIVERSO. Foto: Alfredo Cárdenas.

¿Cómo fue el primer año? ¿Cuántos estudiantes tenían?

112 estudiantes y 12 profesores.

¿Y ahora cuántos son?

Cerca de 9.000 estudiantes, 500 profesores a tiempo completo, 400 a tiempo parcial, 500 de la parte administrativa; somos una comunidad de cerca de 10.000 personas. Somos una comunidad bien grande y que sí tenemos un impacto importante, porque creo que ha sido multiplicador geométrico en la creación de empleo, en la creación de emprendedores, que es bien importante. La juventud de hoy día es maravillosa. Para mí, es espectacular; tienen una gana de salir adelante por su cuenta. Ya no es como antes: uno se graduaba de una universidad para buscar un trabajo. Ahora es “genere trabajo”, y eso requiere tropezarse, caerse, pero creo que salen con las herramientas para tener éxito en todas las áreas. En sí, es impresionante el éxito de nuestros veintipico mil exalumnos en tan poco tiempo.

En el camino de 35 años, ¿la USFQ tuvo tropiezos?

Bastantes tropiezos legales; no voy a entrar en detalle. Tropiezos de sobrerregulación, que es un problema que hay en el sistema educativo de América Latina: sobrerregular. Llegamos a una época en la cual hasta el nombre de la materia, el número de horas, casi casi como colegio, el texto tenía que ser dictaminado por el Estado, cosa que por suerte fue modulándose para que sea un poquito más flexible. Pero seguimos un sistema excesivamente regulado, y en academia y en conocimiento es donde menos regulación debe haber.

¿Qué anécdotas dejan estos 35 años?

Una vez vino un premio nobel, no voy a decir el nombre, le invitamos a comer y en la casa sirvieron unos tamales chiquititos, y se comió con las hojas, porque nunca había visto, y alguien le tuvo que explicar que el tamal es eso; pequeños detallitos. Otra vez tuvimos otra famosa científica que vino y lo único que hacía era tomar fotos de los pies, de todo el mundo. Se regresó. Le gustó el Zhumir. A los tres meses ganó el Premio Nobel; entonces, le mandamos a su país, que no era muy fácil, tres botellas de Zhumir, y ese premio nobel es top del mundo ahora.

Hemos tenido personas increíbles, profesores también increíbles, y cada uno tendrá una anécdota, pero hay tanto que ha habido en esta universidad que es increíble y es satisfacción.

A partir de la muerte de Santiago Gangotena, ¿qué ha cambiado en la USFQ?

Su muerte fue una tragedia inesperada. Santiago fue el que creaba, pinchaba para hacer que la universidad siempre esté en la punta. Irreverente pero, en el fondo, un ser humano que valoraba más que todo la libertad individual. Hace algún tiempo, el Gobierno dictaminó que no puede haber rectores que duren más de diez años, y Santiago ya estaba más de diez años; y por las circunstancias de esa época le llamaban la ley Gangotena, que la ley estaba ahí para que Santiago ya deje de ser rector. Dejó de ser rector; fui rector yo. Luego se conformó lo que se llama el Consejo de Regentes de la San Francisco. Es un cuerpo de personas que pueden haber colaborado con la universidad o no, que está aquí para vigilar a futuro la misión y visión. Los dos entramos al Consejo de Regentes. Ya a la muerte de Santiago ya estaba dos años con el rectorado de Diego (Quiroga) y Andrea (Encalada); entonces ya estaba funcionando muy bien. Entonces, sí, impacta, es triste, pero ya sigue adelante, y sigue bien.

¿El legado de Santiago Gangotena sigue en la USFQ?

El legado de Santiago está en todo lado: el diseño de esta oficina, Santiago me diseñó los muebles, el color de los edificios, las guaraguas (adornos) de los edificios, el diseño de los muebles, los cursos socráticos. Cuando el alumno pasea por aquí, ve lindos jardines, ve una laguna. Son una cantidad de intangibles en que Santiago estaba involucrado. El dragón que se creó en el noventa y pico, en algún aniversario... Todo tiene su legado.

Y ahora el dragón es la insignia de la universidad.

Es la insignia y no sé si han visto ese dragón inmenso que está ahí arriba de un edificio. Y está en todo lado. Inclusive, el equipo de las Dragonas del Independiente del Valle ya tiene ahí el dragón de Santiago. Siempre le importaron detallitos que a uno parecen irrelevantes: cómo se viste, cómo se comporta. Tanto es así que en esta institución estamos desde el 94; no ha habido una sola vez que hemos tenido que borrar un grafiti, por ejemplo. Uno entra a un baño de la San Francisco, entra como a un baño de un hotel, ¿cierto? Porque eso es educación.

QUITO.- La Universidad San Francisco de Quito (USFQ) se fundó hace treinta y cinco años. Foto: Alfredo Cárdenas.

¿Los estudiantes se empoderan de la universidad como si fuese su casa?

Sí. Aquí les fascina. Ya empezamos el año. Me tocó a mí lidiar con la pandemia; fue una etapa muy dura, pero ahora está saturada de alumnos, en el buen sentido. Hay partes donde no hay cómo caminar, pero la pandemia nos alejó de vernos, sonreírnos, toparnos, abrazarnos. Y creo que eso es parte de la educación.

¿Qué le espera en el futuro a la USFQ?

Esperamos seguir creciendo en investigación, generar conocimiento a nivel mundial, que ya lo estamos haciendo. Y más y más excelencia. Esperamos que eventualmente haya menos restricciones del Estado para poder crecer en ciertas áreas y ser más creativos. No puede ser que, en una época en la cual el conocimiento definitivamente no es estático, estemos restringidos en poder volar. Hacer nuevas carreras, adaptar al presente, porque adaptar al futuro no creo.

Finalmente, ¿qué significa la USFQ a nivel personal?

Para mí ha sido tan rápido, pero yo he crecido mucho en esto, no solo en la universidad, sino que después se nos ocurrió abrir un colegio en Quito, un colegio en Guayaquil, que han sido exitosos, y para mí significa que creo que he logrado compartir entusiasmo e ilusión más que conocimiento. Eso significa para mí, eso es lo que me encanta. Y sigo dando clases una vez al año; me encantan las clases; doy charlas por aquí, doy charlas por allá, y uno también tiene que saber cómo el que le reemplaza es mejor que uno. Una de las propuestas que hablábamos siempre con Santiago: contratemos a alguien menor y mejor, y por eso es que la universidad está bien. (I)