Óscar Arce lleva doce años guiando a turistas a la famosa Cueva de los Tayos, ubicada en territorio Shuar en la provincia de Morona Santiago, cerca de la frontera con Perú.

Él cuenta que la cantidad de pájaros tayos (Steatornis caripensis), a los cuales se debe el nombre de la cueva, ha disminuido con el pasar de los años, y su hipótisis, basada en su experiencia, es que podría deberse a una variedad de factores.

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Los tayos son aves de color rojizo anaranjado, con puntos blancos en las alas y en el pecho. En las noches salen a recolectar frutos para alimentarse; anidan dentro de la cueva, y se guían a través de ellas mediante ecolocalización. Son famosos por su canto ensordecedor, y sus heces y regurgitaciones son esenciales para la biodiversidad de la cueva.

Aunque la existencia de la Cueva se dio a conocer en 1969, los shuar ya la exploraban. Arce explica que antes era posible ver tayos en las bocas de entrada a la cueva. Los datos de las expediciones extranjeras realizadas durante el siglo pasado también daban cuenta de un gran número de tayos.

Ahora, sin embargo, los tayos se han retirado a partes más profundas de la cueva, como las galerías.

Los tayos usan ecolocalización para guiarse en la oscuridad. Foto: Archivo

“Se ve una disminución notoria en la población de aves. Por decirle un número al ojo: en el 2012 tal vez existían alrededor de 5.000 aves, pero ahora pienso que se ha reducido en un 30 o 40 % de lo que era anteriormente”.

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Arce señala tres posibles razones para la reducción en la población de tayos que advierte: la excesiva presión que genera el turismo en la cueva; la cosecha anual que realiza la comunidad shuar circundante, en la cual cazan a los polluelos de los pájaros, como parte de una tradición ancestral, en los meses de marzo, abril y mayo de cada año; y que las aves estén prefiriendo migrar permanentemente a lugares con más alimento.

“Cogen al polluelo por su carne más tierna. Contaban que antes cada familia cogía alrededor de 50 polluelos (...). Nos han dicho que ya cogen, por decirle, 5 por familia y no 50″, explica. Esto, opina Arce, podría afectar al recambio generacional de la colonia de tayos en la cueva. “Cada vez vemos menos familias de pájaros”.

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Los tayos son aves migratorias: de julio hasta septiembre, la gran mayoría de pájaros se mudan a otros lugares y cueva en búsqueda de alimento. Vuelven para el último trimestre del año, de octubre a diciembre. “En la etapa de reproducción y cuando regresan es cuando más hay. Ahí yo veré unos 2.000 o 3.000 tayos en relación con los 5.000 que veía antes”, expresa Arce.

El crecimiento del turismo podría estar afectando a la cueva

La mera presencia de turistas y de guías, admite Arce, genera presión a la flora y fauna del lugar. La presencia de más gente significa la necesidad de más luces, pues la cueva normalmente estarían sumidas en oscuridad, además del ruido que inevitablemente generan los visitantes, y los desechos que pueden quedar dentro de la cueva.

Arce también señala que el equipo de trabajo del medio que trajo al actor Will Smith a Ecuador hizo que el famoso descendiera hacia la cueva por una entrada llamada Daylight, que él no cree apropiada, pues tiene una gran cantidad de nidos de tayos.

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“A raíz de eso hubo una operadora turística que empezó a ofertar viajes por esa entrada: ‘Will Smith entró y salió por ahí', entonces fue el boom. Yo molesté un poco para que se entienda que no se pueden invadir estas áreas. Ya los replegamos de la entrada principal, el invadir otras entradas quiere decir ahuyentarlos de los pocos espacios que les hemos dejado”, indica Arce.

Otro guía turístico, quien pidió mantener su nombre en resarva, señala que si se entra por el ingreso Daylight, “sí o sí” se afectan nidos de tayos, y que hay otras operadoras que todavía la usan.

Fotografía de la Cueva de los Tayos.

“Cuando vino Will Smith bajaron por Daylight. Hicieron perforaciones a la roca, la bulla de los taladros y de la gente, todo eso a las aves las estresa”, afirma el guía.

