José Escobar vive en su casa, ubicada en Machachi, al suroriente de Quito, junto con trece mujeres: su madre de 96 años, su esposa y once de las catorce hijas que tiene. “Todas son mujercitas, ni un varón”, dice con una sonrisa este quiteño de 62 años.

“Pero le diré que es una alegría, una felicidad tener hijos, porque te hacen bulla en la casa. Ahora tengo a mis nietos, que siempre están animando la casa”, dice con orgullo.

Vestido con un calentador azul y una gorra negra que muestran el paso de los años, recibe con cordialidad a todos sus clientes. Pepe, como lo conocen sus vecinos, es un lustrabotas que tiene su puesto en la esquina nororiental de la plaza de la Independencia.

Publicidad

Hasta qué hora atenderá la Ecovía y Trolebús en Quito por Navidad

Nació en el sector de El Panecillo, en el centro histórico de Quito. Recuerda que desde aquel entonces toda su vida ha estado rodeada de trabajo en la plaza Grande.

Su madre, María Laura Escobar, tiene un puesto de variadas golosinas y bebidas, como las “bebas”, unas botellas plásticas que contienen líquido con colorante y que es una de las bebidas tradicionales.

Este puesto también es atendido por Pepe cuando su madre se retira al baño o a conversar con sus amigas. Camina lentamente, ayudada con un bastón; se preocupa de que su hijo haya comido; pese a su edad, se preocupa por él, aunque él es quien la cuida actualmente.

Publicidad

QUITO.- José Escobar, de 62 años, trabaja lustrando zapatos en uno de los arcos del palacio arzobispal, diagonal al palacio de Carondelet. A pocos metros está el puesto de venta de su madre, María Laura Escobar, de 96 años. Foto: Alfredo Cárdenas.

José sale a las 04:00 de su domicilio en Machachi, con cuidado ayuda a su madre y viaja hasta el centro de la ciudad. En este lugar pasan la mayor parte de su vida, pues atienden hasta las 19:00; a esa hora cierran el puesto de comestibles y su silla para lustrar.

Estrella de 17 metros forma parte del pesebre navideño en El Panecillo, una alternativa para recorrer en estos días

Recuerda que su padre, quien era albañil pero cuando no tenía obras salía a lustrar zapatos, fue quien le enseñó este oficio.

Publicidad

También destaca que es parte de la tercera generación, pues su abuelo también se dedicó a este trabajo. También sabe que será la última, porque ninguna de sus hijas se dedicó a su labor.

Con felicidad indica que lustrando zapatos logró educar a sus hijas, pero cuando ganaba en sucres (moneda propia de Ecuador hasta el 2000). Con la dolarización ya no le alcanza para casi nada.

Todos los días sale a trabajar. Para él no existen feriados, fines de semana, vacaciones o beneficios de afiliación. “Todos los días tenemos que comer; entonces, todos los días toca trabajar, porque aquí se gana solo para el día”, expresa mientras busca el cambio para el pago de una bebida comprada por una clienta.

Pesebres elaborados con material reciclado se exponen en la Universidad Católica, en Quito

Sin embargo, la noche de este 24 será diferente. José compró un cerdo cuando era pequeño; le costó $ 15. Desde ese entonces se dedicó a alimentar a su animal, el cual servirá para que toda su familia tenga una deliciosa cena por Nochebuena.

Publicidad

El domingo acudirán cuñados y demás familiares, también sus tres hijas que ya salieron de su hogar y se casaron. Es la primera vez que será el anfitrión, así que se dividieron entre los invitados para que tengan todos los complementos.

Su esposa, Francella Balcázar, junto con sus hijas serán quienes preparen la comida. Él tendrá que salir a trabajar, como todos los días. Pero ahora lo hará con la alegría de tener una noche en la que se olvide de todo, de la desesperación de un día sin clientes y del cansancio de una jornada completa.

La Navidad engalana espacios públicos y turísticos en diferentes ciudades de Ecuador

Al pensar en la Navidad, dice que es algo que no quiere que llegue. “No quisiera que llegue nunca eso, porque es una tristeza, porque no hay para darles lo que piden”, dice con mirada nostálgica. Antes le alcanzaba para hacer mejores cenas. Ahora, ante la necesidad, invirtió en ese cerdo que salvará la Navidad de este año. (I)