Las quebradas forman grandes pendientes que dividen a las montañas con el paso de los ríos, una característica especial al recorrer las parroquias rurales del valle de Tumbaco, en el nororiente de Quito. A unos 30 minutos de la capital se encuentra un sitio mágico, la hacienda Jimenita.

Este lugar se inició como una hacienda privada, el amor de Daniel Cruz que tuvo por esta propiedad nació desde que era niño y jugaba por estos terrenos que pertenecieron a su familia. Ahora le ha dado un giro completo, decidió compartir con el mundo cada uno de los beneficios que tiene este sitio privilegiado, ubicado en la parroquia de Pifo.

El nombre de la hacienda turística fue puesto en honor a la esposa de Cruz, Jimenita López.

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Al ingresar por la antigua puerta, el sonido de las aceleradas alas de los colibríes tomando el néctar de las flores brindan una bienvenida inusual. A pocos metros se deja ver la casa principal, un predio de hacienda que se conserva como un museo histórico y una experiencia de las haciendas ganaderas de las generaciones pasadas.

Sin embargo, el cuidado de la estructura y la recuperación de los espacios convierte el escenario en un ambiente confortable y familiar. Al caminar por los corredores es imposible dejar de ver los cuadros, artesanías, recuerdos y más obras de arte que vuelve única a esta hacienda.

QUITO.- Sala de la Hacienda Jimenita, ubicada en Pifo, en el nororiente de la capital. Foto: Alfredo Cárdenas

Cada camino conduce a un patio que forma verdaderos escenarios propicios para hacer fotos artísticas. Muy cerca se encuentran las primeras cabañas de hotel boutique, unas habitaciones equipadas con muebles de lujo, construidos específicamente para este sitio de hospedaje por artesanos ecuatorianos.

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Una piscina rectangular divide el primer bloque de habitaciones, escondidas por los árboles que han sido testigos de cada cambio a lo largo de los años de historia que mantiene la hacienda.

Las piletas antiguas, techos de teja y construcciones mixtas se complementan con el silencio de un lugar alejado de la bulla del tráfico vehicular, los parlantes y la gente caminando apurada por su monótono día a día. Aquí todo es tranquilidad.

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QUITO.- Uno de los techos de la Hacienda Jimenita, ubicada en Pifo, en el nororiente de Quito. Foto: Alfredo Cárdenas

El servicio de restaurante cuenta con un variado menú que ofrece desde comida típica ecuatoriana hasta platillos de alta cocina. Cocteles, postres y más creaciones de autor vuelven a este lugar un punto atractivo para el turismo de gastronomía.

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La hacienda Jimenita tiene varios senderos que permiten apreciar las más de 90 especies de aves, árboles endémicos y el aire puro de un parque ecológico que ha preferido respetar los caminos que ya existieron hace cientos de años y no afectar al ecosistema natural.

Entre el caminar se develan miradores que permiten dimensionar la magnitud de la altura de las montañas, el paso del viento entre los cañones formados por las quebradas y el resonar del río que se hace presente a una distancia considerable.

El túnel de la historia

Una de las actividades obligatorias al conocer hacienda Jimenita es el túnel natural que fue descubierto por sus dueños, en unos trabajos de limpieza del terreno. Así, de casualidad, Daniel Cruz tenía que limpiar unos matorrales para construir en una zona del terreno, cuando de pronto conocieron el ingreso a lo que sería un túnel que data de hace más de 400 años, aproximadamente.

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Cruz señaló que al parecer se trataba de un túnel que fue usado por los antepasados para esconder sus riquezas y a sus familiares en época de guerras, también en el tiempo de colonización. Todavía se mantiene bajo estudios, pero ya se puede descubrir la perfección de la construcción de las culturas indígenas que se asentaron en esta zona.

El recorrido lleva un aproximado de 20 minutos, el túnel es totalmente oscuro, ayudados con lámparas el camino por este lugar transporta a sus visitantes a una aventura de confianza, atención, concentración y emoción.

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Los vestigios encontrados en este túnel se mantienen intactos, en el mismo lugar donde fueron encontrados, tras una caminata de unos 15 minutos, aproximadamente, se hace la luz, es el fin del túnel que permite una privilegiada vista del cañón formado entre las montañas.

Este lugar se ha convertido en uno de los preferidos para turistas extranjeros, ahora la apuesta es motivar a turistas nacionales que quieran olvidarse de la bulla y la contaminación, en un hospedaje de alto nivel, en convivencia con la naturaleza. (I)