Existirían prácticas turísticas irresponsables en la cueva

También recuerda que un día de agosto del año pasado hubo 140 cuarenta personas dentro de la cueva. Los paquetes turísticos incluyen una noche acampando en el lugar. Todo el viaje toma tres días.

“Una capacidad máxima de personas dentro de la cueva de forma simultánea sería de 40-50 para que no exista bulla ni nada (...). Ha habido sobreexplotación turística de la cueva”, indica.

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“Ese día fui y había operadoras con música dentro. Ellos toman, se emborrachan dentro de la cueva. Un extranjero borracho iba insultando a todo el mundo. Cuando hay exceso de clientes la basura es inevitable (...). El compromiso es no dejar basura, pero a veces no pasa eso. En ocasiones no lo hacen a propósito, está tan oscuro que se les pierden las cosas”, agrega.

Algunas personas incluso llevan leña para poder cocinar en fogatas dentro de la cueva. El guía dice que él usa gas para cocinar.

En parte, por eso, cree que ha bajado la cantidad de aves. “Yo sé que las aves son migratorias, pero cuando yo fui por primera vez, la cantidad de aves era enorme. Las veías por cientos. Ahora no hay tanto, el ruido se reduce”, se lamenta.

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Arce, por su parte, plantea que se necesitan más investigaciones científicas sobre la colonia de tayos que viven en la cueva, como un conteo de aves y un programa de rastreo para determinar cuántas vuelven tras migrar a otros lugares.

Consecuencias ecológicas

Diego Cisneros Heredia, biólogo e investigador de la Universidad San Francisco de Quito, confirma que las colonias del país no han sido estudiadas, y explica que las actividades descritas por lo guías turísticos son muy dañinas para un ecosistema tan delicado como una cueva, que no solo es hogar de pájaros sino de muchos otros organismos únicos, muchos de ellos probablemente animales no descritos por la ciencia.

Ya en 2012 sabíamos que las colonias estaban amenazadas” por la caza de polluelos, indica el científico. Recalca que hay colonias de tayos en otras cuevas en el país, y que saben que sus poblaciones de aves “están disminuyendo”.

Cuando yo bajé, lo hice rodeado de miles de pájaros, fue una experiencia extraordinaria. Ahora eso ya no se da más.

Álex Chionetti, autor de 'La odisea de los Tayos'.

Agrega que la Cueva de los Tayos es un lugar de anidación esencial, y que la presión sobre este ecosistema representa una amenaza para la población.

“Ahora con el turismo por volumen y no por consideración de las cuevas en sí, eso tiene un efecto gigantezco sobre estas aves”, dice Cisneros Heredia.

La deforestación alrededor del lugar de anidación también genera presión sobre las aves, que se alimentan exclusivamente de frutos grasosos.

Fotograma de 'La cueva de Tayos', documental de Galo Semblantes. Foto: cortesía.

Un mejor manejo del turismo en las cuevas del país, además, protegería a los visitantes, pues “en muchas cuevas que son muy cerradas pueden haber hongos nocivos para los humanos”, lo cual subraya la necesidad de equipos protectivos.

Otra persona que ha notado la rebaja en los números de tayos en la Cueva es Álex Chionetti, escritor y cineasta argentino que ha realizado varias incursiones al sitio desde 2007, que recientemente publicó el libro La odisea de los Tayos, en el cual da cuenta de sus viajes y datos históricos de personajes extranjeros como Juan Móricz, Stanley Hall y Erich von Däniken, todos involucrados con el descubrimiento y exploración de la cueva, que han sido objeto de mitos desde su descubrimiento.

Chionetti aduce que la productora audiovisual ecuatoriana que colaboró con la elaboración de las tomas cuando Will Smith fue a la cueva no realizó estudios para medir las consecuencias de usar la entrada Daylight en los tayos.

El escritor ingresó por primera vez a la cueva en 2007. “Cuando yo bajé, lo hice rodeado de miles de pájaros, fue una experiencia extraordinaria. Ahora eso ya no se da más”. (I)